«Mas sea vuestro hablar: Sí, sí; No, no; porque lo que es más de esto, de mal procede» Mateo 5:37
Mario E. Fumero
Hay un dicho popular que dice que, “el pez muere por la boca”, y en la vida cristiana se evidencia, en forma que hablemos, pues en ello revelaremos lo que somos. Como cristianos debemos ser personas que hablemos claro, que no andar con rodeos, ni usar la diplomacia con mentiras para evadir la verdad. Nuestra forma de hablar debe de ser precisa, clara y firme, aunque al hacerlo algunas personas se molesten con nosotros. El no ser sincero significa ser hipócrita.
Jesús nos ordena que no debemos andar con medias tintas. No podemos engañar a las personas y decir “sí”, cuando lo que hay que decir es «no«. Es costumbre de algunos líderes y pastores evadir responsabilidades diciendo cosas que ellos mismos saben que no pueden cumplir, por ejemplo, decirle a alguien que va a llegar en la mañana, cuando él sabe que no va a poder hacerlo, porque tiene otro compromiso. Muchas veces decir ¡no! Cuando se puede decir un ¡sí!, o viceversa, se convierte en engaño, y, por lo tanto, Jesús dice que tal acción “del mal proceden”.
Reconozco que ser sincero, y al decir la verdad, nos puede traer graves problemas, pero la Biblia enseña que no podemos mentir y evadir la responsabilidad para dar un mensaje o una res-puesta adaptando lo que decimos al gusto del cliente. La Biblia nos enseña que siempre tenemos que hablar con la verdad, ser íntegro y responsable de lo que es recto y correcto.
Es deber cristiano ser personas de una sola palabra. Que su forma de expresión sea coherente con su estilo de vida. No hablemos con ambigüedad ni diplomacia, sí decir la verdad te trae problemas, acéptemelo como parte de las consecuencias de ser correcto y recto, según nos enseña la palabra de Dios. Cuando prediques, no trates de adaptar el mensaje al gusto del cliente, di la verdad con amor como aconseja el apóstol Pablo: “Sino que, siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”, Efesios 4:15, a fin de que lo que digas sea para edificación. No prometas lo que no puedas cumplir. Recuerda las palaras de Salomón en Eclesiastés 5:5 “Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas”.


