Mario E. Fumero

Siempre se habla de los corruptos, y centramos toda la atención en el señalamiento de los mismos. Personalmente creo que es un deber combatir a los corruptos, sean políticos, empresarios o religiosos, pero ¿Se nos ha ocurrido alguna vez señalar a los corruptores? Porque no cabe la menor duda, para que hayan corruptos, tienen que haber corruptores, y tristemente, de una manera u otra, todo nosotros en algún momento de la vida, quizá sin darnos cuenta, hemos alimentados la corrupción.

¿Se han preguntado en algún momento de su vida si se ha prestado para acciones de corrupción? De seguro descubriría que todos, de una manera u otra, nos hemos prestado para cometer acciones negativas que alimentan la corrupción. Cuánto para obtener un documento en las oficinas del gobierno, le damos una mordida a alguien para que le agilice el trámite, estamos alentando la corrupción. ¿Cuántos conductores, para evadir una infracción de tránsito, le han dado una mordida a los policías? ¿Cuántos de nosotros, en algún momento determinado. le hemos dado una dadiva a alguien con el fin de recibir un favor? ¿Cuántos de nosotros, al hacer la declaración de impuestos, muchas veces no hemos dicho la verdad? ¿Cuántos de nosotros, para evadir el pago del impuesto sobre venta, le hemos dicho al comerciante que no extienda una factura? ¿Cuántos de nosotros para obtener un beneficio hemos mentido? ¿Cuántos de nosotros hemos engañado a alguien para evadir una responsabilidad o un compromiso? ¿Cuántos de nosotros nos hemos prometido y no cumplido los mismos? Todas estas preguntas y otras muchas más deberíamos de hacérnosla antes de juzgar a los corruptos, porque para que haya corrupción, tiene que haber actitudes negativas que apoyen dichas acciones, y tristemente, todos, en algún momento de la vida, nos hemos prestado a la creación de este terrible flagelo llamado «corrupción».

Deberíamos preguntarle a todos los que se manifiestan y protestan contra la corrupción, y levantan sus antorchas, si jamás se han prestado para cometer acciones que induzcan a otras personas a actual corruptamente. Es por eso que tenemos que combatir la corrupción cambiado nuestra actitud de ciudadano. Para ello no debemos prestarnos a cometer acciones incorrectas con el fin de beneficiarnos. El engaño, la mentira, el soborno, el chantaje, las falsas promesas, la evasión de impuesto, el incumplimiento de deberes, él no cumplir nuestra labor diaria, adultera las facturas, y torcer la verdad, todo esto entra al plano de la corrupción, y tristemente son los elementos que forjan la degradación social.

Uno de los problemas de la naturaleza humana es el deseo de bienestar evadiendo responsabilidades y es debido a ello que fácilmente somos presa de actuaciones incorrectas que generan los males existente. El empresario engaña al obrero, el obrero  engaña al empresario, los altos mandos militares y policiales engañar al soldado y policía, y el soldado y policía engañar a sus jefes y a los ciudadanos. El político engaño al pueblo, y el pueblo engañan político. Es una cadena sin fin que aparece cuando el pecado reina y la integridad se pierde. ¿Tendremos el valor de no prestarnos a corrompe a los que tratan de sobornaros? ¿Tendremos el valor de decir la verdad en un sistema de impunidad, en donde decir la verdad te puede costar la vida o el trabajo, o ser marginado por tus propios compañeros?

Tristemente la corrupción no desaparecerá mientras los ciudadanos  se presten para corromper a los que ejercen autoridad. Mientras haya impunidad e injusticia, mientras domine la mentira como sistema de vida, y mientras tratemos de evadir la verdad, estaremos promoviendo la corrupción, y difícilmente podremos salir de este terrible atolladero en que hoy vive toda la humanidad.

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