Mario Fumero
Es triste ver como algunas iglesias o denominaciones, como las Asambleas de Dios en Nicaragua, se alinean políticamente dando declaraciones en donde apoyan a un presidente que se quiere perpetuar en el poder cambiando la Constitución, para ilimitar sus deseos de ser presidente mediante una reelección indefinida, lo que nos puede llevar a una dictadura de corte constitucional.
Este espíritu re-leccionista que existe en muchos líderes políticos del área del Alba, se está extendiendo por muchos países latinoamericano, principalmente aquellos que no permiten un segundo periodo electoral al presidente. Tales hechos nos debe llevar a una reflexión sobré hasta donde podemos permitir que un presidente pueda aspirar a la reelección, sin caer en una permanencia indefinida que lo convierta en dictador.
En algunos países el periodo presidencial solamente dura cuatro años, como en Honduras, lo que en realidad es muy poco tiempo para lograr unos objetivos claros en sus propuestas electorales, porque un año lo pierde en conocer la realidad interna del Estado, y los dos últimos años se disuelven en elecciones internas y generales, quedándole solo un año de poder hacer los cambios que haya propuesto.
En otros países, como por ejemplo México, el periodo presidencial dura 6 años, un tiempo prudencial para consolidar un plan político. En otros lugares está la posibilidad de que pueda ir a una segunda reelección, sin oportunidad de aspirar a más, como ocurre en los Estados Unidos. En Chile, por ejemplo, puede gobernar un periodo de cuatro años, para dejar paso aún cambió y después volver a la ronda electoral, dejando cuatro años de por medio. En Venezuela puede ser reelegido indefinidamente, país que es el modelo que promueve esta ideal bajo la visión del socialismo del siglo XXI.
Debemos aclarar que un perdido muy largo y continuo puede convertir la democracia en una dictadura, porque indudablemente el poder absoluto y un largo periodo termina convirtiendo al gobierno en una fuerza que tiende a la corrupción de los demás poderes del estado.
No cabe duda que el poder largo de un mandatario empalaga, corrompe y afecta la democracia, dañando el sistema republicano y democrático. También es cierto que los períodos cortos afectan el desarrollo de un plan de gobierno, que por regla general, requieren de un largo plazo para lograr las metas de campaña, máxime cuando el congreso está muy dividido.
Hoy vemos con preocupación cómo algunos países se alinean en la visión del Alba, los cuales desean hacer cambios en sus cartas magnas para que pueda resurgir los mandatarios como presidentes perpetuos, lo que los convertirían en dictadores con una bendición constitucional, surgiendo gobiernos socialistas que pueden terminar estableciendo una dictadura de estado debidamente legalizada, al controlar y sobornar los demás poderes del Estado.
Reconocemos que en algunos países hacen falta cambios en algunos aspectos constitucionales. Aceptamos el hecho de que se debe dar una segunda oportunidad a los gobernantes para ser reelectos, o alargar a seis años el periodo presidencial para reducir gastos electorales, y darle un margen de tiempo para ejecutar sus propuestas, pero también reconocemos que debe de haber un tope que impida que el poder continuo los enferme, y el pueblo caiga en una dictadura con apariencia de democracia.
También es lógico que por medio del poder político, estos gobernantes ejerzan control de los demás poderes, haciendo de las elecciones una falsa manipulada. Por todo ello, debemos hacer cambios de procedimiento y quizás con un plebiscitó, modificar aspectos constitucionales, sin crear una nueva constitución.
Un último aspecto reflexivo que quiero hacer. Cualquier presidente electo debe contar con la mayoría simple de los votos electorales, lo que nos debe llevar a considerar que cuando hayan muchos partidos, de no haber un candidato con mayoría simple, debemos ir a una segunda ronda entre los dos ganadores que mas voto sacaron, y así buscar un presidente que tenga un respaldo solido del 51% de la población, para que pueda gobernar con aceptación popular, como por ejemplo lo que está ocurriendo en Chile.
Unidos Contra la Apostasía 
En Honduras así es, Joh montó las bases fraudulentas para obtener el poder, y aquí la iglesia no dijo nada a esta iglesia evangélica que es a la que se condena porque de la otra no podemos esperar nada ya que siempre a compartido el poder con los reyes y poderosos del mundo, a la iglesia Evangélica a esa que no dice nada porque le dan un aporte, a esa moralista que impone a sus fieles cargas que estos seudo pastores no pueden llevar, a esta iglesia Evangélica que del evangelio de Jesús se olvidó , a esos pastores hablo que disfrutan de aparecer e
Ante las cámaras televisivas , que no llaman pecado al pecado porque comparten ideas y sueños de poder al igual que los politiqueros de este país, a esos pastores no se olviden de Ezequiel 34.