Ángel Bea
Llegará el dia en el que la Iglesia estará delante del que la fundó, el Señor Jesús. Entonces ella será una, tanto en su sentir como en su parecer; ella también entenderá de forma perfecta y absoluta aquellas palabras del apóstol Pablo: «Un Señor, una fe y un bautismo» (Ef.4.5).
Entonces no habrá vestigio de denominación, ni de división ni presunción alguna de carácter teológico, ni histórico, ni de supuesta «antigüedad», ni ninguna otra cosa sobre la cual apoyarse y con la cual «ganar» una posición de privilegio delante de la presencia del Señor, Redentor y Maestro de la verdadera Iglesia. Atrás habrán quedado todas nuestras pretensiones vanas que no sirvieron para impresionar al que todo lo ve, todo lo oye y todo lo sabe. El escrutinio de su mirada habrá traspasado la falta de realidad verdaderamente santa de todos los presentes; y el fuego de sus ojos habrá quemado todo lo que a los nuestros tenía gran valor pero… sin tenerlo.
En esa santa y definitiva convocatoria, a nadie le faltará el oído para oír…»como la voz de una gran multitud, como de estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!» Pero también será cierto que muchos que a juicio de otros estarían fuera, también estarán presentes, mientras que muchos que se creyeron con todos los «derechos» para estar, no gozarán en esa santa convocatoria. Dios no se ajusta a nuestro juicio y forma de ver las cosas.


