FE Y CONVERSIÓN

 – WILLIAM S. PLUMER

conversion y feA través de las Escrituras se nota un gran énfasis en la fe. En decenas de pasajes su necesidad absoluta se declarada explícitamente. La experiencia cristiana coincide totalmente con la Palabra de Dios. El nuevo convertido no tenía ni esperanza ni gozo hasta que creyó. Cuando su fe es débil, manifiesta gran inestabilidad. Pero a medida que su fe aumenta, se va haciendo más fuerte hasta que, sin desanimarse, exclama: “Aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15). Los cristianos maduros hablan mucho de la fe y siempre les encanta que la verdad relacionada con ella les sea explicada con claridad.

Pero, ¿qué es la fe sobre la cual tanto insisten las Escrituras? Esta es una cuestión de suma importancia. Un error en relación con esto afectará toda nuestra vida religiosa. La fe es humana o divina. Dependemos de la fe humana para creer lo que dicen los hombres. Esto lo hacemos por la constitución de nuestra mente. Es por esto que los niños confían en lo que sus padres les dicen. La fe humana se limita correctamente a las cosas de las cuales no ha hablado Dios. Su fundamento es el testimonio cristiano. La fe divina depende del testimonio de Dios. Conciernen las cosas reveladas desde el cielo…

La fe del pueblo de Dios se relaciona con cosas pasadas, presentes y por venir. Cree que Dios hizo al mundo. Allí está el pasado. Cree que Dios es. Allí está el presente. Cree que habrá un Día del Juicio. Allí está el futuro. Tampoco son estas y otras verdades reveladas creídas por diferentes clases de fe, sino que todas por una misma fe. Así como con los ojos miramos al este, al oeste, al norte y al sur, a objetos lejanos o cercanos, de la misma manera con los mismos ojos de la fe miramos cosas de miles de años pasados o miles de años por venir, o cosas que existen ahora en el mundo invisible. En la antigüedad, por miles de años, los fieles creían en un Salvador que vendría. Ahora, por casi dos mil años el pueblo de Dios ha creído en un Salvador que vino. En todos estos casos la fe era la misma en principio y también en sus efectos.

La Confesión de Westminster dice: “La gracia de la fe, por la cual se capacita a los elegidos para creer para la salvación de sus almas, es la obra del Espíritu de Cristo en sus corazones, y es hecha ordinariamente por el ministerio de la palabra; también por la cual, y por la administración de los sacramentos y por la oración, se aumenta y se fortalece. Por esta fe, un cristiano cree que es verdadera cada cosa revelada en la Palabra, porque la autoridad de Dios mismo habla sobre esto, produciendo obediencia hacia los mandamientos, temblor ante las amenazas, y un aferrarse a las promesas de Dios para esta vida y para la que ha de venir. Pero los principales hechos de la fe salvadora son aceptar, recibir y descansar sólo en Cristo para la justificación, santificación y vida eterna, por virtud del pacto de gracia. Esta fe es diferente en grados: débil o fuerte. Puede ser atacada y debilitada frecuentemente y de muchas maneras, pero resulta victoriosa, creciendo en muchos hasta obtener la completa seguridad a través de Cristo, quien es tanto el autor como el consumador de nuestra fe” (1). Una breve consideración de esta afirmación de fe mostrará qué llena, completa y bíblica es.

Lo primero que afirma es que la fe salvadora no es terrenal, sino celestial en su origen; que no es del hombre, sino de Dios. Le fe es el don de Dios: “Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él” (Fil. 1:29). “Dios repartió a cada uno”… “una medida de fe” (Rom. 12:3). Cuando: “Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mat. 16:16-17). Esta fe se adjudica particularmente al Espíritu Santo como su Autor. Él la produce en el corazón. Así lo dicen las Escrituras: “El fruto del Espíritu es… fe” (Gál. 5:22). “A otro, [es dada] fe por el mismo Espíritu” (1 Cor. 12:19). “Teniendo el mismo espíritu de fe… creí” (2 Cor. 4:13). La razón por la cual la fe salvadora permanece es porque es la semilla incorruptible de Dios.
Seguidamente dice que al obrar su fe en nosotros, Dios honra su Palabra como el instrumento común para hacerlo. Con esto también coinciden muy bien las Escrituras: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?… Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Rom. 10:14, 17). “Agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1ª Cor. 1:21). Este es el fundamento de todo nuestro denuedo al proclamar el evangelio. Aquello que es sembrado en la debilidad del hombre es levantado en la energía poderosa del Espíritu Santo. Con razón fluyen resultados tan felices cuando se proclama el evangelio toda vez que va acompañado del Espíritu de Dios. Es este el poder de Dios para salvación de todo aquel que cree. “Los llamados de Dios en su gracia son también instrumentos eficaces”.
En forma similar, esta fe es alimentada principalmente por el ministerio de la Palabra y otras ordenanzas, y por la oración. “Auméntanos la fe” (Luc. 15:5). El bautismo de agua es eficaz cuando va acompañado del bautismo del Espíritu Santo. El partimiento del pan y el beber el vino son medios de nutrición a todos aquellos que beben espiritualmente de la Roca que les sigue ––Cristo––, el Hijo de Dios, y quienes por fe comen el pan verdadero que baja del cielo. Todos los santos anhelan la leche sincera de la Palabra para poder crecer por medio de ella. La fe auténtica respeta toda la Palabra de Dios. Recibe sus narraciones, promesas, amenazas, doctrinas, preceptos, advertencias, palabras de aliento, tal como fueron designados a ser recibidos. Obedece los mandatos de Dios. Estos fueron dados con ese propósito. Teme sus amenazas. Tiembla ante su Palabra. Confía en sus promesas, tanto con respecto a esta vida como la venidera. Tiene en cuenta las advertencias de los muchos lugares en las Escrituras. Se regocija con las palabras bíblicas de aliento. Depende de la Palabra de Dios como un testimonio infalible. Sea lo que sea que dice Dios, la fe lo cree. Recibe todo lo que ha dicho. La Palabra de Dios vive y permanece para siempre. Por ello la fe la recibe como su Palabra y no como una palabra del hombre. Su autoridad es perfecta.
Pero la fe salvadora se refiere especialmente a Cristo. Así lo enseñan con frecuencia las Escrituras: “¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5:5). “¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo” (1 Juan 5:9-11). “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hch 16:31). “El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36). “El que en él cree, no es condenado” (Juan 3:18). En la Palabra de Dios, el tema grandioso es Cristo Jesús “el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Apoc. 19:10). Si negar al Padre es fatal, también lo es negar al Hijo. Si rechazar al Espíritu de gracia significa perder el alma, rechazar a Cristo como el Salvador hace que la destrucción sea inevitable. Pero recibir a Cristo, descansar en él, confiar en él, venir a él, huir a él para encontrar refugio, tomarlo como nuestro Sacrificio, como nuestro Profeta, Sacerdote y Rey, y hacerlo de todo corazón, es el gran oficio de la fe salvadora.

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William S. Plumer (1802-1880): Pastor presbiteriano norteamericano y graduado de Old Princeton. Se ha dicho que entre los escritores reformados del siglo XIX, “ninguno fue más acertado en su doctrina y práctico en su realismo”; conocido preeminentemente como un predicador del evangelio.

Acerca de unidoscontralaapostasia

Este es un espacio para compartir temas relacionados con la apostasia en la cual la Iglesia del Señor esta cayendo estrepitosamente y queremos que los interesados en unirse a este esfuerzo lo manifiesten y asi poder intercambiar por medio de esa pagina temas relación con las tendencias apostatas existentes en nuestro mundo cristiano.
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10 respuestas a FE Y CONVERSIÓN

  1. Ang dijo:

    Fe sin obras no sirve al igual que sin fe no existen obras que nos salven.
    Una cosa acompañada de la otra todo el tiempo.

  2. Roldán dijo:

    Es una equivocación pensar que solo con tener fe en Cristo se es salvo.
    Si no existe testimonio de nuestra fe por la obras de buen actuar y adoración correcta (no a estilo fariseo o escriba) todo sera en vano.

  3. Fidel dijo:

    No sería bueno tener el punto de vista doctrinal de los falsos cristianos se solo tener fe y punto.
    Obras que respalden nuestro hablar es muy importante y bíblico.

  4. Rob dijo:

    Falsos como los pentecostales que aplican e interpretan a su modo.

    • Julian dijo:

      Quisiera preguntarte cuales pentecostales…o son todos iguales? También quisiera saber qué iglesia representa para tí la verdadera doctrina, quiero ir a ese lugar.

  5. yumi dijo:

    Eso de que se distorsiona la doctrina bíblica por parte de los pentecostales es verdad.
    Esta denominación esta mas próxima a la hechicería que al cristianismo.
    Pero no nos salgamos del tema.
    FE JUNTO CON OBRAS esto es lo unico que nos señala dentro del mundo como cristianos verdaderos.
    Obras de Dios como el amor y el gozo,
    actuar fieles ante las pruebas y resplandeciente en el mundo de Satanás.

    • Roland Mas Ferrán dijo:

      Aunque nos moleste ver la falsedad dentro de la iglesia Pentecostal ,no es ese el tema del que estamos comentando.

  6. rojas dijo:

    Santiago dice en un contexto ajeno a las obras de la ley mosaica: “El hombre ha de ser declarado justo por obras, y no por fe solamente” (Snt 2:24), debido a que tiene que haber obras prácticas que demuestren la fe de la persona, que den prueba de ella. (Comparar con Mt 7:21-27; Ef 2:8-10; Snt 1:27; 2:14-17; 4:4.) Por ejemplo, Abrahán tuvo obras que probaron su fe, entre ellas su disposición a ofrecer a Isaac. Rahab también probó su fe mediante sus obras al esconder a los espías israelitas. (Heb 11:17-19; Snt 2:21-25.)

  7. Gerardo dijo:

    Demostrar fe. No basta con afirmar que uno tiene fe; hay que demostrarlo con acciones. Como dice Santiago, “la fe sin obras está muerta” (Santiago 2:26). Quien afronta las pruebas con fe se vuelve más fuerte. Además, puede pedirle sabiduría a Dios, con la confianza de que se la dará. Si se mantiene fiel a Dios, recibirá su aprobación (Santiago 1:2-6, 12). Dios siempre acude en ayuda de quien demuestra ser fiel e íntegro. Por eso, Santiago exhorta: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes” (Santiago 4:8).
    Los cristianos han de fortalecer su fe para rechazar las tentaciones y las malas influencias. Judas, que vivía en un ambiente muy inmoral, los exhorta a que “luchen tenazmente por la fe” (Judas 3).
    Mantener una conducta limpia. Jehová espera que sus siervos sean santos y limpios en todo sentido. Pedro escribe: “Háganse ustedes mismos santos […] en toda su conducta, porque está escrito: ‘Tienen que ser santos, porque yo soy santo’” (1 Pedro 1:15, 16). Para ello pueden imitar el ejemplo de Cristo, quien, según el apóstol, les dejó un modelo “para que sigan sus pasos con sumo cuidado y atención” (1 Pedro 2:21). Aunque no siempre les resulte fácil obedecer las normas divinas, lo importante es que tengan “una buena conciencia” (1 Pedro 3:16, 17). Pedro recalca que es vital que mantengan una conducta limpia y demuestren con obras su devoción a Dios mientras esperan que llegue el Día del Juicio y el prometido nuevo mundo, donde “la justicia habrá de morar” (2 Pedro 3:11-13).
    Mostrar amor. “Dios es amor”, afirma Juan. Jehová demostró lo mucho que nos quiere al enviar a su Hijo para ofrecer su vida como “sacrificio […] por nuestros pecados”. ¿A qué nos debe motivar esa expresión de amor? Juan explica: “Amados, si Dios nos amó así a nosotros, entonces nosotros mismos estamos obligados a amarnos unos a otros” (1 Juan 4:8-11). Una forma de amar a los hermanos en la fe es siendo hospitalarios con ellos (3 Juan 5-8).
    ¿Y cómo demuestran los cristianos que aman a Jehová? Juan da la respuesta: “Esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos; y, sin embargo, sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3; 2 Juan 6). Quienes obedecen a Dios saben que pueden seguir disfrutando de Su amor “con vida eterna en mira” (Judas 21).

  8. Roland Mas Ferrán dijo:

    Nuestras acciones son la demostración de nuestra fe.
    Adoramos en espíritu y verdad como Cristo enseño

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