Esta historia que les voy a relatar es imaginaria, pero no nace de la pura casualidad. Su semejanza a alguna persona o hecho es una coincidencia, aunque en cierta medida puede ser una verdad.
En un pueblo del interior del país llamado “Avestruz”, los maleantes y mareros en contubernio con los agentes de la policía local, ejecutaban el cobro del impuesto de “guerra” a los comerciantes y vendedores, así como a algunas personas de la clase media. Ellos usaban el chantaje y la intimidación, para atemorizar a todo el poblado. Los policías a su vez recibían una comisión del negocio, y protegían a los distribuidores de drogas. Cierto agente de policía, que no estaba de acuerdo con tal conducta inmoral, por miedo a las represalias de sus compañeros, decidió pedir traslado. La huida de los honestos, le dejó el camino libre a los corruptos. Lentamente el poblado cayó en angustia y desesperación por la situación de inseguridad reinante. Fue entonces que Josefo, un comerciante cristiano de la comunidad decidió acudir a las autoridades superiores, siendo amenazados por uno de los agentes del orden que le notifico que, o se callaba, o era hombre muerto.
Josefo, cansado de vivir con temor, pues sus hijos eran amenazados, por lo que tuvo que separarse de su familia y enviarla a otra región, se lleno de valor, y pese a las amenazas se presento silenciosamente en la oficina principal de la dirección de investigación para poner la denuncia. Le tomaron nota de todo y le prometieron tomar carta en el asunto lo más pronto posible. Como la ciudad quedaba a tres horas de su pueblo, salió contento, esperando que la situación de su comunidad mejorara, pero a unos 30 minutos del poblado, un vehículo sin placa le bloqueo la pasada, y dos hombres fuertemente armados le salieron al paso. Uno de ellos, con un pasamontaña se le acerco y apuntándole con una pistola le dijo -¿Con que te fuiste de lengua?- y sin mediar más palabra, le disparo a la cabeza, dejándolo tendido en el suelo.
Al siguiente día los policías del pueblo encontraron el cadáver y le colocaron en el carro de Josefo un alijo de drogas, regando la noticia en el pueblo de que fue asesinado por los narcos, pues estaba involucrado en la venta de estupefaciente. Nadie se atrevió a decir lo contrario, y la denuncia presentada en el Dpto. de investigación, desapareció por arte de magia. ¿Podrá ser realidad esta historia? Aunque lo escrito es un invento respecto a los lugares y nombre de las personas, su semejanza a lo que está ocurriendo en el país lo hace factible. No me cabe la menor duda que las mafias instaladas en todas las esferas de la sociedad tienen el control de la información, y denunciar la verdad es un suicidio seguro. Es por ello que se deben buscar mecanismos para desmantelar la corrupción sin que las personas puedan arriesgar la vida. Es ahí en donde debemos fortalecer la protección de testigos, y las evidencias indirectas (en forma de fotos o videos) para que podamos desenmascarar a los corruptos, aunque en la política, justicia y seguridad, muchos de ellos ocupan puestos importantes, y se resistirán por todos los medios a ser señalados.
Necesitamos valor, esperanza y firmeza, para enfrentar esta realidad. Por otro lado debemos evitar la caza de brujas dentro de los cuerpos policiales. También debemos de estar atentos a que no se busquen chivos expiatorios que sufran las consecuencias del juicio que merecen muchos que ostentando poder, los cuales se esconden detrás de víctimas inocentes. El Señor nos guarde en esta tormenta social que hoy nos azota.
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