Por Alejandro Oviedo – Director de Caminata Bíblica Centro América
En la película Entre el Amor y el Juego, Kevin Costner protagoniza a Billy Chapel, un experimentado lanzador de los Tigres de Detroit. El equipo fue vendido y los nuevos dueños no quisieron renovar el contrato de Billy quien ya tenía cuarenta años y al parecer ya había dado todo lo que tenía. En el último juego de su carrera, Billy se siente solo, porque además de ser retirado del beisbol, su novia lo había abandonado. Esa noche está lanzando como nunca, pero su brazo derecho está fatigado y adolorido por una vieja lesión, pero quiere retirarse impecablemente. El narrador del juego al ver el rostro sombrío de Billy dice estas palabras: “El montículo de un lanzador puede ser el lugar más solitario que existe.” Billy gana el juego y además reconquista a la chica; así es el encanto de Hollywood.
Las palabras de este narrador merecen ser examinadas “… el lugar más solitario que existe.” Tratando de definir lo que es la soledad, diré que es un estado emocional en el que la persona experimenta un poderoso sentimiento de vacío interior y aislamiento. Así que, la soledad puede ser un estado de ánimo.
De manera simple, me parece que la soledad puede clasificarse en dos:
Perniciosa: es decir, la soledad perjudicial, dañina y peligrosa. Cuando la soledad es el resultado de condiciones adversas en la vida, que no se han logrado capitalizar bien, puede ser un excelente caldo de cultivo para tomar malas decisiones. Pienso en la esposa que se siente sola porque su marido no la atiende como ella necesita. También pienso en el adolescente que se siente incomprendido, criticado y nada amado, o en la madre soltera que no sabe cómo criar a sus hijos sin la figura de un padre, o en el anciano que ha sido dejado en un asilo y no ha visto en varios meses o años a sus parientes y amigos. La soledad también puede ser el resultado de la autosuficiencia y el triunfalismo, y en estas circunstancias, la soledad puede ser una mala compañía. Este tipo de soledad incita a la depresión, al suicidio, a la inmoralidad sexual, al abandono, al abuso de drogas y alcohol, entre otras cosas.
Edificante: es cuando la soledad ayuda a la reflexión, a reenfocarse, a tomar fuerzas, a volver a empezar. Así que, la soledad también puede ser aprovechada de manera constructiva. Jesús tuvo sus momentos de soledad, pero Él supo capitalizarlos bien. Muchas veces los evangelios cuentan de los períodos en que Jesús se sumía en la soledad para estar a solas con Dios, «Él, por su parte, solía retirarse a lugares solitarios para orar.» Lucas 5:16. NVI. Así que, la soledad puede ser una decisión personal.
Jesús tenía muchas razones para sentirse solo, por ejemplo, discípulos que no lo entendían bien, seguidores que andaban con él sin compromiso, un traidor entre su círculo de apóstoles, líderes religiosos que lo odiaban a muerte, y pese a ello, Jesús decidió no sentirse solo; Él buscaba refugio en Dios.
¿Cómo se hace? La soledad también puede representar el trato de Dios en la vida de una persona. Cuando Jesús estaba en oscura soledad en la cruz del calvario, expresó su estado de ánimo “Como a las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza: —Elí, Elí, ¿lama sabactani? (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. Mateo 27:46. NVI. Jesús pudo tomar la decisión de salvarse a sí mismo, pero en ese momento de extrema soledad, en el lugar más solitario del mundo, la cruz del Monte Calvario, donde Dios le dio la espalda porque estaba cargando todo el pecado del mundo, Jesús decidió estar solo para salvarnos a todos. Si usted se siente solo (a) en estos momentos, aquí tiene tres diferentes enfoques de la soledad. Lo mejor que puede hacer para capitalizar bien su soledad, es que a pesar de sus malas circunstancias, usted decida no sentirse sola (o) y busque refugio en Dios, porque Él ha prometido “«Nunca te dejaré; jamás te abandonaré.» Hebreos 13:5b.

