¿Nacemos inocentes y es la sociedad que nos corrompe? ¿O nacemos corruptos y la sociedad es corrompida por nosotros?

¿Está nuestro destino determinado de antemano? ¿O somos dueños de nuestro propio destino?

¿Somos elegidos por una Fuerza mayor y universal que mantiene unidas todas las cosas en perfecto equilibrio? ¿O es la fuerza de nuestra voluntad la que determina el camino que hemos de recorrer?

– «Él es el elegido… él… traerá equilibrio… ¡entrénalo!». Fueron las últimas palabras del Maestro Qui-Gon a su querido discípulo, Obi-Wan.

– «¡Tú eras el elegido! ¡Se dijo que destruirías a los Sith, no que te unirías a ellos! ¡Traerías equilibrio a la Fuerza, no que la dejarías en la oscuridad!» Fueron las últimas palabras de Obi-Wan a su amado discípulo antes de dejarlo por muerto entre el fuego.

Y, sin embargo, la historia no terminó ahí: ese niño elegido que se convirtió en el rostro del mal, cuando se encontró cara a cara con su propio hijo, venció el mal.

– «Luke… ayúdame a quitarme esta máscara».

– A lo que su hijo le respondió: «¡Pero morirás!»

– El niño elegido, ahora un anciano decrépito, deformado por su propio pecado, respondió: «Nada puede detener eso ahora. Solo por una vez, déjame mirarte con mis propios ojos».

Y al exhalar su último aliento, el niño elegido encontró la redención.

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Entonces, ¿somos elegidos o elegimos nosotros?

La respuesta: Sí… sí.

El error, claramente, está en la suposición detrás de la pregunta que acosa las mentes de todos los hombres: no es una yuxtaposición de lo uno o lo otro; es una perfecta convergencia de ambos. El mal que elegimos, redunda en el bien mayor por causa de Aquel que nos elige. El mal entonces, no es amo ni señor, sino que está al servicio de esa Fuerza Irresistible, que de la noche más oscura, resplandecerá con una Nueva Esperanza.

En verdad, la historia de Anakin, es la historia de todo Cristiano: una historia de redención.

Tomado de «Cristiano Conservador»