Mario E. Fumero
Todo sabemos, de forma lógica y natural, que cuando en una caja de manzanas o papas una se pudre, automáticamente comienza a destruir a las demás que estén cerca, es por ello que se hace necesario sacarla, porque lógicamente pudrirá a las demás. Este hecho natural tiene también aplicación social y espiritual.
Uno de los grandes problemas de los centros de acogida para niños abandonados, o dé hogares disfuncionales, dirigidos por ONG privadas, se encuentra en el hecho de que los menores que delinquen, o confrontan actitudes antisociales o violentas, conviven con otros menores que se convierten en sus compinches, ya que tienden a influenciarlos y manipularlos para que caigan en este tipo de comportamiento, principalmente en el consumo de drogas, por lo cual, nada se puede hacer al respecto, ya que estos centros no encuentran alternativas de ayuda por parte del Estado para estos casos.
Un ejemplo de ello es la situación de algunas ONG que atienden a niños en abandono, las cuales se ven entre la espada y la pared cuándo algunos de estos adolescentes se revelan, consumiendo drogas y cometiendo actos delictivos al salirse a escondidas del programa. Resulta que al tratar de separarlos, para darle esta responsabilidad al Estado (que legalmente es el guardián de estos menores infractores a través del DINAF) se encuentran que el DINAF[1] les dice “que ese es su problema”, y no les dan opciones. Por otro lado, estos centros de menores no pueden aplicar disciplina, ni aislarlos, ni manejarlos separándolos de los demás, por lo cual, estos “niños mayores” influencian en el resto de sus compañeros, creándole al hogar un serio problema de control y disciplina, que pone en peligro a los otros menores, los cuales son manipulables. Aceptemos que entre los menores en abandono puede haber chicos con problema psicopáticos.
No me cabe la menor duda que el actual sistema jurídico de atención al menor en Honduras carece de un mecanismo apropiado por parte del Estado, principalmente del DINAF, para apoyar a las ONG que al trabajar con menores, manejan casos con una conductas incorrectas, principalmente de aquellos que caen en drogas, delincuencia o rebeldía, afectando a los demás internos.
Cuando un centro de acogida de adolescentes tiene problemas de esta índole, deben pedir ayuda al DINAF, el cual es el organismo responsable de responde a ese problema, para lo cual deberían tener un centro estatal de corrección y reorientación para dar atención en régimen cerrado a estos casos difíciles, pero que no funcione como los demás centros de infractores que son escuelas de delincuencia.
Tanto los centros de acogida de menores, como los programas de rehabilitación que trabajamos con ellos, estamos limitados, al sujetarnos al sistema proteccionista de leyes, que muchas veces impiden el aplicar métodos disciplinarios no violentos, y cuando hay casos extremos, no tenemos a quién acudir para que nos ayude con aquellos que se convierten en infractores, y se van de los programas. Si lo tratamos de retener por la fuerza, cometemos un delito, y ¿Qué alternativa nos queda? Dejarlos ir, o que se escapen.
Muchos de los menores que atendemos en nuestra comunidad terapéutica del Proyecto Victoria proceden de diversos hogares de acogida (orfanatorios) y aunque tratamos de ayudarlos, algunos no quieren nada. En tal caso, nos encontramos que hay que devolverlo al hogar o tutor, y allí seguirán en lo mismo, arrastrando a otros a cometer sus mismas acciones.
La rebeldía juvenil, las drogas y la violencia encuentran su caldo de cultivo en el sistema proteccionista existente. Es por ello que cada vez son más los menores infractores, sicarios, extorsionistas y adictos, y nos sentimos atados ante unas leyes que alimentan este tipo de conducta, y además, frente a un Estado que en programas para menores en riesgo poco, o nada está haciendo.
[1] -Es el organismo estatal de protección a la niñez y familia que sustituto el IHNFA.


Es problema común en albergues para menores en mi país, y solo se ha podido dividir la población en centros separados, alejando a los más ‘sanos’ de los más peligrosos, a éstos les dan un seguimiento más constante y… con oración… No se puede hacer más, Dios mira el esfuerzo y se encargará del resto.