Mario E. Fumero
Dentro del sistema parlamentario, y en todas las instituciones con sistemas democrático o congregacional, sean iglesias, empresas, organizaciones sociales o políticas, se requiere para las mínimas decisiones, una mayoría simple, que consiste en la mitad mas uno de los asambleístas (o sea más del 50% de los asambleístas o votantes). Sin embargo, en ciertas decisiones, como legislaciones relacionada con estatutos o normas legales, se demanda una mayoría absoluta que es el 75% de los asambleístas.
En muchas asambleas se requiere que para discutir un tema o elegir una persona se tenga el «quórum»[1], o sea una proporción o número de asistentes mínima que se requiere para poder llevarse a cabo una sesión o asamblea de un cuerpo colegiado, especialmente dentro de un parlamento o asamblea general. Si no hay la mitad mas uno de los miembros del quórum, la sesión no se podrá ejecutar porque lo que se decida, no tendrá el aval de la mayoría de los miembros. ¿Y a que viene toda esta clase de reglas parlamentarias? A una situación nacional que es preocupante, y es respecto a las próximas elecciones, y a la diversidad de partidos existente en el país.
Cuando el abanico partidos políticos es tan amplio como ocurre ahora, se fortalece la democracia, y da opciones de buscar, dentro de un mayor pluralismo, a los mejores candidatos. Sin embargo, esta situación, también ofrece algunos riesgos, siendo el principal de todos, la posibilidad de que el partido vencedor en los comicios, no podrá gobernar desde el ejecutivo con una mayoría simple, lo que sería un gobierno sin un fuerte respaldo popular, de acuerdo al padrón electoral, y por lo tanto, no tendría una representatividad solida. Sin embargo, un congreso formado por muchos partidos, en donde no haya una mayoría simple en un determinado partido, fortalecería la democracia, porque no se podrían aprobar leyes impopulares, ya que se requeriría el apoyo de los grupos minoritarios, y desaparecería el poder de aplanadora de cualquier partido mayoritario que controle la cámara.
Como podrán ver la mayoría simple (mitad mas uno) tiene dos perspectiva. A nivel presidencial es necesaria, para que el presidente tenga respaldo y gobierno con aceptación, evitando así la ingobernabilidad. Por otro lado, la mayoría simple a nivel de congreso es un problema, porque al controlar un partido el congreso, podrían aprobar leyes que no obedece a los intereses de la mayoría. Así que un presidente con mayoría simple, y un congreso sin mayoría simple, formarían un sistema de gobierno ideal, porque todos estarían sujeto a las pautas establecidas en los sistemas democráticos y parlamentarios. Si el presidente de un partido gana por mayoría simple, y el partido contrario gana el control del congreso por esta misma mayoría, estaremos ante un gobierno que estará bien controlado, y todos estarían frenados, pudiendo el presidente quedar atado en sus planes, sean positivos o negativos.
En conclusión, el panorama futuro de Honduras es incierto, a menos que con el tiempo ,y después de unas elecciones generales con diversidad de partidos, se decida que al no tener el presidente la mayoría simple, se acuda a una segunda vuelta entre los dos más votados, para tener un gobierno ejecutivo con peso y respaldo popular. No sería igual en el congreso, el cual, cuanto más pluralista sea, y menos mayoría simple o absoluta tengas, más eficiente será, y menos manipulativo o corrupto podrá será. Recordemos que cuanto más poder tenga un grupo determinado de los tres poderes del Estado, más propenso estaremos a caer en una dictadura o despotismo. Este es un análisis de la realidad positiva (pluralismo de partidos) que si no se maneja bien, podría ser negativa.
[1] – El cuórum, palabra que según la academia española procede del latín quorum (‘de los cuales’),

