Por Gonzalo Vega
Este estudio va principalmente dirigido a los hombres para que puedan reconocer que la mujer tiene un gran valor. Vivimos tiempos en que la mujer es despreciada, afrentada, humillada, ultrajada; se le trata groseramente, como si fuera un ser humano de segunda clase. No se le estima en su justo valor; sobran quienes hacen bromas y dicen chistes masculinos en los cuales la mujer sufre de menosprecio y violencia; en determinados niveles sociales, la mujer pareciera un ser desdeñable.
El egoísmo masculino siempre ha querido tener ante ella aires de superioridad. Grandes escritores y literatos se atrevieron a opinar, faltándoles al respeto: Por ejemplo:
Homero: «No debe depositarse ninguna confianza en la mujer…»
Aristófanes: «No hay en el mundo nada peor que una mujer, excepto otra mujer».
Plauto: «Dos mujeres juntas, son peor que una sola…»
Virgilio: «La mujer es siempre mudable y voluble…»
Y hubo otros más groseros:
Dumas hijo: «La Biblia dice que la mujer es la última cosa que Dios creó. Es evidente que la creó por la noche del día sexto y eso sólo revela su fatiga».
El peor de todos y blasfemo: Federico Nietzche: «La mujer fue el segundo error de Dios…»
En otras condiciones, antes de ser cristianos, hubiéramos esbozado una sonrisa, pero hoy ya no, porque podemos rechazar tales opiniones, ya que Dios no condena a la mujer, sino que la pone al mismo nivel del hombre, la bendice, la exalta y nos ordena a los varones considerar su condición y su valor. Demos gracias a Dios por la mujer
Cita base del estudio: 1 Pedro 3:7: Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
Definitivamente, Dios da a la mujer un valor divino. El Espíritu Santo inspiró a Pablo a decirnos a los varones cómo vivir con ellas, como tratarlas; nos habla de su valor espiritual y nos condiciona en esto, para que nuestra oración, pueda ser oída o escuchada ante el trono de Dios ¿Cómo ve usted esto? ¿Qué sorpresas hay en la Biblia, verdad? La mujer no es lo que dice el mundo ni la filosofía popular; la mujer no es lo que se dice ni en las oficinas, ni en las revistas baratas, ni en las cantinas. La mujer no es lo que exhibe el cine, ni lo que muestran las «telenovelas» cursis. Dios es quien la hizo, sólo que el mundo la deshizo, por eso es preciso volver a la Palabra de Dios, para reivindicar a la mujer y volverla a poner en el mismo sitio, donde Dios la conceptúa, la honra, la considera y la respeta.
En el Génesis está perfectamente establecido que hombre y mujer fueron creados a imagen de Dios (Génesis 1:27). Si el hombre, después de ese momento, disminuye el valor de la mujer, si reduce su valor, Dios la vuelve a rehabilitar, cuando casi al final de la Biblia, nos recuerda la obligación de todos los varones de sentir respeto por el ser más hermoso de la creación ¿Cierto o no varones? ¿No es la mujer la creación más hermosa de Dios?
Vosotros maridos… vivid con ellas sabiamente…»Oye y ¿si no soy casado?» Pues también. El soltero debe, si aún no vive con una, tratarlas sabiamente. Cualquiera que sea el nivel masculino, hogar, escuela, club, trabajo, hemos de considerar el valor intrínseco (esencial, profundo), que la mujer trae consigo. Ese valor es un valor que Dios le dio; un valor que toda mujer tiene, y un valor que se debe honrar, por cuanto de Dios viene y Él lo ordena.
Vivid con ellas sabiamente, indica que un varón precisa de sabiduría y de usar de su inteligencia, juicio y comprensión para tratar con las féminas. Se entiende que no se le puede dar a la mujer el mismo trato que al compadre. Y digo esto porque muchos tratan así a su mujer, o peor, porque desconocen la voluntad de Dios para con ellas, o desaíran la sabiduría que de Dios viene.
Lucas 21:15: …porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan ¿De quién son esas palabras? Del Único de quien podemos tomar sabiduría para vivir con la mujer sabiamente; aprendamos de Jesús, el Señor y de su trato con la mujer, ya que Jesús siempre demostró ser sabio en ello.
Mateo 9:20-22: Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; 21porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. 22Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora. Supongamos que, a usted, varón casado, su mujer se le acerca por detrás sin que usted se dé cuenta, para sacarle algo del bolsillo del pantalón ¿Le dice usted con todo cariño: ¡Ten ánimo hija! O ¿qué haría usted? «Oye, pero esa mujer del flujo de sangre, no era la mujer del Señor…» Peor tantito…
Otro ejemplo de una mujer que se acercó subrepticiamente a Jesús:
Mateo 26:7:7… vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa. Varón: Si usted está de espaldas y su mujer le vacía en la cabeza ese frasco de loción que compró en Europa y que le costó muy caro ¿qué hace usted? Mire lo que hizo el Señor: vs. 10-13: Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? Pues ha hecho conmigo una buena obra. 11Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. 12Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura. 13De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
Podía el Señor haberse encolerizado, pero Él no es mexicano, como usted comprenderá… porque Él es sabio y siempre nos enseña la paciencia. Quizás en estos días ninguna mujer haría eso del perfume, pero ¿qué cara pone usted cuando la esposa se gasta toda la quincena en un «ofertón»? Es lo mismo ¿Actúa usted sabiamente para con ella, o le dice hasta de qué se va a morir?
Otro ejemplo: Lucas 13:11-13: y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. 12Cuando Jesús la vió, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad. 13Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y glorificaba a Dios. ¿Varón: Cuándo su esposa está enferma, le ministra la salud del Señor y sigue orando por ella hasta que sana? ¿O la deja ir sola al médico? ¿Le impone las manos para que el Señor le sane o para otro propósito? Hay muchos hombres que no tienen paciencia para con su esposa enferma.Juan 4: 7-12: Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. 8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. 9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. 10Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. 11La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?
Lo curioso de este pasaje es que la mujer samaritana nunca le dio agua al Señor, pero el Señor le amó y con el agua viva le dio una gran lección ¿Cómo actúa usted cuando le dice a la esposa: «dame de cenar» y ella no lo hace? ¿Le da su «agüita»? Imagine que ella responde: ¿Cómo tú siendo varón me pides a mí de cenar… no ves que estoy cansada? (Porque algunos esposos(as) no se tratan entre si).
El Señor quería un poco de agua; la samaritana no le dio agua, pero Jesús le dio a ella agua viva… ¿Trata usted así a su esposa? Ahora un caso extremo:
Juan 8:3-11: Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, 4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. 5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? 6 Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. 7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. 8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. 9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. 10Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. Este es el caso más difícil ¿Qué haría, o cómo actuaría usted si supiera que su esposa adultera? (Como buen mexicano no quiero ni imaginármelo). Jesús le dice a la muchacha: Ni yo te condeno…
«Oye, pero espera… ella no era su esposa… era muy fácil decirle eso…» Pues, déjeme explicarle algo respecto de este asunto: La esposa de Jesús, (o nosotros, su iglesia) es la esposa más adúltera que existe ¿sí o no? Y Jesús murió por nosotros en la cruz y luego nos dice: Ni yo te condeno, vete y no peques más… pero la esposa del Señor sigue adulterando. Y si no, pregúntese: ¿Ya somos santos los cristianos que leemos este estudio? Cuando Jesús resucitó ¿a quién escogió para mostrarse antes que a todos? A mujeres ¿No es esto vivir con ellas sabiamente? Por eso decimos que Jesucristo, nuestra Cabeza, es el ejemplo en todo. Nuestro trato hacia la mujer debe ser como el trato de Cristo, en consideración, en atención, en respeto, en deferencia, en estima ¿Qué más? En amor. Ahora, el apóstol Pedro dice algo más: Vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil… ¿Se ha fijado que el mundo dice lo contrario?
El mundo dice que la mujer es fuerte, porque trabaja más que el hombre, porque soporta parir los hijos, porque su umbral al dolor es mucho más alto que el masculino, y el mundo se ríe cuando se dice que la mujer es el sexo débil. Nosotros los cristianos, no discutimos eso, nosotros decimos con la Biblia que la mujer es el sexo frágil, porque Dios no dijo «débil», ya que Él fortalece a la mujer en todas sus tareas. Dios dice frágil para que el varón le dé honor y el trato hacia ella sea como de un ser frágil.
La definición: Frágil: quebradizo… necesitada de cuidado, de protección, de amor. La mujer es quebradiza, no porque ella quiera, sino por cuanto esa es su condición ¿Quién va a protegerla? ¿Quién va a cuidarla? El varón cristiano fue creado para darle honor como a vaso más frágil. Cada mujercita, cuando nace, trae una etiqueta puesta directamente por Dios. Usted sabe lo que dice la etiqueta roja: «Frágil, riesgo, vidrio…» Lo que indica que tenemos que cuidarla, darle honor y si eres soltero, también, llámese: mamá, hermana, sobrina, prima, cuñada, compañera de escuela, compañera de trabajo, amiga, suegra futura, desposada, socia, quien sea, así sea del servicio doméstico, mesera, subordinada, hermana en Cristo. Fijarse que no dije «novia», porque para el varón cristiano soltero es «desposada».
Tenemos que darles honor porque ellas son el vaso más frágil y también porque la mujer nos es necesaria; yo diría imprescindible ¿verdad varón? 1 Corintios 12:22-27: Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; 23 y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro. 24 Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, 25 que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. 26 De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. 27 Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Cuando Pablo habla del cuerpo de Cristo, dice que los débiles son los más necesarios y que Dios ordenó, dándole más abundante honor al que le faltaba ¿Mira usted con qué claridad nos habla Dios por su Palabra? Ahora ¿cuál es la forma en que el varón da honor a la mujer? Pues muy fácil: siendo leales a ella, siendo fieles a ella (Fuerza y honor son su vestidura).
¿Estamos usted y yo dando honor a la mujer como a vaso más frágil? Y lo más importante: ¿Cómo a coherederas de la gracia de la vida? En esta última frase el apóstol Pedro nos recuerda el valor real de la mujer. La herencia de la gracia de la vida la compartimos con la mujer, es decir que no es algo exclusivo del varón. La herencia eterna es nuestra, pero la mujer es coheredera con nosotros y esto, al través de Jesucristo.
Romanos 8:17: Y sí hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Jesús vino a darnos la herencia, la gracia de la vida y esto, no sólo a hombres sino también a las mujeres.
Gálatas 3:28: Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
Jesús vino a poner en orden cualquier mal entendido en el Antiguo Testamento. El vino a poner en igualdad al hombre y a la mujer, vino a reivindicar a la mujer como un ser humano tan de primera clase, como el varón se siente. Él vino para ubicar nuevamente a la mujer en el lugar que los hombres egoístas le habían quitado desde el Antiguo Testamento, por la dureza masculina del corazón. Y Jesús vendrá para llevar con Él, así a hombres, como a mujeres. El valor, el justo valor, el gran valor: coherederas de la gracia de la vida, «Oye, pero hay mujeres malas, perversas, adúlteras, rencillosas, chismosas…» Eso no es una novedad… hay hombres peores que todo eso ¿o no? Cualquiera que fuera, por negativa que pudiera ser la mujer, recuerde bien: ellas son coherederas de la gracia de la vida. Y eso exige de todo varón, que la mujer esté rodeada de respeto masculino: aprecio, afecto, atención, estima, consideración ¿varones?
Démonos cuenta: cada uno de nosotros provenimos de una mujer. El primer alimento que recibimos al nacer, fue del pecho de una mujer. Los mayores cuidados que recibimos cuando éramos tan débiles, han venido de los desvelos, cuidados, atenciones y privaciones de una mujer. Nadie ha derramado más lágrimas por nosotros, que nuestra madre: una mujer.
Cuando el hombre crece, su mayor anhelo es una mujer, es decir, que recibimos al casarnos, el don de Dios más preciado: una mujer. Los momentos más felices que recordamos son al lado de una mujer.
El mayor placer para el hombre, lo obtiene y lo recibe de su mujer. No son dados hijos en herencia, gracias a la maternidad de la mujer. Nuestro hogar se sostiene en pie, porque dentro de él, hay una mujer. ¿Se ha dado cuenta que cuando muere un esposo, el hogar sigue caminando, como si nada hubiera ocurrido, pero si es la mujer la que muere, es un caos? Muy pocos pueden soportar lo que nos soporta nuestra esposa. Más aún, ningún varón que se precie de serlo, podría vivir realmente, sin una mujer.
Mire: algunos, no habríamos alcanzado salvación y vida eterna, sin el «empujonzote» de nuestra esposa; algunos más no tendríamos un ministerio espiritual, de no tener la intercesión constante de nuestra varona. Yo siempre doy gracias a Dios por habérselo ocurrido crear a la mujer, siempre alabo al Señor porque puso mujeres en el mundo, sobre todo la mía ¿usted?
Si estás soltero, comienza a orar y dar gracias desde ahora, por la mujercita que ya Dios te tiene preparada, esa mujer ya nació; ya está en este mundo, sólo tienes que tener algo que ofrecerle: casa, profesión, un buen sueldo, para después orar: «Señor: haz que encuentre a la que tienes para mí». Y no la harás tu «novia», sino que una vez que el Señor te haya dicho quién es, le dirás: «Roberta ¿quieres ser mi esposa? Compartamos la vida juntos».
Esa esposa será uno de los dones que Dios tiene para ti… ¡y la honrarás!
Vivamos con ellas sabiamente, dándoles honor como a vaso más frágil, como a coherederas de la gracia de la vida, para que nuestras oraciones no tengan estorbo. Esta última frase del versículo que nos da hoy Pedro es algo a tomar muy en cuenta.
Usted ¿quiere ser oído en lo alto? Esta es una de las veces en que la Biblia declara que podemos ser oídos por Dios. Dice en el evangelio, que Dios no oye a los pecadores, no oye a los que no aman a sus esposas, porque la oración así, tiene estorbo.
Godofredo, 15 años de casado, se confiesa cristiano, pero le da Roberta una vida de perro; es áspero, no la considera, es seco y muy desatento con ella; No le da lo necesario para el sostén de la casa, la maltrata, la usa en el lecho conyugal, en ocasiones la insulta; hasta ha llegado a ponerle las manos encima… y no para orar por ella ¿Qué está pasando ahí con todo eso? Que la oración de Godofredo tiene estorbo y por eso al varón le va mal y no le alcanza, y tiene conflictos y choca el auto y no le faltan problemas. Como que valdría la pena revisar hoy algunas cosas: Los solteros: ¿Cómo estás tratando a las mujeres alrededor de ti? Los casados: ¿Quieres revisar el trato que das a tu esposa? Para que luego no vengas aquí a decirme: «¿Quieres orar por mí? Traigo el santo de espaldas. Algo me sucede ¿quieres ministrarme por favor?».
Medite sobre este tema. Reflexionemos cada uno sobre el comportamiento nuestro hacia la mujer, cualquiera que sea su condición, conducta, carácter o actitud. Y si alguno siente que debe pedir perdón a Dios por el trato que ha dado a la mujer o a las mujeres, hágalo enseguida. Vaya a casa y busque a quien haya ofendido y pídale perdón, sobre todo si es la esposa, algún ser femenino muy querido o alguna mujercita.


