Mario E. Fumero
Filipenses 2:3 “Nada hagáis por contienda ó por vanagloria; antes bien en humildad, estimándoos inferiores los unos á los otros:”
La palabra “VANAGLORIA” esta compuesta por el término “vana o vano” que indica algo que no es, y “gloria” reconocimiento y auto exaltación, pero el diccionario determina que “VANAGLORIA” significa jactancia, presunción y exaltación de nosotros mismo. San Pablo recomienda evitar la contienda o vanagloria, haciendo referencia al peligro de la auto exaltación de uno mismo, lo que convierte a la persona es un “fanfarrón”. Esta actitud nace de la soberbia y el orgullo, la cual es contraria a la humildad, que sería su antónimo.
La mayor desgracia que ha arruinado la vida de muchos ministros y siervo de Dios es el dar lugar a la exaltación de nuestro “ego”, por considerarnos mejor que los demás, y exaltarnos, publicando lo que Dios hace por medio mío, e ignorando que todo lo que soy, y todo lo que tengo y hago viene de Dios, porque nadie será fuerte con su propia fuerza (1 Samuel 2:9). La excesiva confianza en nuestra suficiencia, hace que Dios no opere en nosotros para que no le robemos su gloria. Es por ello que el apóstol Pablo afirma que en su debilidad o flaqueza es donde se perfección el poder de Dios (2 Corintios 12:9).
Una de las enseñanzas más difícil de aprender en la vida cristiana radica en la lección de grandeza que nos dio Juan el Bautista. ¿Por qué Jesús elogio y afirmó que no había mayor profeta que Juan el Bautista? (Mateo 11:11) Porque Juan el Bautista renunció a la vanagloria y exaltación, y exclamó cuando le preguntaron qué pensaba de Jesús, y dijo a sus discípulos una simple palabra que tienen un gran secreto de grandeza; “es necesario que el crezca, y que yo mengue”. ¿Será esta nuestra actitud delante del Señor? (Juan 3:30).


UN TEXTO MUY IMPORTANTE …lo tomo y me examino ..a ver …que veo en mi respecto a este texto.