Mario E. Fumero

Trasciende por los medios de comunicación y en las redes sociales las críticas sobre los mensajes contradictorios del pastor Roy Santo, el cual se debate entre lo espiritual y lo natural, entre lo político y lo sagrado produciendo confusión, y un aparente alineamiento político con el gobierno anterior. 

No puedo negar que mucha de sus reflexiones son de alto contenido bíblico,  y de acuerdo con la verdad revelada en la Palabra de Dios, pero tristemente todo lo arruina cuando mezcla  las profecías y revelaciones con lo político, lo cual no edifica  la iglesia del Señor, sino que produce, tristemente, muchas críticas y señalamientos de parte de aquellos que ven en su postura un alineamiento ideológico y político en sus prédicas, no ha tomado en cuenta las enseñanzas del Señor Jesucristo cuando les dijo a sus discípulos, al confrontarse a los fariseos en Mateo 22:17-22  “ Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? 21 le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron”.

No podemos ni debemos en nuestras predicas mezclar los asuntos de este mundo con la Palabra del Señor, salvo cuando debamos hacerlo para señalar determinadas leyes que atenten contra nuestras libertades o creencias, imponiéndose antivalores en tal caso defendemos principios, y no ideologías.

El marco histórico de la iglesia primitiva era completamente pagano y corrupto, sin embargo, ninguno de los apóstoles usaron el mensaje de Jesucristo para aliviarse o el confrontarse contra de los sistemas dominantes, porque su mensaje era la de un reino dentro de otro reino, principios teológico fundamental en las enseñanzas de Jesucristo porque el afirmó ante Pilato en Juan 18:36 “… Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí”.

Varios lideres religiosos han amonestado al pastor Roy Santos que se limite a la función pastoral, y se desconecte de la coyuntura política, porque esto no beneficia el testimonio de la iglesia, y tristemente, por sus actuaciones nos catalogan a todos como políticos, cuando la iglesia debe ser apolítica, ya que tiene que sobrevivir y predicar dentro de todos los esquemas de gobiernos con un mensaje transformador.

La corrupción existente en todos los gobiernos, y la misma no tiene un tinte ni de izquierda, ni de derecha, sino que obedece a la naturaleza humana, por lo que el evangelio trata de transformar al hombre, para que las ideologías sean implantadas correctamente, porque los problemas existentes en la política no son problemas de índole político,  sino de característica moral, pues en todas las corrientes políticas, tanto de izquierda, como de derecha y centro hay ideas buenas, pero hombres corruptos, adúlteros, perversos, y también rectos y justos pero el problema no está en la ideología sino en las persona que no viven rectamente. Lo mismo ocurre dentro de la Iglesia, donde supuestamente debe de haber hombres rectos, pero también hay judas Iscariote que venden sus principios y maestros que como Simón el mago qué trató de hacer negocio con las bendiciones de Dios.

Siempre le aconsejo a los pastores que se quieren inmiscuirse en política están de pastor en una Iglesia, que se decidan a quién van a servir. No es correcto, ni ético, ni moral usar la plataforma de la Iglesia para favorecer ideologías políticas, porque no podemos hacer yugo desigual con los incrédulos, ni tampoco, hay compañerismo entre la luz y la tiniebla.

Mi humilde consejo al pastor Roy Santo y a todos los pastores que se quieran implicar en posiciones ideológicas en el ámbito político, que se bajen del púlpito, y que actúen como persona, despojándose de su posición pastoral y religiosa, y actuando como un simple ciudadano, ya que, en condición secular, es lícito una identidad política, siempre y cuando no mezcle la misma con la fe religiosa.

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