Mario E. Fumero

El profeta Daniel afirmo hace miles de años, y durante su cautiverio Babilónico, que en los últimos tiempos la ciencia se aumentaría (Daniel 12:4) y no cabe duda que hoy esta profecía es una realidad. Nuestra civilización ha alcanzado un avance tecnológico de dimensiones inimaginable en los últimos hace 40 años. El mundo se ha hecho pequeño. Hemos conquistado el Espacio, invadido la intimidad, controlado las enfermedades y alcanzado una prosperidad materialista como nunca antes en la historia. Sin embargo, este avance tecnológico nos ha traído graves y serias consecuencias, y auqnue estamos en la cuspide del adelanto cientifico, hemos decendido a los niveles mas bajo en la naturaleza humana.

Las distancias se han acortado, pero nos hemos alejado en nuestras relaciones personales. Nos comunicamos mas, pero vivimos mas solitarios. Generamos más riquezas, pero producimos más miseria, pobreza y desempleo, porque esa riqueza esta en pocas manos y son mal distribuida. La tecnología hace el trabajo de muchos hombres, pero genera mucho desempleo, detrayendo  muchas fuentes de trabajo. Comemos más fácil y rápido, y quizás más sabroso, pero  deterioramos más rápidamente nuestra salud, porque todos los alimentos contienen agentes químicos de conservantes y manipulación genética. Caminamos menos y engordamos mas. Las distancias son más cortas, pero vivimos alejados el uno del otro. Trabajamos menos, y nos deprimimos mas, porque el bienestar nos consume. Somos más poderosos, pero a la vez más destructivos. Adquirimos mas conocimiento, pero nos hacemos más inhumanos e ignorantes.

En nuestro progreso y bienestar nos hemos cargado el planeta, destruyendo el medio ambiente. Nuestro ecosistema sucumbe debido al cambio climático. Le vamos heredar a nuestros hijos un aire, agua y tierra contaminada. Nos hemos cargado la familia, forjando una filosofía de género que crea otros tipos de familia, contraria a la misma naturaleza humana y a la establecida por Dios.

En nuestro afán de «tener» nos hemos olvidados del arte de amar, y muchos perecen en un terrible abandono. Nos hemos hecho más tecnológicos y mercantilistas, pero menos sensibles y solidarios. Cuanto más avanzamos, mas retrocedemos.

Hemos alterado todos los valores, creando un mundo contradictorio, injusto y desigual. Ahora las personas mueren de enfermedades simples, porque la medicina es un negocios. Muchos mueren de una violencia inducida por la codicia. Hemos perfeccionados las armas, y usamos la química para matar a los seres humanos. Somos peores que las bestias salvajes, porque nos devoramos a nosotros mismos. Nuestra codicia extrema genera una corrupción galopante. Somos gigantes en la tecnología, pero pigmeos en el amar.

Una maquina hace el trabajo de 10 hombres, y por lo tanto, aumenta el desempleo. Todo es un negocio, hasta el dolor y la tragedia humana. Somos semejante a un robot con inteligencia, pero sin sentimientos. Eso es lo que ha producido el progreso, y será él culpable de nuestra autodestrucción. El Señor tenga misericordia de nosotros.

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