Mario E. Fumero
Uno de los mayores flagelos que vive la sociedad moderna es la triste realidad de la división, ya sea familiar, social o política. Algunos han afirmado que Satanás no sabe ni sumar, y restar, pero tiene un doctorado en división, y es que la Biblia revela que cuando un reino se divide a sí mismo, difícilmente puede prevalecer (Marcos 3:24).
Este razonamiento nos lleva a reflexionar sobre cómo se debilita la democracia en una nación. Si queremos una democracia débil, hagamos que se proliferen muchos partidos, porque la división de partidos políticos, debilitaría la democracia, ya que el partido que triunfe tendrá un gobierno que no tendrá una mayoría simple, porque cuantos más partidos haya, más dividido y fraccionado quedará el voto. Ninguna democracia podrá sustentar un gobierno fuerte si en las elecciones generales no tiene un respaldo popular avalado por la mitad más uno de sus votantes.
Ideológicamente, existen en el mundo político tres tendencias; las dos principales son la izquierda y la derecha. Existe una tercera que está en el medio de las dos, y que mezcla un poco de ambos lados, la cual denominamos centro, que puede ser un centro izquierda o un centro derecha, sin embargo, tanto en los partidos de izquierda, como en la derecha, existen posiciones diversas, pues hay una derecha radical y otra liberar. De igual forma hay una izquierda con tendencia comunista y otra izquierda con tendencia socialista, y aunque parecen iguales, hay una diferencia entre el moderno comunismo y socialismo, porque una es totalitaria, que anula todos los derechos individuales y libertades, yo también y la otra se fundamenta en la democracia, y no apoya el totalitarismo, pero sí una política de distribución justa de la riqueza.
En un gobierno donde existan dos o tres partidos, la democracia se fortalecerá más, que, si hay cinco o doce partidos políticos, porque indudablemente, el voto que el voto no se fraccionará mucho, habiendo la posibilidad que uno de los tres pueda alcanzar la mayoría simple, que es la base de un gobierno de mayoría.
Si queremos fortalecer la democracia, tendríamos que aceptar que cuando hay más de tres partidos, y el voto no alcanza la mayoría simple, se debería volver a una segunda vuelta electoral entre los dos partidos que más voto tienen, para que uno alcance ese 51% que le daría poder representativo a la hora de gobernar. Si queremos solidificar la democracia, debemos de evitar la proliferación de partidos políticos, pues muchos de ellos, teniendo una misma ideología, caen en el grave error de la división, y todo es producto de la ambición humana, ignorando que al principio bíblico que toda la división destruye la unidad, y nada podrá prevalecer cuando esto ocurre. Cualquier sistema que se fraccione, terminará destruyéndose.
Una de las técnicas maquiavélicas que han usado muchos gobiernoses, es la consigna de “divide y triunfarás”, lo triste es que ese triunfo se vuelve desgracia, principalmente cuando ocurre dentro de la familia o dentro de la sociedad, lo cual genera muchos problemas, creándose contiendas, divisiones, e incluso a veces hasta guerras. también existe la consigna de que un pueblo “unido jamás será vencido”, siendo éste el eslogan que proclaman mayormente los partidos de izquierda, y lo cual tiene mucho desierto.
Debemos ser coherente con la realidad que vivimos. Si queremos que prevalezca una democracia electoral fuerte y representativa, busquemos la fórmula de no dividir mucho a la sociedad en partidos, sino que enfoquemos las dos ideas fundamentales que reinan en la política mundial, y busquemos la forma que el gobierno que triunfé en las elecciones populares sea representativo al menos de un 51% de la mayoría de los votantes, porque si esto ocurre, la democracia se fortalecerá, y la sociedad prevalecerá. No permitamos que las artimañas del maligno nos dividan cada vez más, porque si damos lugar a la división, iremos a la destrucción.
Unidos Contra la Apostasía 