Mario E. Fumero

Recientemente escuche los diversos discursos de los presidentes de Latinoamérica en la Asamblea  General de las Naciones Unidas. Todos enfocaron diversos temas, principalmente el anhelado sueño de la paz mundial, algo que tristemente se ve cada vez más lejos, pues vivimos en un mundo cada vez se ve más fraccionada y violento.

Entre todos los discursos, me llamó especialmente la atención la del presidente de Venezuela, el Señor Nicolás Maduro. En su inicio exaltó al padre de la revolución socialista del siglo XXI, el difunto Hugo Chávez, y condenó el boicot de los «imperialistas» a la Isla de Cuba así como la necesidad de reordenar a las Naciones Unidos, y proclamó las conquistas de la revolución chavista, afirmando que se redujo el desempleo, mejoro la educación, la salud y la pobreza, y que el pueblo prospera, pues ha recuperado sus riquezas petroleras, principalmente la reserva más grande del mundo, situada en el Orinoco. En fin, el discurso de Maduro reflejo una Venezuela muy diferente a la que nos presentan los medios de comunicación.

Por otro lado, las noticias difunden la imagen de la otra Venezuela, en donde se muestra una crisis de medicamentos y recursos en los hospitales públicos. Las Quiebra de negocios y empresas que no pueden producir, por falta de la materia prima, y algunas han cerrado, pues el dólar escasea, y está en manos del Estado. Los comercio carecen de muchos productos básicos, y se ven largas filas para conseguirla lo básico de la canasta básica. La inflación del país es la más alta del mundo, y el índice de violencia ocupa uno de los lugares más importante del mundo, junto a Honduras y México.

Estas son la dos realidades de Venezuela. El gobierno justifica algunas situaciones internas a la guerra desatada por los podres dominantes y el imperialismo, culpando a la prensa mediática de una campaña de descredito, la cual  conspira para derrocar al régimen constitucional de Nicolás Maduro.

Venezuela esa dividida, de ello no cabe duda. No podemos ignorar que es la nación más rica del continente en recursos naturales. Cuenta con un poder económico en petróleo que la hace la nación más privilegiada de Latinoamérica, pero hoy, vive una situación de carestía que no tiene  explicación lógica, tan solo nos cabe determinar que todo esto se debe a la política errática en lo económico adoptadas por el gobierno, sumado a la corrupción interna, causas que han socavado y llevado al  país al borde del precipicio.

El errar es de humanos, y cuando no hay consejo sabio, los líderes pueden errar, ya sea en lo práctico, económico o político. Tristemente los seres inteligentes no aprendemos del pasado, y siempre cometemos los mismos errores, y en vez de afrontarlos con humildad, los evadimos buscando un culpable, con el fin de salvar mis propios desaciertos.

La gente está harta de discursos que muchas veces son palabras huecas. En las   Naciones Unidad se juntan los gobernantes para dar discursos que se pierden el el vacio. Nada de lo que se dice se juzga, se verifica y se cumple. Si todos los millones que gastamos en estas asambleas, lo invirtieran en combatir el hambre y las epidemias del mundo ¿Cuántas vidas podríamos salvar?.

No importa lo que diga, proclame o difunda, al final de camino se cumplirá las Palabras del Divino Maestro  cuando afirmó que «por sus frutos los conoceréis» ya que todo cae con su propio peso.

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