Por: José Miguel Tilguant
En este documento hablaremos de a diabetes, esa dolencia que aqueja a gran parte de la población del planeta y que hasta el momento no ha sido posible encontrar una cura definitiva. El tratamiento para la diabetes no va más allá del uso de medicamentos que ayudan a mantener en niveles bajos la glucosa en la sangre, y al suministro de insulina por la vía intramuscular en aquellos casos en que la enfermedad ha alcanzado niveles que ponen en precario la vida de aquellas personas que la padecen.
Hasta el momento en escuetos informes médicos relacionados con la enfermedad empezamos a leer y a entender cuáles podrían ser las causas del padecimiento. Resulta un tanto alarmante el conocer que en algunas poblaciones del territorio nacional el noventa por ciento de sus habitantes están siendo afectados por la diabetes, y las causas aún se desconocen; la ciencia continúa echando la culpa del padecimiento a la herencia y a la obesidad. No debemos hacer a un la herencia genética ya que esta también es capaz de desarrollar factores de riesgo en la descendencia familiar.
Hemos sabido por reportes médicos que, cuándo se nos detecta la diabetes el páncreas que es el órgano encargado de producir insulina y de regular los niveles de azúcar en la sangre, ya tiene un daño del treinta por ciento (30%). Se afirma muy tímidamente que la causa para que se produzca ese daño obedece a que el conducto que sirve para transportar las encimas (ácidos digestivos) que produce el páncreas y que son depositadas en el intestino delgado se obstruye, impidiendo una buena digestión e impidiendo que el cuerpo pueda absorber los nutrientes que llevan los alimentos, se dice que el agente encargado de producir la obstrucción es la grasa, la cual es ingerida de muchas formas, y especialmente durante la ingesta de los alimentos. La causa de la diabetes más bien podría estar teniendo sus orígenes el mecanismo natural de supervivencia, y esto podría tratarse de una acción de carácter evolutivo.
Para referirnos a cuestiones de carácter evolutivo, partimos del hecho de que, gran parte de la población hondureña en el pasado tuvo una alimentación deficiente, en donde su alimentación carecía de los nutrientes necesarios para el cuerpo, en donde su dieta se basó en el consumo de maíz, maicillo y frijoles, de vez en cuando arroz y un poco de aceite animal cuando sus condiciones se lo permitían.
La evolución produce cambios en todos los seres vivos y la causa de estos cambios la fija el ambiente. Es muy posible que las personas hoy en día estén consumiendo mayores cantidades de grasa debido a que sus condiciones económicas han mejorado respecto a las del pasado. El cuerpo humano como ser vivo toma nota de las experiencias vividas, y esto puede estar ocurriendo sin que lo notemos, ya que la naturaleza del mismo, toma sus precauciones. Es posible que la causa para que haya acumulación excesiva de grasa en el cuerpo esté en concordancia con las precauciones evolutivas, el cuerpo humano como ser vivo y sabiendo que en el pasado tuvo un suministro de nutrientes muy bajo, acumula grasa, pensando que podría llegar a encontrarse de nuevo en aquella situación.
Por otra parte, nosotros, al encontrarnos en un ambiente diferente en donde nuestras condiciones de vida nos permiten consumir todo aquello que queremos, no reparamos en el daño que podríamos estar causando a nuestro cuerpo, en nuestra mesa no faltan aquellos alimentos ricos en grasa y aquellos carentes de esta los preparamos también con grasa, ya sea animal o vegetal. Hoy cuando las condiciones de nuestra vida han cambiado, no consumimos porciones del tamaño que consumíamos cuando nuestras condiciones eran deficitarias, aunque una porción de alimento de hoy tenga el mismo volumen de aquella del pasado, y sabiendo que esta es más nutritiva, no estamos conformes e ingerimos hasta la saciedad, con esto solo conseguimos que nuestro cuerpo acumule más y más grasa.
Por otro lado, no le damos un espacio de tiempo a nuestro organismo para que a través de una dieta diferente este pueda deshacerse de la grasa acumulada, y así de esta forma poder instruirlo, como haciéndole saber que esto no será permanente, no practicamos el ayuno ni siquiera de vez en cuando, si por alguna razón no pudimos tomar nuestro alimento a la hora acostumbrada nos sentimos mal y llegamos hasta la desesperación. Si salimos por las mañanas a caminar o a correr con el fin de eliminar un poco de grasa a través del sudor, una vez que termina nuestra sesión de ejercicio, no dudamos en ingerir otra vez aquellos alimentos ricos en grasa creando con esto una acción repetitiva, la cual genera una cultura en nuestro cuerpo, si expulsamos un poco de grasa mientras hacíamos ejercicio, no tardamos en recuperarla una vez que nos sentamos a la mesa cuando regresamos a casa; esto hace que nuestro cuerpo continúe acumulando grasa y más grasa. Nuestro cuerpo tomando en cuenta las condiciones que vivíamos en el pasado, y pensando en que se podrían dar nuevamente, no se deshace de la grasa en su totalidad, lo hace de manera gradual o disminuida.
Pensamos que aquellas personas que han tenido una alimentación balanceada desde el inicio de su existencia y más aun aquellas que descienden de otras que hicieron lo mismo, es muy posible que su cuerpo no retenga tanta grasa como lo hace el cuerpo de aquella persona que desde sus inicios tuvo una alimentación deficiente.
Al escribir este documento lo estamos haciendo de manera hipotética debido a que desconocemos las estadísticas que nos hablen del número de personas tratadas clínicamente en los hospitales hondureños, queda también por investigar cuales han sido en el pasado y cuales son en la actualidad las condiciones de vida de las personas tratadas, caso por caso.
La grasa que consumimos es la responsable de muchos de los padecimientos de las personas hoy en día, entre los que podemos mencionar como principales: la diabetes, los problemas cardíacos, problemas del hígado y los cálculos biliares que, no son otra cosa más que acumulaciones de grasa y porque no mencionar también los cálculos en las vías renales y aparecimiento del cáncer, en suma podemos decir que la grasa por la que tenemos tanta preferencia al momento de alimentarnos se ha convertido en un flagelo para nuestro cuerpo.
Como la ingesta de grasa por las personas se ha convertido en algo que practicamos de manera permanente y no de manera cíclica, forzamos a nuestro cuerpo, y como el desarrollo de nuestros órganos debido a la forma en que nos alimentábamos en el pasado fue precario, al poco tiempo que nuestra vida cambia hacia mejores condiciones para alimentarnos, va dejando ver los cambios que se dan en nuestro cuerpo, en donde nuestros huesos, músculos y piel, no están preparados ni cuentan con el espacio para albergar los volúmenes de grasa que les obligamos a soportar, creando hasta deformaciones en las líneas de nuestro cuerpo, y como no es posible la acumulación en todos los órganos, es evidente que la grasa se acumule en sitios específicos de nuestro cuerpo. El consumo de grasa se ha convertido en una cultura en nosotros, podemos ver en nuestro plato una lista de ingredientes que consumismos a la vez, los cuales además de tener su propia grasa los consumimos fritos, como ejemplo tenemos las carnes: de res, cerdo y pollo; consumimos queso, también rico en grasa; los frijoles que ingerimos no los consumimos solo cocidos, nos gustan fritos; los huevos a pesar de que son ricos en colesterol que no es otra cosa más que grasa, los consumimos fritos también; compramos una golosina en la calle o comida rápida, también nos agrada aquella que se prepara con grasa; así como ese grupo de ingredientes de nuestra dieta ricos en grasa, podemos enumerar una cantidad mayor a los que anotamos.
A continuación haremos una comparación para lo cual mencionaremos a dos seres vivos que, de acuerdo a las condiciones que se dan en su ambiente, la naturaleza los ha provisto de formas especiales de supervivencia, primero haremos mención a los osos del polo norte, estos son aquellos que esperan el retorno de los salmones cuando llegan a desovar a las frías aguas de aquellas latitudes, si nos hemos fijado en algunos programas de la televisión que nos muestran su conducta, ellos prefieren los huevos de los peces, ya que estos son ricos en grasa, y si nos hemos fijado bien, la otra parte del pez que prefieren es la piel ya que allí se acumula la grasa, los peces han desarrollado grasa en la piel como un medio para protegerse de las frías aguas del polo. Los osos utilizan la grasa ingerida para cuando llega el invierno, el cual les dificulta el poder conseguir su alimento, al llegar el invierno los osos entran en un estado de somnolencia lo que les permite permanecer dormidos el tiempo que dura el invierno, mientras duermen su cuerpo se encarga de consumir la grasa ingerida y que obtuvieron de los huevos y piel que consumieron de los peces que atraparon durante la temporada. Claro está que entre humanos y osos las condiciones son diferentes. Los osos viven en una región especifica del planeta en donde ellos permanecen siempre, allí se da un ciclo que se repite cada año, esto da lugar para que aquella grasa que lograron acumular disminuya durante el período de hibernación.
Ahora nos vamos a referir a los cactos del desierto. Debido a que las condiciones del desierto son muy difíciles en donde el elemento principal para la vida -el agua- no es muy abundante, la naturaleza les ha provisto también de las formas necesarias para su supervivencia, estas plantas tienen la propiedad de absorber y a la vez retener cantidades de agua ya sea de la lluvia, del suelo húmedo que no es muy común y de la humedad que pueda arrastrar el viento. Los cactos retienen agua para la temporada seca que para ellos es la mayor parte del tiempo, es por eso que sus hojas y tallos son gruesos, además de sus hojas gruesas la naturaleza les ha provisto de espinas para protegerse de otros agentes que, en busca del agua podrían llegar a destruirlos. Las hojas de los cactos en la medida que las condiciones de sequía se prolongan su cantidad de agua va disminuyendo y se vuelven más delgadas.
A diferencia de osos y cactos, nosotros con nuestra cultura y mientras las condiciones de vida lo permiten, acumulamos grasa en nuestro cuerpo de manera ininterrumpida.
Los hondureños no somos muy dados al consumo de vegetales y frutas que, bien podrían contribuir con el control de estas dolencias que tanto aquejan a un gran sector de la población y por qué no decirlo, contribuir con su extinción. En el pasado era muy poco lo que se escuchaba hablar sobre temas como el que aquí planteamos, tal vez esto obedecía a la poca comunicación que había en aquellos tiempos o porque las personas estaban acostumbradas, y muy de vez en cuando, a consumir la manteca y carne de cerdo. En el presente, desconocemos si lo que nos infunden en los medios de comunicación y en la literatura de los aceites y mantecas comestibles es la realidad cuando nos dicen que nos acostumbremos al consumo de estos, aún sin saber si para su producción se estén utilizando agentes químicos que también podrían estar contribuyendo con el deterioro de nuestra salud.
Por último queremos decir que no somos expertos en temas médicos; pero esperamos que este documento sirva para crear conciencia en las personas y más si estas están dedicadas a la investigación. Quedan muchas cosas por investigar sobre el tema, entre ellas la de ver cuál de las grasas que consumimos localmente resulta la más perjudicial

