Mario E. Fumero

Existe un interesante libro sobre política que fue diseñado para orientar a los gobernante sobre una forma de hacer política sin escrúpulos, mediante ciertas técnicas las cuales se llaman “maquiavélicas”, por referencia a su creador, que fue Niccolò Macchiavelli (conocido en español simplemente como Maquiavelo). ¿Pero quién fue Maquiavelo? Un filósofo, político y escritor que en 1513 escribió su famosa obra intitulada “El príncipe” -cuyo título realmente es sobre los principados-, en donde enseñó una serie de conceptos y experiencia adquirida en sus años de política, desarrollando expresiones y técnicas muy de modas en la política moderna, para afianzar las dictaduras.

Maquiavelo estableció unos conceptos políticos para hacer prevalecer la injusticia en la política a fin de que los reyes gobernantes pudieran mantenerse en el poder a toda costa. El razonó el antiguo concepto griego y latino que afirmaba, que si divides, triunfas. Este término muy difundido en  política y sociología, se utiliza para definir una estrategia que va orientada a mantener bajo control un territorio y/o una población, dividiendo y fragmentando el poder en distintas facciones o grupos para debilitarlo, de tal manera que no puedan unirse en pos de un objetivo común. Así que el principio de “divide y triunfarás”, que inspiró a Maquiavelo en su libro “El Principe” es un principio lógico que fue establecido por Jesucristo en los evangelios, cuando afirmó que “todo reino dividido contra sí mismo no puede prevalecer” (Marcos3:24). 

Cuando dentro de una familia, iglesia o gobierno existe división entre las personas, la destrucción y el caos será inminente. Esto lo podemos ver en varias áreas de la sociedad moderna. Basta que en un hogar haya divorcio y separación, para que los hijos reciban los efectos negativos de la misma. Lo mismo ocurriría en cualquier empresa o iglesia, pues la división les puede llevar incluso al enfrentamiento físico, creándose las condiciones para la contienda y guerras. 

En el caso específico de mantenerse el poder político, sin tener una mayoría simple, lo que deben de hacer los políticos es dividir el voto en fracciones, mediante la creación de muchos partidos políticos, lo cual llevaría a la democracia a un caos, pues cuando el voto se divide en muchos partidos, ninguno alcanza la mayoría simple, que es la mitad, más uno, a fin de tener un poder representativo en el gobierno. Esta técnica la han utilizado muchos dictadores para mantener una democracia débil, ya que con la creación de muchos partidos políticos, el sufragio se debilitar, y al fraccionarse tanto el voto, nadie alcanza el 51%, por lo que un partido con una minoría de 30 0 40%, las técnicas de fraude, puede alcanza el poder político.

En HONDURAS dividimos el voto entre unos 12 partido, o más, y no podrá ninguno que alcance una mayoría simple para poder gobernar con poder y democracia, lo que hace factible que se deteriore el poder del gobierno reinante, ya que si no alcanza la mitad más uno, automáticamente será un gobierno débil. En muchos países donde existen múltiples partidos, se estila una segunda vuelta entre los dos partidos más votados, son los que pueden ir a la misma. Este punto de vista no solamente crea un gobierno fortalecido, sino establece una verdadera democracia representativa. La otra opción es que la oposición se una en bloque para ser fuerte, principalmente cuando el gobierno de turno tiene tendencias dictatoriales, como ocurre en Venezuela.

Puedo afirmar que el diablo no sabe ni sumar, ni restar, pero tiene un doctorado en división, y cuando divide a la familia, la iglesia, la política está destruyendo la convivencia, y está creando los grandes conflictos que destruyen el fundamento de la convivencia social. Es por ello que, para poder tener una familia sólida, una iglesia sólida, y un gobierno sólido, necesitamos aprender el principio de Jesucristo cuando afirmó que un reino dividido en sí mismo no puede prevalecer y  su debilidad lo llevará a la destrucción.  Aprendamos la lección de la enseñanza bíblica y no usemos la división como arma maquiavélica para destruir los  fundamentos de la familia, la iglesia y el Estado, porque indudablemente en la unidad está la fuerza.

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