Los pastores no se dan por vencidos porque creen en el llamado que Dios ha puesto en su vida. La mayoría ni siquiera renuncia por razones económicas. Los pastores renuncian porque están abrumados por el agotamiento mental. Hasta que seas pastor, nunca entenderás completamente lo que es llevar cargas emocionales y espirituales que lleva en sus hombros. Abrumado por la preocupación por la ausencia o la distancia de una persona. Su mente está continuamente ocupada con la presentación del próximo mensaje dominical: ¿cómo predicarlo? ¿Sobre qué enseñar? ¿Cómo lo aplicamos? Y aun cuando se prepara, tiene que soportar ser criticado de forma continua. No tiene mucha ayuda, pero sí muchas críticas. Hay muchas personas que le dicen que necesita hacerlo mejor o que algunas áreas de la iglesia simplemente necesitan mejorar.
Los pastores invierten toda su vida en las personas y, sin embargo, las personas le darán la espalda a su pastor a la primera señal de tormenta, generalmente sin una conversación. Los pastores tienen que hacer frente a las disputas y los chismes. Dar consejo a matrimonios rotos o en conflicto. Dar consuelo a los que sufren alguna pérdida.
El pastor navega en las aguas de personas imperfectas con el deseo de ver a cada uno prosperar en su fe. Y anhela profundamente ver un avance espiritual en la vida de sus congregantes. Tu pastor anhela lo mejor para ti. Todo esto, mientras intenta luchar contra su propia carne y crecer en su propia relación con Dios.
El pastor tiene que lidiar y soportar la negatividad. El pastor está continuamente cuidando a las ovejas mientras se defienden de los lobos que lo atacan muchas veces sin compasión. ¿Qué mantiene a un pastor en marcha? Tú y su familia. Así que ora por tú pastor. Sirve con tú pastor. Habla con tú pastor. Anima a tú pastor, también es humano. Te necesita más de lo que crees.
Los verdaderos pastores sufren por sus ovejas y son incomprendidos y solo tienen sus esposas y sus hijos, y sufren en silencio
He leído algunos libros de liberación, y pues si bien es cierto lo que usted escribe, sin embargo creo que falta guerra espiritual, según esos libros la situación cambia cuando hacemos guerra espiritual teniendo conocimiento pleno de lo que queremos y lo que necesitamos hacer. DIOS cuando nos unge también nos da armas para alcanzar siempre la victoria. Llevo guerreando en mi país contra muchos brujos que han intentado quitarme de en medio, ellos son siervos del diablo, soy EVANGELISTA y se que sin poder no puedo salir a predicar, pero como PASTORES más aun, si algo no funciona pues traigan un profeta, además en una iglesia deben tener además del pastor siempre una evangelista que nos enfrentamos cara a cara con el enemigo constantemente, un profeta es esencia y más aún un grupo de intercesión, ellos deben tener un corazón limpio, los intercesores están cerca al corazón de DIOS. He pasado por una que otra iglesia y puedo sentir que hay demonios dentro y nadie los saca. No debemos permitir aque el enemigo no derrote, leí la historia que usted escribió del pastor que murió pobre y abandonado, pues yo no me dejó, hay que pararse a hacer guerra, el enemigo les puso en contra a la misma gente de la iglesia, pero le faltó FE creo yo, posiblemente le atacaron espiritus malignos que lo enfermaron, pero la BIBLIA dice que el SEÑOR JESÚS llevó nuestras enfermedades, a menos que el SEÑOR hay permitido esa Aflicción pero para fortalecer su fe y su espíritu. Esto es una guerra, de víctimas no ganamos nada. Que hizo el pueblo judío al salir de Egipto?? Pues guerras con mucha gente, los que confiaron atravesaron el Jordan, los que no lucharon y se levantaron contra el enemigo pues murieron en el camino. Eso es el CRISTIANISMO, salir de Egipto enfrentar guerras, cruzar el desierto y llegar a tierra prometida, nada fácil, pero de la mano del ESPÍRITU SANTO nada imposible. Bendiciones hermano Mario