“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”; 1 Timoteo 4:1
Mario E. Fumero
¿Qué significa apostasía? Significa «volverse atrás, recaer» (griego.). Pablo fue acusado por los judíos de enseñarle a los gentiles a que apostataran de Moisés (Hechos 21:21[1]).
En realidad, lo que Pablo enseñaba era la libertad de la ley por la muerte de Cristo, y esto, para un judío rabínico ortodoxo constituiría apostasía, olvidando la promesa del Nuevo Pacto, dada por el profeta Jeremías (Jeremías. 31:31-34,) Esta misma palabra se usa en 2 Tesalonicenses 2:3, donde se enseña que el día del Señor no puede venir hasta que no venga «la apostasía» y se manifesté del hombre de pecado, se trata en otros pasajes como en Hebreos 3:12; y 10:26, 28, así como en la Epístola de Judas.
Existe también la advertencia de que este tipo de apostasía se irá generalizando al ir finalizando la presente dispensación, o sea, en los tiempos del fin, con una total decadencia moral (1 Timoteo 4:1-3) donde a lo malo se le llamará bueno, y a lo bueno malo (Isaías 5:20-23).
La apostasía implica una posición en la que se puede caer fácilmente en el engaño, por las influencias del maligno que nos lleva a negar la fe, o abandonar, de forma deliberada, los principios recibidos. No se trata de que un cristiano caiga en algún pecado, sino que abandone definitivamente el cristianismo, para ir detrás de doctrinas de demonios. Este término no se le puede aplicar a una persona no convertida, que niegue lo que nunca acepto, y el cual no ha experimentado una genuina regeneración de conversión.
Sobre el futuro de los “apostatas”, las Escrituras no ofrecen ninguna esperanza para los que caen en esta tremenda herejía. Sin embargo, hay dos puntos de vista al respecto. La teología arminiana, sostiene que una persona regenerada es capaz de apartarse de la fe y la salvación, o de caer. Por otro lado, la teología reformada de Juan Calvino niega rotundamente que un verdadero creyente pueda cometer apostasía, y perder su salvación por ello.
Uno de los pasajes con mayor dificultad interpretativa, y que respalda este aspecto, es Hebreos 6:4-6, que dice: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”.
[1]– “Pero se les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen las costumbres”.


