Mario E. Fumero
Una de las doctrinas y enseñanzas que menos se predica en las iglesias modernas es la realidad el infierno. ¿Qué es el infierno? Jesús lo definió como de un lugar “en donde el fuego nunca se apaga, y el gusano nunca se muere” (Marcos 6:44,46,48). Estos textos han sido quitados de algunas versiones bíblicas, pero la historia del rico y Lázaro evidencia la existencia del mismo (Lucas 16:19-31).
¿Cómo puede un Dios bueno condenarnos a un tormento eterno? Es la justificación que usan algunos para negar el infierno, pero sí Dios es bueno, su amor y bondad no puede anular su capacidad de juez justo (2 Timoteo 4:8). Cada uno recibe lo que siembra, y el infierno no es otra cosa que el castigo para aquellos que no acataron su ley. Infierno es sinónimo de sufrimiento (Mateo 10:28). La Biblia enseña que el mismo no fue creado para los hombres, sino para Satanás y sus seguidores. Según las expresiones bíblica de “HADES” o “SEOL” es un lugar debajo de la tierra, algunos lo interpretan como sepulcro, otros como el lugar de tormento situada en el centro de la tierra. Científicamente todos sabemos que en el centro de la tierra hay fuego, por eso hay volcanes y terremotos.
Podemos negar la existencia del infierno afirmando que está aquí en la tierra, pero en realidad la Biblia lo establece como algo real, doctrinal y fundamental, aun después de que la tierra sea transformada en un cielo nuevo y tierra nueva, porque todos comparecerán ante el gran trono blanco, en donde se establecerá el lago de fuego eterno (Apocalipsis 20:11-15).

