Que fácil es atacar a un joven cuando se aparta de los caminos del Señor o incluso, cuando está tambaleando a punto de caer. Es bien fácil SEÑALAR, HABLAR, MURMURAR.
“Mira ya no va a la iglesia” “Mira terminó apartado” “Ya no adora como antes” “Ya no predica” “Se esta enfriando”…
¿No te has puesto a pensar que tal vez dejó de ir a la iglesia porque en lugar de encontrar restauración encontraba señalamientos? ¿Se te ha pasado por la cabeza que si está bajo de nota es porque algo pasa, y si en vez de criticar te sientas a hablar con ese joven y escucharlo? Mejor haz la diferencia y apoya la juventud de tu iglesia para que no dejen de ir.
¿No te has puesto a pensar que tal vez se apartó porque tenía batallas internas, de las cuales nadie conocía y para las cuales nunca recibió ayuda? Mejor haz la diferencia y abraza, da una palabra de aliento, dobla rodillas por la juventud de tu iglesia para que no se aparten.
¿No te has puesto a pensar que tal vez ya no adora como antes, pero no es que no quiera, simplemente es que no tiene fuerzas? Mejor ve y abraza, levanta las manos, acércate, que sepa que no esta solo para que vuelva a adorar con la libertad que lo hacía.
¿No te has puesto a pensar que tal vez ya no predica porque la carga se ha hecho muy pesada? No juzgues. No señales. Mejor ve y dile que todavía Dios no ha terminado, que recobre fuerzas y haz oración por él, para que vuelva a recobrar fuerzas
La realidad es que la mayoría de los jóvenes apartados no se alejan por cuestiones de pecado, se alejan porque fueron señalados, atacados, menospreciados o simplemente no los tomaron en cuenta.
HAZ LA DIFERENCIA: VE, BUSCA UN JOVEN, APOYALO, AYUDALO A LEVANTARSE.