Mario E. Fumero

Jesucristo dijo en cierta ocasión: “Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer.Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer”(Mateo 3:24-25) y los ideólogos del marxismo usaron la consigna de Maquiavelo cuando afirmaron “divide y destruirás”. Creo fuertemente que el mayor desastre de la sociedad moderna es la división existente en todas las estructuras de la convivencia, comenzando por los hogares, en donde la desintegración familiar crea hijos en riesgo social, al romperse el equilibrio de la unidad padre y madre  y terminando por el social y político.

Actualmente la sociedad hondureña se está fraccionando en todo los aspectos. Estamos ante un proceso de deterioro lento y peligroso. Lo vemos en la cantidad familias disfuncionales que existen y en la cantidad de partidos políticos que han aparecido, por lo que es posible que en las próximas elecciones ningún partido obtenga en la primera vuelta la mitad más uno para  poder gobernar. No solo han surgido nuevos partidos, sino que los tradicionales dentro de sí mismo confrontan muchas corrientes internas.  Pero lo más preocupante es ver un “estado” en donde múltiples entes hacen un mismo trabajo, creándose competencia que no ayudan en nada respecto a la lucha contra la delincuencia y la pobreza. Cuanto más grande sean las estructuras del gobierno, más complejas es la luchar para obtener un resultado positivo, porque en la competencia estatal no hay solución a los problemas  y se diversifican los recursos.

¿Cuáles son nuestros males mayores actuales? Entre los muchos problemas existentes hay dos que “son el pan nuestro de cada día”. Primero; la violencia e impunidad y segundo; la pobreza y miseria.

En la lucha contra violencia y delincuencia se necesita unas fuerzas de seguridad unidas, tecnificadas y saneadas. Los entes que preservan la paz social (jueces, fiscales y fuerzas del orden) deben hacerse un solo nudo, y se debe velar para que no sean invadidas por el cáncer de la corrupción. Actualmente hay más de cuatro organismos que luchan contra el narcotráfico, pero descoordinadamente. Respecto a la pobreza, necesitamos un estado más pequeño, menos burocrático, y que no consuma tantos recursos en personal a fin de lograr que en el presupuesto de la nación haya fondos para atacar la pobreza. Creo que debemos de iniciar una reingeniería de todos los entes estatales para reducir los gastos en personal, y reinvertirlo en las necesidades más urgente de la población  que son “salud, educación y seguridad”. Un ejemplo de ello sería unificar el PANI el IHNFA, y el Ministerio de la juventud en un “Ministerio de la Familia”, reduciendo así el personal y dejando más recursos para atacar el problema en sí. Un ejemplo escalofriantes es que el IHNFA gasta más del 90%  de su presupuesto en salarios y apenas invierte un 10% en la asistencia a la niñez.

Un gobierno unido hace un estado fuerte. La unidad es factible cuando simplificamos las acciones y mantenemos la coordinación en la acción. La tragedia de Honduras en muchos aspectos es la duplicidad de funciones dentro del estado en una competencia que no permite obtener óptimos resultados. Recordemos las palabras del Divino Maestro cuando afirmó que “un reino dividido es desolado” (Lucas 11:17) y busquemos frente a la crisis delincuencial y de hambruna, una unidad familiar, social y política que nos ayude a salir del atolladero en el cual vivimos.