¿CÓMO ES POSIBLE QUE LA MUERTE DE JESÚS OTORGUE EL PERDÓN?

Ezequias Caleb

perdon 3A veces, se escuchan historias que cuentan sobre alguien que, en el momento de ser sentenciado por su delito, otra persona, de repente, aparece y dice: “Yo recibiré el castigo en su lugar”. La mayoría de estos relatos no están basados en hechos. Sin embargo, el Nuevo Testamento enseña que Jesús, al morir, llevo sobre si el castigo por nuestros pecados.

Las Escrituras nos enseñan acerca del pecado. El pecado es una transgresión consciente o inconsciente de la ley de Dios. Puede definirse como pecado todo movimiento de la voluntad humana que es contrario a la voluntad de Dios. El termino griego para designar al pecado es “hamartia“, que significa literalmente errar, fallar al blanco, ser incapaz de llegar a la meta. (1 Juan 3:4)

Vemos la base desde los mismos Diez mandamientos (Éxodo 20), por ejemplo Si vos decis: “No miento”, y vos mentís, entonces has pecado. Si vos decis: “No robo”, y vos robás, entonces has pecado. Tal vez no hayas matado, pero Como dice Cristo: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio” Así que si te has enojado de una manera descontrolada contra alguien, has pecado. Lo mismo con la índole sexual, aunque allí se menciona el adulterio (sexo con alguien ajeno al matrimonio). El apóstol Pablo también muestra que la fornicación (sexo sin compromiso marital) es pecado. Además da una lista de otros pecados allí. (Leer 1 Timoteo 1:9-10)

En el libro de Romanos, capitulo 5, versículos 12 al 21, se señala que todos los hombres somos pecadores porque heredamos una naturaleza depravada transmitida por el pecado de Adán, pues se entiende que cuando Adán peco, toda la raza humana peco con él. Y porque nosotros somos pecadores. Dios como juez justo, no puede pasar por alto el pecado, porque profana Su naturaleza y destruye el mundo perfecto que creo. Sería injusto que simplemente dijera: “Bueno, así son los niños”. En cambio es necesario un castigo para el pecado, y como todos hemos violado la ley de Dios, merecemos el castigo. Sin embargo, aunque parezca mentira, Jesús vino a sufrir dicho castigo.

El Nuevo Testamento señala que la muerte de Jesús otorga el perdón al menos de tres maneras. En primer lugar, fue un sacrifico por nuestros pecados. Cristo cumple con los requisitos del sistema de sacrificio del Antiguo Testamento, donde los sacerdotes debían ofrecer frecuentemente animales en forma de ofrenda por dichos pecados. Pero Jesucristo ahora es tanto el sumo sacerdote como el sacrifico (Hebreos, capítulos 5-10).

En el día del perdón, se mataban animales delante del altar y se rociaba la sangre sobre el propiciatorio del lugar santísimo. Debajo del propiciatorio, se encontraban las tablillas de piedra sobre las cuales se habían escrito los Diez Mandamientos. Desde el cielo, Dios veía la ley, pero cuando se rociaba la sangre del sacrifico, la ley (como recordatorio del pecado de las personas) quedaba cubierta. Sin derramamiento de sangre, no se hace remisión de pecado (Hebreos 9:22).

En segundo lugar, el Nuevo Testamento habla de la muerte de Cristo como “propiciación” por nuestro pecado (Romanos 3:21-26). Esta palabra “Jilastérion”, conlleva el significado de “una ofrenda que calma la ira de Dios por el pecado”; sin embargo, aunque parezca increíble, Dios mismo proporciona esa ofenda. Cuando Jesús murió en la cruz, clamo: “…Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46). El Padre estaba derramando Su santa ira porque “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” (2 Corintios 5:21)

En tercer lugar, y con relación a los dos puntos ya planteados, la Biblia habla de la muerte de Cristo como sustitución. Jesús no vino para ser servido sino para servir, y “…para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45). Ya que él “…no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca” (1 Pedro 2:22) Jesús “se dio a sí mismo por nuestros pecados para libarnos del presente siglo malo…” (Gálatas 1:4)

Las predicciones de Isaías de un Siervo que sufriría se cumplen en la muerte de Jesús, estas fueron dadas más de 600 años que ocurriesen los sucesos. Aquí se nos dice: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados […] Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” (Leer Isaías 53). Murió en nuestro lugar.

Jesús nos dió la prueba irrefutable de su mensaje al resucitar de los muertos. Presentándose delante de muchos testigos que lo vieron en dicho estado. (1 Corintios 15:1-8) Sus discípulos dieron su vida como mártires, predicando el evangelio, posteriormente a dicho acontecimiento. Ascendió a los cielos y hoy está sentado a la diestra del padre intercediendo por los suyos (Romanos 8:34), asimismo aguardando que se cumpla el tiempo de su regreso.  (Hch.1:9-11)

Solo por medio de la fe y arrepintiéndonos de dichos pecados recibimos el perdón que Cristo proporciona mediante Su muerte humillante y dolorosa. ¿Cuál fue el resultado y cuáles son los beneficios? Numerosos son beneficios. Solo para comenzar Dios limpia completamete nuestro pecados, no acordándose nuevamente de ellos, nos da un nuevo corazón, con nuevas intenciones y motivaciones, la vida pasada quedará en el olvido. Se contempla a nuestro alrededor aquello que no podíamos apreciar estando viviendo en pecado, somos llenos de los frutos del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23) Además de sabiduría (Proverbios 1:7) y muchos otros dones provenientes de Él. Pero sobre todo el máximo resultado es La vida eterna. (Efesios 2:3-10)

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