EL PARTIDO COMUNISTA DE CHINA ES CAPITALISTA

(Así se «refunda» un país… sin andar con papadas.¿Lo hará Libre en Honduras?)

Análisis de BBC News
Hace 106 años, un pequeño grupo de rebeldes chinos inspirados en la revolución bolchevique de Rusia, que en 1917 acabó con el imperio zarista, formaron en secreto el partido Comunista. Al igual que el comunismo soviético, que se centró en la clase obrera, los primeros seguidores del comunismo chino fueron trabajadores de las grandes ciudades.
Pero, en medio de la persecución que empezaron a sufrir por los nacionalistas del derechista Kuomintang, en el poder, uno de los líderes del partido, Mao Zedong, se alejó del enfoque marxista tradicional e impulsó la insurrección rural para movilizar al vasto campesinado. La estrategia fue exitosa y los comunistas se consolidaron para convertirse en pocos años en el principal rival del partido gobernante.
Tras más de dos décadas de guerra civil intermitente, los comunistas se impusieron y el 1 de octubre de 1949, Mao instauró la República Popular de China sobre la base de las teorías de Marx y Lenin.
Más de un siglo después de su creación, el partido sigue manteniendo el poder absoluto en China. Muchos consideran a su actual líder, el presidente Xi Jinping, como el gobernante más poderoso desde Mao, porque controla el partido, el Estado y el ejército, lo que se conoce como la «santísima trinidad comunista».


La China actual parece completamente diferente –algunos dirían, casi opuesta– al país comunista que concibió Mao, llamado el Gran Timonel. Mao colectivizó el trabajo, centralizó la economía y persiguió a los capitalistas con su Revolución Cultural, pero hoy China es el segundo país del mundo con más multimillonarios.
Unos 626 tienen fortunas superiores a los 1.000 millones de dólares, y 239 de ellos pertenecen al club de los más ricos del mundo. Mientras que Estados Unidos tiene 724 superricos.
Pero el gigante asiático le gana en el ranking de empresas: 124 compañías integran el listado de las 500 corporaciones más grandes del mundo. Estados Unidos, el subcampeón, tiene 121 empresas. En términos de Producto Interno Bruto. Estados Unidos sigue siendo la principal economía del planeta, aunque si se mide en términos de paridad del poder adquisitivo, China es la nación más rica China también tiene los bancos más acaudalados. ¿Cómo se explica, entonces que el país comunista más grande del mundo posea este nivel de riqueza y se encamine a convertirse en la principal superpotencia económica?
La respuesta está en los cambios que se introdujeron a partir de 1978, dos años después de la muerte de Mao. En 45 años, China pasó de ser un país pobre y rural a una potencia mundial. Hizo todo lo contrario a lo pregonaba por Mao: liberalizó la economía, permitiendo el resurgimiento del sector privado, y descentralizó el poder, dejando la toma de decisiones en manos de las autoridades locales. Desmanteló progresivamente las comunas y les empezó a dar mayores libertades a los campesinos para que pudieran administrar las tierras que cultivaban y vendieran los productos que cosechan. Se abrió al exterior, tras sellar los lazos con Washington.
Así, empezaron los contratos comerciales entre China y Occidente, dando paso a la entrada en la economía a enormes inversiones extranjeras y multinacionales icónicas del capitalismo como Coca-Cola, Boeing y McDonald’s. El modelo económico se basa en una economía de mercado, bautizada oficialmente como «socialismo con características chinas».

Es una fórmula exitosa que permite al partido comunista crecer a niveles récord y sostenidamente, durante más de tres décadas. Los líderes posteriores a Mao —Jiang Zemin, Hu Jintao y el actual mandatario Xi Jinpin— mantuvieron el modelo.
China es el principal gigante comercial del globo, produciendo y exportando más que nadie.
Hoy domina la fabricación de ropa, textiles y artefactos eléctricos. Las empresas privadas son líderes en el mercado tecnológico, como la fabricante de computadoras Lenovo y la plataforma de comercio online Alibaba. También la empresa privada más grande, Huawei, lidera el desarrollo de la tecnología 5G y es la mayor fabricante de teléfonos celulares del mundo. Entonces, ¿se puede seguir llamando a China un país comunista? Desde el punto de vista político, la respuesta es: definitivamente, sí.
Un siglo después de su creación, el partido comunista es la única fuerza política y gobierna de forma vertical y jerárquica cada ciudad y región del país. La estructura del partido es piramidal y en su base hay más de 95 millones de miembros.
El presidente es elegido por la Asamblea Popular Nacional –el congreso–, que es controlado por el partido. Y el partido controla a todos los altos funcionarios del gobierno, los líderes de las empresas estatales, las escuelas, los hospitales y los grupos sociales.
El partido no es tan político como se entiende en otras naciones. Es un partido-Estado que presta mucha atención al control de su ideología: no existe la libertad de prensa y, con excepción de unos pocos medios escritos privados, el sector mediático está bajo control estatal. El gobierno mantiene un estricto control sobre internet, los medios masivos de comunicación y las universidades. Persigue a las comunidades religiosas y detiene de forma arbitraria a los defensores de derechos humanos.
Pero si se analiza al país desde una perspectiva económica, ahí la historia es otra.
China está más cerca del capitalismo que del comunismo. Es una sociedad de consumo, lo totalmente opuesto al comunismo. Aunque a primera vista la economía parece completamente capitalista, si se remueve la primera capa, se siente la pesada mano del partido.
La «mano invisible» del partido está en todos los aspectos de la economía.
Aunque las capas más bajas funcionan de manera cercana al capitalismo, el control es definitivamente más visible en lo alto de la pirámide económica: el Estado determina, por ejemplo, el precio del yuan, la moneda nacional, y compra de divisas.
Y controla las empresas más grandes que manejan los recursos naturales. El partido es el dueño de toda la tierra en China, aunque en la práctica las personas pueden poseer propiedades. Y controla el sistema bancario, por lo que decide a quién se otorga préstamos.
Las empresas privadas se someten a inspecciones estatales y tienen «comités partidarios que influencian la toma de sus decisiones. También ocurre con algunas firmas extranjeras, en el caso de que tengan tres o más miembros del partido comunista como empleados. El partido cuenta con 92 millones de miembros.
El borroso límite entre lo privado y lo estatal está detrás de la controversia que afecta a Huawei, luego de que Washington la acusó de ser un frente para el espionaje estatal. Los escasos rasgos socialistas que aún persisten en el modelo económico, hacen que muchos analistas lo tilden de «capitalismo estatal»
Si bien el conflicto se centra en la balanza comercial, muy inclinada a favor de Pekín, Washington y otros socios comerciales reclaman por las enormes ayudas estatales que reciben las empresas privadas, y que las pone en ventaja con sus rivales internacionales. Las empresas privadas tienen una doble ventaja: reciben créditos de bancos públicos y subsidios energéticos del gobierno y controlan toda la producción de energía del país.


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