Mario E. Fumero
No hay nada más decepcionante al trabajar en la obra de Dios que encontrar personas que diciendo ser siervos, actúan como empleado, ignorando los principios del reino, ya que cuando somos llamados el Señor nos demanda negarnos a nosotros mismo, para que ya no viva yo[1], comiéndonos en siervo de Jesucristo, pero con los hechos, no lo demuestran, pues toman la obra de Dios como que fueran “empleados” y no siervos. Pero definamos la diferencia entre siervo, empleado y empresario.
¿QUÉ ES UN EMPRESARIO?
Se define empresario una persona que dirige una empresa, negocio o industria, ya sea propia, o de otro, o la gestiona con el fin de obtener beneficios económicos. La palabra “empresario” nació en la época medieval en Francia, y se denominaba “entrepeneur”, nombre que se le daba al encargado de utilizar los factores de producción, o asumir el riesgo para la construcción de edificios o proyecto. Este concepto se le puede aplicar a los pastores que toman el ministerio como negocio, y estructuran su iglesia como una empresa mercantil, donde venden las bendiciones, ponen el diezmo delante del compromiso, y promueven un mensaje de prosperidad, con un énfasis extremado al bienestar personal. Tristemente la mayoría de los escándalos religiosos que han afectado la credibilidad de las iglesias radica en el enfoque al hecho de “tener” en vez de “ser”, por lo cual algunos ministros han fabricado la teología de la prosperidad, cuyo mensaje central es el tener, usando para ello técnicas ilícitas[2] a través del ministerio, y obtener buenos dividendos, apareciendo muchos obreros fraudulentos[3] que se han hecho millonario[4], usando el evangelio como plataforma de enriquecimiento, y convirtiendo la iglesia en un negocio o empresa mercantil[5].
¿QUÉ ES UN EMPLEADO?
Se denominan empleados a las personas contratadas para desempeñar una función dentro de un horario determinado, y como tal, adquieren derechos y privilegios otorgados según la empresa que lo contrate. Por regla general, su trabajo se limita a ciertas horas, obteniendo beneficios laborales, como derecho a vacaciones, y la obligación del empleador a pagarles horas extras, en caso de que se pase del horario oficial. “Economipedia” define, de forma simple al empleado como: “… aquella persona que brinda sus servicios a cambio de un salario por parte de un empleador. Así, los detalles de este vínculo son definidos en un contrato”[6]. Esto hace que el EMPLEADO pueda exigir sus derechos, ya que su relación con el empleador es circunstancial y definida. Todo empleado queda libre después de cumplir con la tarea asignada, o el tiempo establecido.
¿QUÉ ES SER SIERVO?
La palabra “siervo” en el sentido bíblico se desprende de “esclavo”. Ambas tienen el mismo sentido. ¿Pero qué es un esclavo o siervo? La esclavitud es una institución social muy antigua, que justifica la servidumbre involuntaria de individuos, quienes son comprados o conquistados, teniendo que someterse absolutamente a su amo, convirtiéndose en su «propiedad»[7]. El término “siervo” se emplea, de acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE) para nombrar al esclavo que se encuentra al servicio de un señor. En términos bíblicos, es una rendición incondicional a alguien que tiene el dominio sobre tu vida.
SOMOS SIERVOS DE DIOS
Es común escuchar el término “siervo de Dios” para referirse a un líder religioso, que ostenta una autoridad espiritual en la iglesia. Desglosando la terminología, siervo proviene del latín “servus”, y hace referencia a un individuo que cree, practica y sigue una orden emanada de la Biblia, y a su vez, ejerce una autoridad bien definida hacia otros, por lo cual, siendo un siervo, ejerce una mayordomía.
Debemos diferenciar el servicio secular (como empleado de una empresa), y el servicio cristiano (dentro del reino de Dios, que es la Iglesia). Jesús define las características del siervo en una parábola contenida en Lucas 17:7-10[8]. En la misma relata el hecho de un siervo que está todo el día trabajando en el campo, apacentando el ganado, y al ponerse el sol, regresa a la casa de su amo. Todo el pasaje utiliza ese estilo tan peculiar del Maestro, mediante el cual, les hace preguntas a sus discípulos, y con una pregunta, contesta la otra. Es por ello que interroga a sus discípulos, y les inquiere sobre sí al regresar el siervo, el amo lo invita a sentarse para comer con él, pues supuestamente viene cansado. Después, con la otra pregunta afirmó que el amo más bien le ordena ceñirse[9] para lavarle los pies y servirle la cena, y esperar que él termine de comer, para que después coma el siervo.
Es curioso, pero en el verso 9 hace una última pregunta, la cual encierra el secreto del servicio y servidumbre bajo el señorío; “¿Acaso da gracia al siervo porque hizo lo que se le había mandado?” Y responde; pienso que no, porque por lógica, el siervo es uno comprado para servir, y siempre debe de estar dispuesto a hacerlo, porque para eso fue comprado[10]. ¿Y qué título le da Jesús al siervo después que había hecho todo lo que se le había ordenado? El de “Siervo inútil”.
Aunque ante los ojos de Dios no hay ni siervo, ni libre, ni griego, ni judío, etc.[11], esto no elimina el hecho de que como cristianos, somos llamados para servir todo el tiempo. La grandeza en el reino es servir a tiempo y fuera de tiempo. No es cuando quiera, ni usando mi llamado o posición espiritual para esperar que los demás me sirvan, todo lo contrario, los ministros tienen un apostolado, que es servir las 24 horas[12], porque son mayordomos. Así que, si somos siervos, no podemos ser grandes, y si somos grandes, dejamos de ser siervos. ¿Cómo podemos saber que un ministro de Dios es un siervo verdadero? Por sus frutos los conoceremos (Mt 7:16).
LA MILLA EXTRA
¿Hasta dónde llega nuestra responsabilidad como mayordomo? Esta pregunta no sería fácil de contestar, a menos que nos ubiquemos históricamente en el sentido del escritor bíblico, así como en las enseñanzas de Jesús. Todo mayordomo tiene a su cargo una responsabilidad encomendada, la cual llevará a cabo de acuerdo a los parámetros establecidos en la proclama de Jesús, cuando afirmó que, si somos sus amigos, “debemos de hacer lo que él manda” (Juan 15:14). Pero ¿Qué nos manda Jesús? La respuesta la encontramos en Mateo 5:41[13], donde ordena “ir una milla más”.
Esta ordenanza nos lleva a ir más allá de lo que para el mundo moderno es lógico y normal. Cuando hablamos de la milla extra, hablamos de sobrepasar los límites de la lógica, para entrar al plano del sacrificio; porque el servicio y el ministerio, dentro del concepto bíblico del Nuevo Testamento, envuelve un sacrificio que está condicionado a una rendición incondicional, para hacernos esclavo de Jesucristo según Mateo 19:29[14].
No hay entrega sin desprendimiento. Es imposible ser mayordomo sino estamos dispuestos a renunciar a nuestros propios deseos y caprichos. Es ahí donde aparece el reto de “negarnos a nosotros mismos” para someter todos mis derechos al Señorío de Cristo (Marco 8:34[15]), por lo cual, no debería vivir yo, sino Cristo en mi (Gálatas 2:20[16]), lo que significa poner como prioridad número uno; hacer aquello que el Señor nos ha encomendado con temor y temblor.
EL CELO DEL MAYORDOMO
Ser cuidadoso de aquello que se me encomienda, y que no es mío, envuelve una actitud de protección, y hasta cierto punto de celo. Cuando hablamos de “celo”, inmediatamente pensamos en el celo destructivo, porque esto es lo que ocurre cuando el mismo es posesivo y egoístas; pero en realidad, existe un celo que nace de la responsabilidad y del amor hacia aquello que tengo, poseo, amo o se me encomienda.
En el diccionario definimos el celo como un sentimiento que nace como producto de la responsabilidad. Es el hecho de cuidar algo que con diligencia e interés se me ha encomendado. Esto puede ser un bien material, persona, o encargado. El celo es el producto de un ardiente y activo sentimiento de responsabilidad hacia personas o cosas que están bajo nuestro cuidado, para la gloria de Dios y el bien de las almas. La Biblia habla del celo de Jehová, e incluso, lo menciona como un celo o fuego consumidor (Deut 4:24[17]), porque él que ama, protege aquello que es amado.
¿QUÉ SIGNIFICA EL TÉRMINO “UN CELO QUE ES FUEGO CONSUMIDOR”?
Es sentirse tan responsable y comprometido en cumplir las normas establecidas, que no estoy dispuesto a transgredir, negociar, descuidar o claudicar de los principios o valores que se me han encomendado. El mismo apóstol Pablo sufría, cuando su celo por la obra lo llevó a decir en 2 Corintios 11:2. “Porque celoso estoy de vosotros con celo de Dios; pues os desposé a un esposo para presentaros {como} virgen pura a Cristo”. Vemos que ante de convertirse, el apóstol Pablo (llamado Saulo) fue tan celoso de su judaísmo radical, qué tratando de defender lo que él creía, se convirtió en un terrible perseguidor de los cristianos; sin embargo, nuestro celo por la obra de Dios no debe llevarnos a una posición tan radical; pero sí debemos defender la verdad, y cuidar las cosas de Dios, sin olvidar que debemos de amar aun a nuestros enemigos.
El mayordomo que es fiel debe ser celoso de los bienes que se les ha encomendado, y no debe hacer uso arbitrario de los mismos para sí mismo; debiendo ser cuidadoso como que tendrá que dar cuenta de ello. Un verdadero siervo del Señor debe cuidar los bienes de su amo, pues no son suyos, aunque en nuestros medios no es así, pues cuidamos lo nuestro, pero no le prestamos el mismo interés a los bienes del reino, y es más, abusamos de ellos para beneficio propio, algo común dentro de los sistemas políticos, pero que no debe ser así dentro de la iglesia.
LA PARÁBOLA QUE MUESTRA LAS CONSECUENCIAS DE SER UN MAL ADMINISTRADOR O MAYORDOMO
En el evangelio de Lucas 16:1-13, Jesucristo da una profunda enseñanza sobre el principio de la mayordomía (oikonomos), en la cual, se establecen las bases que deben regir nuestro accionar en el reino de Dios. Deseo transcribir una interesante enseñanza publicada en “Tabletalk Magazine” sobre una explicación clara y concisa de esta parábola, que tiene una gran enseñanza sobre nuestra responsabilidad ante el amo, al cual tendremos que dar cuenta de nuestra mayordomía:
“Nuestra parábola comienza con un «cierto hombre rico» que tiene un «mayordomo» o «administrador» (griego oikonomos; Lc 16:1). “Unoikonomos” en el mundo antiguo era un servidor de confianza que distribuía los bienes o productos de su amo a sus clientes y mantenía un registro honesto de aquellos que le debían a su señor. Sin embargo, este mayordomo es deshonesto. Su amo recibe una acusación de que el mayordomo está derrochando sus bienes (v. 1). Sin dudarlo, le pide que presente sus cuentas y lo despide. Inmediatamente, el mayordomo se pregunta qué hará. Es demasiado débil para cavar y demasiado orgulloso para mendigar (v. 3). Pero luego del pánico inicial, da paso a la sabiduría. Se acerca a todos los deudores de su amo, y les pregunta cuánto deben, y luego les dice que reescriban sus contratos.
Su estrategia es simple. Él les otorga descuentos antes de entregar su carnet de acreditación para que, en sus propias palabras, «cuando se me destituya de la administración, me reciban en sus casas» (v. 4). Su plan se aprovecha de los códigos antiguos de beneficio y hospitalidad. Estos deudores le deben a su amo. Pero si les da un «descuento», entonces le quedarían debiendo un favor a él. Y cuando sepan que está sin trabajo y en la calle, por su generosidad, se sentirán obligados a devolverle el favor y darle un lugar donde quedarse.
Este es un llamado radical a la mayordomía bíblica en una era de riquezas mundanas. Es un plan bastante inteligente, pero ¿es honesto? Algunos comentaristas no lo creen así. Consideran que las acciones de los versículos 57 son deshonestas y contrarias a los deseos de su amo, como un dependiente que regala artículos de la tienda en su último día. Pero si esto fuera así, ¿entonces cómo recibe la alabanza de su amo en el versículo 8? Esto debió ser porque sus acciones fueron realmente loables. Lo más probable es que el mayordomo haya reducido la cantidad adeudada al descontar su propia comisión, para beneficiar tanto a los deudores de su amo, como a sí mismo. En otras palabras, este administrador no es deshonesto por reducir la cantidad adeudada por los deudores (vv. 5-7). Él es sabio. Lo que lo hace deshonesto es que derrocha los bienes de su amo (v. 1). Jesús entonces se enfoca en la sabiduría o la «sagacidad» del mayordomo, en vez de hacerlo en su deshonestidad y declara que «los hijos de este siglo son más sagaces en las relaciones con sus semejantes que los hijos de la luz» (v. 8).
La conexión entre la parábola y la audiencia de Jesús (la de entonces y la actual) se encuentra en el versículo 9: «Y yo os digo: Haceos amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando falten, os reciban en las moradas eternas». Jesús llama a Su pueblo a imitar las acciones sabias del mayordomo, usando riquezas injustas (mundanas) para asegurar una morada física, pero con una gran diferencia. En nuestro caso, debemos usar nuestras riquezas mundanas para hacer amigos y así asegurarnos una morada eterna. Pero esto plantea dos preguntas cruciales: (1) ¿Cómo hacemos amigos mediante las riquezas mundanas? y (2) ¿Cómo esos amigos nos reciben en las moradas eternas?
La respuesta a la primera pregunta se presenta en los versículos 10-13. No podemos «servir a Dios y a las riquezas» (v. 13). Son dos maestros en competencia. Servir a uno significa desobedecer al otro. Amar a uno significa aborrecer al otro. Hacer amigos mediante la riqueza del mundo es un llamado a someter nuestras finanzas por completo a la voluntad de Dios y a los propósitos de Su evangelio en el mundo. Significa bendecir a los necesitados siendo mayordomos «fieles» del dinero de nuestro Señor (v. 10). Pero esto no significa que no seamos bendecidos a cambio.
Eso nos lleva a la segunda pregunta, más desafiante: ¿Cómo esos amigos nos reciben en las moradas eternas? Primero, debemos notar que el verbo «recibir» (v. 9) no tiene un sujeto explícito. Eso significa que los que nos dan la bienvenida al cielo pueden ser los «amigos» terrenales que se acaban de mencionar o, como algunos han argumentado, los ángeles celestiales, que es una forma de decir Dios mismo. El hecho de que la palabra «amigos» aparezca en el texto, hace que tendamos a verlos como el sujeto del verbo «reciban». Pero esto nos puede conducir a la noción antibíblica de que dar dinero al necesitado puede de alguna manera ameritar nuestra entrada al cielo.
La salvación es por la sola gracia, por medio de la fe sola en la persona y obra de Cristo solo. Sin embargo, evidenciamos nuestra fe salvadora por medio de nuestras buenas obras. El versículo 11 lo expresa claramente: «Por tanto, si no habéis sido fieles en el uso de las riquezas injustas [es decir, las mundanas], ¿Quién os confiará las riquezas verdaderas [es decir, el cielo mismo]?». Dicho de otra manera, si fallamos en ser mayordomos fieles de nuestras riquezas terrenales, como al decir: «Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais lo necesario para su cuerpo» (Stg 2:16) no podemos asumir que recibiremos las riquezas celestiales de la vida eterna.
«La fe sin las obras está muerta» (v. 26). Este es un llamado radical a la mayordomía bíblica en una era de riquezas mundanas. Que Dios nos dé la gracia de ver las necesidades de las personas y satisfacerlas con gratitud en nuestro corazón por lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo”[18].
[1]-Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó á sí mismo por mí”.
[2]-Las técnicas ilícitas consistes en el chantaje (si das, Dios te lo multiplica) extorción (Si no das lo que pido, te vendrá calamidad) soborno (si das o hace esto, Dios te premiara y serás un fiel discípulo)
[3]-2 Corintios 11:13 “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo”.
[4]– Lista de pastores millonarios ver: https://tiempo.hn/los-10-pastores-mas-ricos-del-mundo/
[5]-Romanos 16:18 “Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos”.
[6]-https://economipedia.com/definiciones/empleado.html
[7]-Nuevo Diccionario de Teología, Sinclair B. Ferguson. Casa Bautista de Publica-ciones1992
[8]-Lucas 17:7-10 “¿Y quién de vosotros tiene un siervo que ara ó apacienta, que vuelto del campo le diga luego: Pasa, siéntate á la mesa? ¿No le dice antes: Adereza qué cene, y arremángate, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come tú y bebe? ¿Da gracias al siervo porque hizo lo que le había sido mandado? Pienso que no. Así también vosotros, cuando hubiereis hecho todo lo que os es mandado, decid: Siervos inútiles somos, porque lo que debíamos hacer, hicimos”.
[9]– Ceñir quiere decir: Apretar, ajustar o rodear la cintura u otra parte del cuerpo con una prenda de vestir u otra cosa “Ceñirse los lomos” significaba recoger los extremos de las vestiduras en una faja para caminar libremente y rápido.
[10]-1 Pedro 1:18 “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata”.
1 Corintios 7:23 “Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres.
[11]-Efesios 6:8” Ver, Gálatas 3:28.
[12]-2 Tesalonicenses 3:8 “ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros”.
[13]–“y a cualquiera que le obliguen llevar carga por una milla, ve con él dos”.
[14]– “Y cualquiera que dejare casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces tanto, y heredará la vida eterna”
[15]– “Y llamando a la gente con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”
[16] –Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, más vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí.
[17]– “Porque Jehová tu Dios es fuego que consume, Dios celoso”.
[18]-Este artículo fue publicado originalmente en “Tabletalk Magazine”.


