Por Néstor Parrondo | Tecnología y redes – mar, 4 jun 2013 21:22 CEST
Un grupo de escolares daneses ha descubierto que la radiación proveniente del Internet inalámbrico bloquea el crecimiento de las semillas de berro. En un primer momento, las cinco estudiantes de la escuela Hyallerup querían investigar los efectos de las ondas del Wifi sobre las células humanas, pero al no disponer del material necesario para llevar a cabo su idea, decidieron cambiar de idea.
Para realizar el experimento, colocaron seis bandejas con semillas en una habitación en la que no había Wifi y otras seis en una que contaba con dos routers. Durante las doce semanas siguientes, las chicas observaron y fotografiaron cómo iban cambiando las semillas.
No necesitaron ningún instrumento complejo para darse cuenta de las diferencias entre unas y otras: las semillas que estaban en la habitación con Internet inalámbrico no brotaron, mientras que las otras se desarrollaron con normalidad.
SU MOTIVACIÓN
La hipótesis de estas jóvenes decidieron estudiar este fenómeno a raíz de su experiencia personal. Varias de ellas notaron que dormían peor y se levantaban con dolor de cabeza si tenían el móvil cerca de la cama. Y no solo eso, también notaban que a lo largo del día estaban desconcentradas y les costaba estudiar.
Pero para su estudio no utilizaron móviles, sino routers. Según se recoge en la web de noticias DR.dk, tomaron esta decisión porque consideraban que un router emite las mismas ondas que uno de estos aparatos. Aunque esta explicación es errónea -un móvil y un router no emiten de la misma forma ni la misma cantidad de radiación- por lo menos pudieron constatar un cambio en las semillas, algo que seguramente no podrían haber hecho si hubieran utilizado un móvil.
ESCEPTICISMO SOBRE EL EXPERIMENTO
Si bien es cierto que la idea romántica de un grupo de chavales cuestionando a toda la comunidad científica internacional y poniendo en aprietos a malvadas multinacionales que solo buscan su beneficio por encima de nuestra salud, debemos recibir con escepticismo los resultados de su estudio.
Al menos hasta que un grupo de investigadores pueda replicar su experimento y llegar a las mismas conclusiones o hasta que alguien vuelva a estudiar el efecto del Wifi sobre las células humanas, como querían estas cinco chicas en un primer momento.



Esto es algo que la comunidad científica que es pagada por las poderosas empresas de telecomunicaciones no podrán ocultar por mucho tiempo más. Experimentos tan sencillos como el realizado por estas chicas no hacen sino confirmar lo evidente, las ondas electromagnéticas artificiales a largo plazo tienen efectos perjudiciales sobre las células biológicas, esto debido a que cuando chocan con cuerpos físicos, causan vibraciones imperceptibles que ocasionan un desgaste más marcado sobre los seres vivos. Ahora estos científicos que trabajan para estas empresas, no pueden más sino dar explicaciones evasivas como que los síntomas que sentimos al estar largo rato expuestos a señales fuertes de dispositivos inalámbricos o después de hablar largo rato por el móvil, no son sino producto del efecto «nocebo», algo así como lo contrario al placebo que en vez de convencerte que estás bien, te hace sentir mal por una predisposición mental. Esto es parte del sistema de control poblacional de la élite, ellos desean que a la larga mucha gente enferme de cáncer en los peores casos, mantenernos aturdidos y estresados y ejercer un control más poderoso sobre nosotros, para así matar dos pájaros de un tiro, venden sus medicamentos y tratamientos (muchos de los cuales están diseñados para controlar la enfermad, no sanarla) y ganan mucha plata y también eliminan a un gran trozo de población «indeseable» evitando que se les adjudique un asesinato directo. Ingenioso, pero ya demasiado evidente. Ya nos han condicionado a tener que vivir en una sociedad digital que es adicta a estos dispositivos y estamos inundados por estas señales a dondequiera que vayamos, la única solución sería presionar a nuestros gobiernos a que prohíban las telecomunicaciones inalámbricas (porque ciertamente sí es posible vivir en un mundo «alámbrico», lo veíamos cuando sólo existían líneas de telégrafos) o mudarnos a un lugar muy lejano de las grandes urbes donde la señal inalámbrica sea débil o nula (de los cuales ya quedan muy pocos y están muy pero muy aislados). Y si nada de esto no es posible, entonces podemos comenzar a tomar medidas paliativas como eliminar el uso de routers wifi en nuestras casas y sustituirlos por conexiones alámbricas (diciéndole adíos al móvil y las tabletas), eliminar los móviles, tabletas y todo tipo de dispositivo inalámbrico (si requerimos comunicación podemos comprar tarjetas de prepago para teléfonos públicos o de plano si el móvil es indispensable, nunca lllevarlo en el bolsillo o en un área cerca del cuerpo y sólo encenderlo cuando vayamos a necesitarlo) y estar lo más alejados posible de zonas en donde haya grandes antenas de telecomunicaciones (implicaría mudanza si vivimos en una zona cercana a una antena, ahora que está muy de moda en estas compañías instalarlas en zonas residenciales con el apoyo del gobierno) o cerca de routers inalámbricos y estar el menos tiempo posible expuestos a ellas.
Hay que cuidarnos a nosotros mismos y comenzar a despegarnos de estas tecnologías que si bien han transformado el mundo en que vivimos facilitándonos muchas cosas, también nos han traído perjuicios evidentes, un mayor distanciamiento de lo más importante que es nuestra relación con Dios y nuestra familia, aparte de los efectos que a largo plazo traen sobre nuestra salud. Es difícil ciertamente, pero los beneficios a la larga serán mejores.
Un Saludo.
Totalmente de acuerdo, debemos unirnos y no permitir más que se aprovechen de la población y la engañen todo porque prima los beneficios económicos de estas entidades, ocultando la realidad y en cambio encantando a la humanidad con toda la comodidad que brinda estas tecnologias, escondiendo su lado oscuro.