Ruben Kassabian
Próximamente se celebró otra Semana Santa en un momento muy crítico de nuestra historia. Tiempos donde sólo se habla de corrupción, soborno, deshonestidad, violencia, hambre, miseria, desocupación e impunidad La corrupción y la celebración de Semana Santa ¡Qué contraste!
Durante esos días en los templos cristianos se contará la conmovedora historia de la crucifixión y resurrección de Jesucristo. Se darán elocuentes sermones sobre la paz, la vida abundante que ofrece Dios.
Se hablará del amor sacrificial de Jesús capaz de morir para perdonar nuestros pecados. Se exaltará el poder de Jesucristo para cambiar vidas, levantar al caído, sanar al enfermo, liberar a los oprimidos. Hasta se proclamará que sólo Dios puede transformar nuestros países.
Ante toda esta artillería de verdades declaradas en Semana Santa, nos preguntamos: -“¿Qué efecto positivo tendrá esta celebración en el pueblo, en la multitud que durante esos días acudirá a las iglesias?” “¿Qué repercusión tendrá en los que serán alcanzados con el mensaje de esperanza a través de la radio, televisión y otros medios de comunicación social?” “¿Qué efecto tendrá ese mensaje de Jesús en las autoridades de gobierno?”
Después de la celebración de Semana Santa, ¿se notará algún cambio favorable en el comportamiento del pueblo y sus líderes? ¿Disminuirá la corrupción como respuesta al mensaje de esos días? ¿Serán superados tantos manejos deshonestos e inmorales? ¿Brillará mejor el amor, la compasión, el honor la verdad?
Todos deseamos que ocurran cambios. Que la realidad sea distinta. Que logremos una profunda superación moral, espiritual en todas las capas sociales, en los hogares, en las instituciones. Pero debemos reconocer que solos no podemos; tenemos un funesto “germen” en nuestra naturaleza llamado “pecado” que nos destruye, nos degrada, nos derrota.
¡Es tiempo de arrepentimiento! Un arrepentimiento sincero, genuino, personal. ¡Es tiempo de pedirle perdón a Dios por habernos alejado de Él y de sus principios morales-espirituales reflejados en la Biblia! ¡Es tiempo de volver a Dios! Cada uno, sin importarnos si el otro lo hace. No espere que las autoridades, los políticos, los dirigentes sean honestos para luego usted tomar la decisión de serlo. Tome la iniciativa, atrévase a ser diferente, aporte su “granito” de verdad, honestidad, buena moral. Sea un ejemplo de vida para usted, su familia y la sociedad.
Anhelo que en esta Semana Santa podamos aprovechar la nueva oportunidad que Dios nos da de poder entender que Jesús murió y resucitó para que tengamos una vida abundante,una vida que vale la pena ser vivida.
Sólo tenemos que creer y aceptar el sacrificio de Jesús a nuestro favor. Volvámonos a Dios y Él se volverá a nosotros.

