Mario E. Fumero
1Timoteo 5:17 «Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doblada honra; mayormente los que trabajan en predicar y enseñar«.
La biblia enseña que a los ancianos, en el sentido espiritual, se les debe de respetar y honrar, de forma que tanto por su madurez, como por su posición dentro de la iglesia, deben ser reconocidos como una autoridad, pero eso sí, ellos deben de actuar de acuerdo a los parámetros establecido en la misma Palabra de Dios cuando dice que «los ancianos sean sobrios, serios, prudente, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia» Tito 2:2,. Sin embargo, en caso de que cometan errores, porque todo en algún momento cometemos fallas, debemos de exhortarles como a padre y hermano, y no reprenderlo (1 Timoteo 5:1) y en caso de que deba ser disciplinado se debe hacer con dos o tres testigos, para rarificar su falta grave (1 Timoteo 5:19).
En el plano biológico, los ancianos, o personas mayores, debemos considerarlos como personas, que aunque estén jubilados y «desechados por el sistema social» poseen una experiencia y un conocimiento vivencial de mucho valor para las generaciones futuras, y por lo tanto, debemos tenerlos en alta estima y aprovecharlos en los proyectos espirituales y sociales, porque sus experiencias pueden ayudar mucho a la obra del Señor, y al sentirse útil, aunque estén jubilados, podrán sobrellevar los achaques de la edad con mas motivación y entrega al Señor. Además, como cristianos, nunca nos jubilamos, y por lo tanto, debemos morir batallando por el reino de Dios con las botas puestas.

