Mario E. Fumero
Existe un peligro latente en la dependencia a la Inteligencia Artificial (IA) y lo puedo expresar por mi propia experiencia. Antes de qué existieran las calculadoras las cuales agilizarán las operaciones matemáticas, mi mente podía operar fácilmente algunas operaciones matemática comunes, como división, por ciento, suma y resta y podía retener más fácil los cálculos, pero cuando comencé a depender de las calculadoras electrónicas, y al cabo de los años, me hice tan esclavo de las mismas que perdí la capacidad mental para manejar los número en operaciones sencillas, y se fue anulando mi agilidad al grado tal, que ahora dependo mucho de una calculadora para hacer operaciones simples, que antes las podía hacer rápidamente de forma mental. ¿y por qué este fenómeno? Porque a depender de la tecnología sin darnos cuenta nos va, nos vamos anulando lentamente.
En la medida en que dependemos externamente de otros recursos para hacer algo mentalmente, nos vamos condicionando, porque una característica de los seres humanos es buscar siempre lo más fácil, y al dejar de pensar para depender de inteligencia externa, nuestra propia inteligencia va de decreciendo y llegará el momento en que los recursos externos anulen completamente nuestra capacidad creativa y de razonar, para convertirnos en zombis viviente dominados por la tecnología.
Qué fácil le es a un estudiante universitario en estos tiempos elaborar una tesis buscando un recurso tecnológico como el de una inteligencia artificial, la cual le elabore el proyecto, y después, él le da unos cuantos retoques, y lo presenta como su propia creación ¿Será este propósito por el cual hizo la tesis? Esto nos lleva a entender que cuanto más avanza la inteligencia artificial, más inútiles mentalmente nos volvemos y más ignorantes serán los seres humanos.
Tristemente llegará el momento en que esa inteligencia artificial nos desplaza a un segundo plano, para ocupar nuestros lugares laborales, y hacer tareas mucho más rápida y eficiente, que la que podría hacer un ser humano normal.
Imagínense ustedes el tener un robot inteligente haciendo la función de un periodismo, o de robot policía, actuando frente a la delincuencia, o tener una secretaria robótica, que atienden a las personas. Detrás de ellos habrá un ser humano que, aunque los maneja, quedará anulado en otras muchas funciones, y quién sabe si llegue el momento que ese que el manejo de esa inteligencia artificial también termine anulando a él, quedando cautivo de la misma. Este hecho fue representado en muchas películas de ciencia ficción, como “Yo, Robot” (2004) interpretada por Will Smith en donde los robots tienen el papel clave de manipular la vida diaria y revelarse contra el sistema provocando el control de este. Aunque esta película en su tiempo era una ciencia ficción, hoy es una realidad patente.
No niego que la IA nos puede ayudar en muchos aspectos, como las calculadoras eléctricas, y los sistemas digitales, pero siempre existirá el peligro qué el ser humano le sedamos tanto espacio a la accionar de estos elementos, que si daros cuenta, quedemos atrapados y cautivos en nuestra mente, al sometimiento de esta IA que condiciona la inteligencia humana a la IA, convirtiéndose en un esclavo de esta.
Es por ello por lo que el apóstol Pablo dijo que todas las cosas son lícitas, pero no todas convienen. Lo importante es establecer los límites hasta donde podemos usar la IA y la tecnología, para no convertirnos en zombis de ella, y ser manejado en nuestros criterios y gustos, convirtiéndonos en seres programados por una inteligencia que nosotros mismos programamos.
Quiero concluir este análisis estableciendo el criterio qué todo lo artificial debe tener límites, y este límite lo establecemos nosotros, ¿Hasta dónde debemos depender de la tecnología, sin que anule nuestra capacidad de pensar? ¿Hasta dónde debemos acudir a la IA sin volvernos esclavos de ella? ¿Podrás llegar el momento en que como dijo Albert Einstein, la tecnología nos convierte en idiotas?
Todo en la vida tiene un límite, y esto dependerá de nuestra razón. No permita que nada pueda anular tu capacidad de razonar, entender y comprender, de lo contrario, nos haremos esclavos de aquello que nos domine.
marioeduardofumero@gmail.com


