Qué triste es trabajar para el Señor y ver como hay personas que supuestamente dicen amar al Señor y su obra, creyéndose “siervos” del Dios altísimo, pero a la hora de actuar se comportan como empleados, ignorando completamente el concepto de ser siervo.
Es por ello que deseo definir las diferencia entre un siervo de Dios, llamado para servir, y un empleado de Dios que sirve reclamando derechos. En el mundo secular existen funciones o trabajos en donde las personas en su oficio pierden todos sus derechos a la hora de ejercer su profesión. Uno de ellos son los médicos, que deben de estar disponibles para sus pacientes las 24 horas. De igual forma, los policías y soldados, aunque tienen derechos, estos están supeditados a las necesidades y ordenanzas de sus superiores, de forma tal, que en cualquier momento que tenga un derecho o privilegio, se lo pueden interrumpir para llevar a cabo una misión especial.
Definamos ¿qué es un empleado? Es aquel que a cambio de un salario realiza una labor. Su responsabilidad, por lo tanto, se concreta a llevar a cabo una tarea por un tiempo determinado, y si se ve en apuro o problemas, se zafa o se va, sin importarle lo que pase. No ama lo que hace, sino lo que recibe. Marca tarjeta y reclama derechos. De ellos habló Jesús cuando dijo que el asalariado, cuando ve el peligro huye, abandonando el rebaño (Jn 10:11-13), porque no se siente responsable de ellas, ya que solo cumple con un trabajo por el cual le pagan. No ama lo que hace, sino lo que recibe.
El siervo a su vez es aquel que fue comprado (o llamado) para servir, y no tiene derechos sino deberes, y por medio de ellos obtiene privilegios. Su única misión es servir, y no buscar posición, grandeza o poder (Mt 20:26). No marca tarjeta. No trabaja por un sueldo, aunque lo reciba (Lc 10:7 1 Tim 5:18). Su única misión es servir a aquel que lo compró y lo llamó, y según enseño Jesús en Lucas 17:7-10, no tiene ni siquiera el derecho a que le den las gracias después de haber hecho todo lo que se le mando, porque para eso fue comprado o llamado, y después de haber trabajado todo el día en el campo, al llegar a la casa, debe seguir sirviendo a su amo, y comer después que él se haya saciado. En este pasaje Jesús define el ministerio del siervo al servicio de la obra, y le dice a sus discípulos: “Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos” (Lc 17:10).
Qué triste es ver como en el reino de Jesucristo los supuestos hombres llamados por Dios para servir, no solo reclaman derechos, sino que exigen los mismos, y actúan no como esclavo del que los llamó, sino como empleados, burócratas y empresarios, demandando todo tipo de prestaciones, servicio, y bienestar. No hay nada mas indigno de uno que dice servir a Dios, que poner sus derechos sobre sus deberes y responsabilidades, e ignorar que si no vivimos para servir, no servimos para vivir como cristianos. Estos serán falsos cristianos, que se convierten en mancha en nuestros ágapes.
En conclusión: Un siervo de Dios no tiene derechos, sino privilegios que serán otorgado por el altísimo cuando haya cumplido a cabalidad sus deberes. Su tiempo, así como todo lo que tenga y posea le pertenecen al Señor que le compro (1 Cor 6:60,) con su sangre preciosa (1 Pd 1:17-19). Cualquier acción contraria no nos hace digno de ser llamado “siervos del altísimo”.
Asi es hoy dia hay muchos celos espirituales x q se busca un puesto y una paga !no se hace a la manera de jesus;x obediencio ni x amor ,
asi q ahora se encuentra solo empleados viviendo del evangelio por consecuente los que dirigen son empleados y no siervos en contra doctrina por el mayor orgullo d pablo era presentar el evangelio gratuitamente . el apostol d los gentiles