Mario E. Fumero
Romano 12:2 “No os conformes a este siglo, sino transformados por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la voluntad de Dios, agradable y perfecta”
En la iglesia moderna existen dos grandes males, que tristemente están afectando su compromiso evangelistico con los perdidos. El primer mal es el conformismo, o sea, adaptarnos tanto al sistema consumista, que perdemos la visión y la acción hacia los necesitados. Acéptelo o no, el conformismo anula nuestra capacidad de sacrificio. El otro mal es el bienestar; en la medida en que prosperamos, nos acomodamos, convirtiéndose el bienestar y la prosperidad en los elementos más destructivos para el compromiso de la iglesia con los necesitados.
¿Porque cuanto más tenemos, menos compromiso y sacrificio hay? Porque tristemente la naturaleza humana es egoísta, y como dice Pablo, cada cual busca lo suyo propio y no lo que es de Cristo (Filipenses 2:21). Este espíritu lo vemos a diario en la actitud de hermanos que cuando no tenían nada, lo daban todo, pero cuando lo tienen todo, ya no dan nada.
Tenemos el caso del hermano X, cuando no tenía nada, iba todos los días a los cultos a pie, y estaba dispuesto a salir a predicar, pero un día Dios lo bendijo con un automóvil, y entonces, comenzó a faltar a los cultos por ir a pasear con la familia. Tenemos el otro caso de aquel hermano que no tenía luz eléctrica, ni televisión, y no faltaba a los cultos, pero al tener energía eléctrica y comprarse un televisor, tanto él como su esposa, comenzaron a faltar a las actividades de la Iglesia. Uno no iba por ver los partidos de futbol, y la mujer por las novelas.
Es triste aceptarlo, pero cuanto más próspero es un cristiano, y más prospera es una nación, más tendencia a la indiferencia hacia las cosas de Dios, porque la filosofía del bienestar, en vez de motivar a una mayor entrega, termina acomodando a los cristianos para sumirlos en una total apatía por los perdidos y los que sufren, y esto se hace evidente principalmente en las iglesias que predican el evangelio de la prosperidad.


El hambre . profecía bíblica