Marcos 10:37
Cuesta creer que gente del entorno íntimo de Jesús puedan llegar a hacer propuestas semejantes para negociar los sillones de la “vicepresidencia” del Gobierno del Reino de Dios. Desde luego, si ellos, siendo tan cercanos a la persona del Maestro no lograron someter sus ambiciones de poder a los intereses del Reino, no es de extrañar que hoy sigamos asistiendo a un escenario global en el que el poder por el poder está al orden del día.
Uno de nuestros mayores problemas en el mundo es la crisis de liderazgo. La perversión del concepto de líder nos está llevando a situaciones deplorables en el ejercicio de la responsabilidad por parte de quienes están llamados a ser nuestros mayores. De hecho, para muchos, estar en la élite supone un sueño de encumbramiento con fines exitistas y de interés personal.
Por no hablar de otros países, España está siendo un referente en cuanto a la escasez de miras de altura. Estamos ante la crisis de liderazgo más grande de la historia moderna de nuestro país y, por cierto, no es del todo malo porque nos está llevando a considerar ciertos valores que de seguir pasándolos por alto, nos llevará a un desastre irreparable que acabará afectando a las próximas generaciones y, desde luego, acabará echando por tierra las expectativas de un progreso saludable.
Así que, teniendo en cuenta este encuentro de los doce con Jesús, debemos tomar nota del verdadero sentido del liderazgo o, dicho de otra manera, de lo que significa ser más grande, el primero o el mayor.
En cuanto al líder, en la Biblia, no hay tal palabra en forma explícita. Sin embargo, el concepto está bien arraigado. Líder, es una palabra que se considera proviene del término anglosajón leader, que significa: guía en una ruta, conductor o canal… O sea, se refiere a quien marca pauta o va por delante mostrando el camino a seguir.
Para Jesús, el líder es el mayor. Y, en contraste con los valores de este mundo, para Jesús, el mayor no es el quien manda o se sirve de los demás. El mayor viene a ser el máximo exponente del servicio. Su ejemplo y su vida es una inspiración para quienes son sus consiervos o compañeros de milicia. El mayor en el Reino de los cielos es quien lava los pies y sirve a los que son menores.
Hoy, quisiera reivindicar este valor en el liderazgo cristiano para los llamados a ser mayores. Que no nos desgastemos en la dialéctica de los términos y hagamos más énfasis en mostrar ejemplos dignos de quien nos llamó al servicio cristiano o a liderar.
Desde hace años, he acuñado una de las mayores declaraciones sobre el servicio: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” Marcos 10:45 De manera que, según estas palabras de Jesús, el que quiera ser mayor, que sepa que no es para ser servido y, aun más, que está llamado a sacrificar sus intereses, o su vida, por los intereses y la vida de los demás.
Es probable que esta breve exposición sobre el liderazgo sea para muchos utópica, pero más ilusa me resulta la idea de que se pueda pretender ocupar asientos al lado de Jesús con pretensiones ambicionas o motivaciones alejadas del amor por los perdidos y por los más pequeños del Reino.
Así que ánimo a quienes quieren ser servidores y ejemplo de un liderazgo tan necesario en nuestros días. La Iglesia está llamada a marcar la diferencia y considerar que el precio a pagar por el servicio a Jesús, es toda una honra.