“De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos” Romanos 13:2
Mario E. Fumero
Desde las épocas más antiguas la máxima autoridad de una tribu, familia o pueblo siempre era el más anciano del lugar, siendo una cultura existente en los países orientales. En el libro de Génesis aparece el concepto del “patriarca”, para referirse a la persona más mayor en edad dentro de una familia, que ejerce la autoridad de gobierno dentro del hogar. Se menciona a Abraham como uno de los primeros patriarcas (Hebreos 7:4[1]).
Analicemos la etimología. Patriarca procede del griego “partriarchês”, la cual se compone de “patria” que es descendencia o familia, y “archô” que indica mandar. El patriarca se consideraba la autoridad familiar, no es el producto de una elección ni de una imposición, sino el efecto de un proceso de la multiplicación donde los padres se convierten en la autoridad sobre sus hijos, y el esposo como la esposa, gobiernan la vida de estos hasta que se emancipen, o sean mayores de edad. Ellos deben ejercer una autoridad sujeta a las normas establecidas por Dios, corrigiéndolos, disciplinándolos, con sabiduría (Proverbio 13:24, 22:6). Es ahí cuando nace la primera estructura de gobierno en la creación, la cual es la familia, columna vertebral de la sociedad, la iglesia y el mundo.
La autoridad natural es el producto de una entrega y proceso de crecimiento. Se fundamenta en el amor, y conlleva la protección. Esta autoridad es la base de la cual emerge una sociedad sana o enferma. En la medida en que la autoridad familiar fracase, la sociedad sucumbirá, y el temor se perderá. Quien no respeta a sus padres, que es la autoridad natural establecida por Dios ¿Cómo podrá respetar la autoridad delegada y electa? ¿Cómo nace una tribu, pueblo o nación? Cuando varias familias se juntan, y cada cual tiene ancianos, entonces se elige a uno entre ellos que coordine a los demás, y aparece una autoridad que puede ser delegada, o electa.
¿Qué significa el término “delegar”? Dar a una persona u organismo un poder, función o responsabilidad para que ejerza una autoridad delineada según las normas establecidas. Cuando una persona ejerce autoridad, sea natural o electa, se le está delegando una función para gobernar de una forma determinada. Es como el caso de tener un mayordomo, al cual su amo le delegó la autoridad de administrar sus bienes, para pagarle a los obreros (Mateo 20:8[2]) convirtiéndose en una autoridad delegada para un fin determinado.
Sólo puede delegar autoridad, aquel que tiene autoridad, y para ello debe de estar bajo autoridad, según se enseña en Lucas 7:8 “Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace”. Esta autoridad superior debe establecer los parámetros de autoridad que deberá ejercer a quien le delegó una responsabilidad, y el que recibió la comisión, tiene el deber de ejecutar la misión de forma responsable, pues de ello tendrá que rendirle cuenta al amo. La autoridad delegada es puntual, definida y circunstancial, y puede ser anulada o cancelada en cualquier momento, principalmente cuando rompe con las normas establecidas.
¿A quién da cuenta el que ejerce una autoridad delegada? Al superior que le encomendó una misión. Es por ello por lo que, todos los que servimos a Dios somos siervos, y tenemos una responsabilidad ante aquel que nos llamó y nos encomendó la gran comisión (Mateo 28:19[3]), y en algún momento tendremos que dar cuenta de ello al Señor. ¿Cuál es el propósito de la autoridad? Supuestamente guiar, dar dirección y mantener el orden así lo dice Proverbios 11:14 “Donde no hay dirección sabía, caerá el pueblo; más en la multitud de consejeros hay seguridad”.
Hemos estado reflexionando sobre la autoridad natural y la autoridad delegada. Vamos a analizar ahora la autoridad electa, la cual funciona dentro de los sistemas democráticos. En este esquema se eligen a las autoridades mediante el voto, quedando como líder aquel que alcanza la mayoría simple (51%). Dentro del esquema democrático, en donde el poder absoluto descansa la soberanía del pueblo, sus líderes son electos por la mayoría. En las congregaciones existen diversos tipos de autoridad, por lo general prevalece, después del sistema jerárquico o episcopal, el sistema de gobierno congregación el cual consiste en que todas las decisiones trascendentales de la iglesia se toman a través de una asamblea, la cual determina el quehacer administrativo y funcional de la iglesia. Cuando el sistema es jerárquico, no existe una estructura congregacional, sino de autoridad delegada de forma vertical, aunque siempre hay un consejo de líderes donde se plantean las decisiones.
Entre los diversos sistemas de gobiernos existentes, el democrático es uno de los mejores, pues evita el despotismo y la autoridad impositiva. El origen del concepto democrático procede de la cultura griega, y se remonta a la forma de gobierno que se utilizaba en Atenas y otras ciudades griegas a partir del siglo V (a.C.). Aunque la democracia es el mejor sistema de gobierno moderno, dentro de un pluralismo de ideologías, siempre está el riesgo que, al no haber una educación política correcta, y una conciencia colectiva de análisis, aparezcan líderes populistas que engañen al pueblo y lo sometan a una dictadura con matices democráticos.
Pero lo más peligroso dentro del concepto democrático en la iglesia, radica en la inmadurez de los cristianos para discernir o juzgar a sus líderes de acuerdo con los parámetros bíblicos, por lo que últimamente, han aparecido muchos ministros que se han cobijado en la Palabra de Dios, ejerciendo una autoridad impositiva, ignorando el sentir y la opinión de la mayoría de los discípulos. En este aspecto, la Biblia nos enseña que debemos andar en un mismo sentir (Filipenses 3:16[4]), y reconocer que la autoridad bíblica no descansa ni en el poder democrático, ni en la dictadura, sino en el testimonio y el ejemplo que den sus líderes. Es por ello por lo que el apóstol Pedro establece que los pastores deben “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, teniendo cuidado de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino de un ánimo pronto” 1 Pedro 5:2.
Uno de los peores males que puede padecer un país, iglesia o familia, es el tener como autoridad a una persona que se impone por la fuerza, despóticamente, imponiendo sus caprichos, y rompiendo las normas lógicas, legales y bíblicas. Cuando esto ocurre, estamos viviendo dentro de un gobierno dictatorial. Toda autoridad tiene que estar enmarcada en normas jurídicas, morales o espirituales, por lo tanto, tiene límites. Ninguna autoridad puede ser arbitraria o contraria a los derechos individuales o colectivos de la gente. En las iglesias evangélicas algunos pastores anulan el sistema democrático e incluso, el episcopal, que se fundamenta en un consejo de ancianos, para actuar con poderes absolutos, y manipular al rebaño para trasquilado de forma despótica. Lo peor es que manipulan al pueblo de Dios usando la Biblia, para imponer visiones y revelaciones propias, que, como dogmas de fe, rompen la sana doctrina, y si alguien les reclama o les pide cuenta, salen con el cuento de que son “los ungidos de jehová” (Salmo 105:15) y no hay que tocarlos, porque en tal caso son excomulgados, manipulando un texto bíblico para ejercer un autoritarismo despótico. A esto le llamó “la tiranía de los Santos”. La Biblia nos autoriza a confrontar los errores, sea de quien sea; “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo”; (Filipenses 3:18), y rechazar lo que es incorrecto, pues entendemos que nadie es infalible; “Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ese señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence” (2 Tesalonicenses 3:14). Tenemos el derecho a defender todo aquello que no sea conforme a lo enseñado en las Sagra-das Escrituras (Gálatas 1:8[5]), y juzgar de acuerdo con los parámetros bíblicos establecidos en 1 Corintio 6:3-4[6].
[1]– “Considerad, pues, cuán grande era este, a quien aún Abraham el patriarca dio diezmos del botín”.
[2]– “Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros”.
[3]– “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.
[4]– “Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa”.
[5]– “Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema”.
[6]– “¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida? Si, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a los que son de menor estima en la iglesia?”



Pero hoy, miles y miles, jóvenes y mujeres se han apoderado de la autoridad, produciendo la mas grande apostasía de la historia:
Isaías 3:12
12 Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de él. Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen el curso de tus caminos.
En las redes sociales es un cardumen increíble … MUCHOS en su nombre, engañando a MUCHOS, de manera que hay que salir de en medio de ellos, porque ninguno que sigue al Señor podrá sobrevivir con ese vino de fornicación.