Ánge Bea
Independientemente de que haya gente impía que no les importen la guerras e incluso se lucren con ellas, tenemos el convencimiento de que la mayoría de las personas estarían más por la paz, la concordia y la armonía. Sin embargo, parece que siempre hay quienes están más interesados en crear conflictos e incluso avivar los que ya hay. Como el reciente atentado llevado a cabo por la organización terrorista Hamas, en contra de la población de Israel. Y esto no porque estén convencidos de que van a ganar la guerra, sino por los réditos políticos y económicos que les van a acarrear a medio y largo plazo, dado que siempre acabarán siendo las “víctimas” y, como tales, seguir recibiendo “fondos de ayuda” de la Unión Europea. O sea, el «modus vivendi» por diez años más. Y si lo que pretendían es crear un conflicto mayor, involucrando a otras naciones, peor todavía.
Al grupo terrorista Hamas no les importan las vidas inocentes de los que matan sus cohetes y bombas que lanzan desde territorio palestino. ¿Su lema?: ¡Hay que exterminarlos! Claro que para poder dominar a la población palestina tampoco les importó matar a sus dirigentes, primero; principalmente a los que querían negociar la paz con Israel. Tampoco les importa, como en este vil ataque terrorista, el secuestro, las torturas y violaciones de mujeres, etc., sabiendo de antemano lo que esas acciones podrían desatar. ¡Les da igual! No habrá paz con el grupo terrorista Hamas en medio. ¡Jamás!
Pero mi breve reflexión tiene que ver más con el hecho de que después de reconocer que todas las guerras son malas e indeseables, aún en la forma de iniciarlas y hacerlas y el comportamiento que tienen los diferentes ejércitos con la población civil, se ponen de manifiesto la bajeza moral de los ejércitos en guerra y sus dirigentes; o, al contrario, la nobleza de ellos. Porque hay que insistir en ello: los que más caro pagan el precio de las guerras, son los más débiles: Por una parte, los niños y los ancianos; pero por otra, las niñas y las mujeres en general. Y en este caso, doblemente, dado que al sufrimiento que normalmente acarrea toda guerra, se les suma el abuso y la violación por parte de hombres impíos que encuentran “su momento” para satisfacer sus más bajas pasiones, sin medida, y sin que nadie les diga nada, ni que paguen por sus actos criminales. Ha pasado en toda guerra. Y por recordar, la guerra de Yugoslavia en la cual decenas de miles de mujeres musulmanas fueron violadas por hombres no musulmanes sabiendo que, con esa acción no solo “disfrutaban” sin medida, ellos, sino que al humillarlas de esa manera, también humillaban a sus maridos quienes desde ese mismo momento las mujeres eran rechazadas, caso de volver a casa. Ha pasado también en Ucrania y al parecer tambien ha ocurrido por parte de los terroristas de Hamas.
Para unos el tema del conflicto referido está “muy claro”; para otros no tanto. Aquí se mezclan la historia con la teología la religión y la política. Por lo que el asunto se torna más complejo de lo que muchos piensan. Pero la complejidad de ese tema no debería ser excusa para actuar de forma criminal, tratando de imponer por la fuerza de la guerra y/o los atentados terroristas cualquiera de las posiciones en conflicto.
Por nuestra parte oramos al “Padre de las luces” para que arroje luz y más pronto que tarde, acabe la guerra que nunca debieron haber producido y que encuentren la solución definitiva. Aunque un repaso a la historia reciente de las últimas décadas, nos ha mostrado a las claras que hay quienes no quieren ningún “acuerdo de paz”, sino la guerra hasta el exterminio del contrario. Por eso, «no es una guerra más, sino la misma de siempre». Y la respuesta está en quién o quiénes están detrás del grupo terrorista Hamas. Que cada quien saque sus propias conclusiones.



El mundo está por la guerra, la guerra en contra de Dios. Por eso serán condenados. Mychos los llamados, pocos los escogidos.