EL MALTRATO FAMILIAR

Mario E. Fumero

Parte del libro «Un Futuro Decepcionante»

En los últimos años, la problemática del abuso familiar se ha convertido en un fenómeno social que cada vez se hacen más evidente. Según informes de la policía, se reciben a diario más del 60% de denuncias vía telefónica, que tienen que ver con el maltrato familiar. Recientemente vimos en los noticieros como un hombre maltrataba a su mujer, mientras esta tenía en sus manos a un niño pequeño.

ENFRENTANDO LA VIOLENCIA DOMÉSTICA

Aparte del maltrato físico de muchos padres a sus hijos, vemos cómo se ha proliferado la agresión física de los hombres a su compañera de hogar llamándose cristiano. No es un problema hondureño, en España la agresión física de los hombres a sus mujeres es preocupante. Muchas esposas han sido asesinadas por sus maridos, y aunque siempre este problema ha existido, en estos tiempos, y gracias a los medios de comunicación, todo sale a la luz pública más rápido, y las mujeres maltratadas están denunciando a sus compañeros de hogar.

El hecho de que un hombre maltrate a su mujer es un acto de cobardía, atentatorio contra los principios de la Biblia, por lo que es inaceptable. La Palabra del Señor enseña que el marido debe tratar a su mujer como un vaso frágil, dándole honor y respeto. Sin embargo, hemos heredado de los conquistadores un machismo que nos lleva a una actitud despótica dentro de la vivencia familiar. Si desde el punto de vista civil se considera un delito el maltrato físico de un hombre a su mujer, desde el Imagen que contiene parado, hombre, mujer, agua

Descripción generada automáticamentepunto de vista cristiano se considera una acción inmoral y violatoria a los principios de la Palabra de Dios. Hay denuncias que trascienden a los medios de comunicación, donde pastores y líderes religiosos maltratan a sus mujeres e hijos, algo intolerable dentro del quehacer de la iglesia.

PASTORES QUE ABUSAN

 En varias conferencias sobre la familia que he dado, algunas esposas de pastores me han contado como sus maridos han abusado de ellas físicamente, alegando ser la cabeza, lo que afrenta la Palabra de Dios. Un hombre que hace tal cosa, no debe ejercer un ministerio religioso, porque sus acciones denigran el evangelio, tal conducta atenta contra las enseñanzas del apóstol Pedro, que ordena al hombre vivir con ella sabiamente, como vaso frágil, añadiendo incluso que es coheredera[1] estableciendo que ambos asumen la misma responsabilidad delante de Dios en cuanto a la formación de los hijos.

Ser cabeza del hogar[2] no es ser cabezón, ni ser el que más manda, sino responsable de administrar el orden y respeto dentro de los esquemas dados por Dios en su Palabra, la cual nos impide abusar de la autoridad. Debemos recordar que, si el hombre es la cabeza del hogar siempre y cuando Cristo sea la cabeza del hombre, y tiene que actuar de acuerdo a los principios dados en la Palabra.

OTRA REPERCUSIÓN DEL

ABUSO DE AUTORIDAD

Pero el abuso de los hombres sobre las mujeres tiene otras repercusiones peores, y es el daño psicológico y emocional que tales conductas producen en los hijos. ¿Por qué los hombres son violentos con sus mujeres? ¿Por qué aparecen cada vez más casos de abuso familiar? Existen varias razones para que se dé este fenómeno.

La primera de todas, es la falta de respeto y educación de los hombres hacia las mujeres. Esto tiene mucho que ver con la herencia cultural que hemos recibido, así como los conceptos erróneos sobre el término “ser cabeza”, lo cual no indica superioridad, sino responsabilidad.

El segundo factor que desencadena la violencia doméstica es la desconfianza y el celo, común en aquellas personas con características psicológicas de ser coléricos y posesivos, o de tener una mala formación espiritual o de haberse casado muy joven sin alcanzar madurez emocional.

La tercera causa, y la más común en nuestros medios, es el alcoholismo. Un hombre bajo el efecto del alcohol pierde el control de sí mismo, y actúa de forma violenta, aunque en su estado normal no lo sea. Las mujeres, por miedo, calla los abusos familiares, aunque cada vez más se está rompiendo el temor para denunciar los maltratos físicos, y se está legislando para proteger la integridad de la familia. Lo que más preocupa del abuso de los hombres sobre las mujeres, es la repercusión que tales conductas tienen en los hijos, los cuales, al vivir estas terribles experiencias, optando por irse de la casa, desarrollando un odio que desencadena en violencia juvenil. Mi consejo a las mujeres que sean maltratadas por sus esposos, es que piensen en sus hijos, y denuncien a sus maridos, sin importar la posición social que tenga. El que agrede a una mujer es un cobarde, y debe ser confrontado por la justicia, para que actúe como hombre, honrando y respetando a su esposa, como Cristo amó a la iglesia (Efesios 5:25)[3].

¿Y QUÉ DE LA DISCIPLINA DE LOS HIJOS?

          Uno de los factores más importantes para la formación emocional y del carácter de los hijos, es el establecimiento de la disciplina dentro del hogar. Sin una disciplina no se puede forjar el temor y frenar el egoísmo, latente en todo ser humano. El término disciplina involucra dos conceptos. En un aspecto se refiere al orden que establecemos en la educación del niño, o sea, vivir una vida ordenada en cuanto al horario de sus diversas actividades y mantener en orden la cama, ropa y demás responsabilidades dentro del hogar. El otro aspecto se refiere a la corrección, amonestación, castigo dentro de la formación del carácter.

          Para ello debemos usar medidas correctivas, que se catalogan “castigo”. Puede haber castigo físico, aplicable en los primeros siete años, y castigo moral, que es privarle de algo que le guste, excepto de la comida y demás necesidades personales. ¿Qué podemos prohibirle? Aquello que le guste y no sea imprescindible, como, por ejemplo; ver televisión, salir a jugar, etc. El término “castigo” no gusta mucho, pero es la forma de implantar normas y corregir las violaciones que se cometen a las leyes o disciplinas enseñadas. El castigo induce el temor, que opera como freno hacia la desobediencia o violación de las normas establecidas. Es necesario que el hijo aprenda a obedecer, tanto las leyes familiares, de higiene, sociales y espirituales.

EL FRENO FRENTE AL PECADO

          El temor significa miedo o respeto, con la conciencia de que, toda desobediencia trae consecuencias. Cuando la sociedad pierde el temor, queda a expensas del desorden, la indisciplina y el caos. El temor es un freno que nos detiene ante el peligro, o sea, evita las consecuencias que genera la desobediencia a las leyes o normas establecidas. Toda violación a las leyes, físicas, morales o espirituales siempre nos pasan factura.

          Uno de los males de la sociedad moderna es la tendencia a la indisciplina y desobediencia, siendo la causa del desorden y los conflictos que actualmente padecemos como nación. Cuando exaltamos los derechos, obviando los deberes, cuando la justicia no impone respeto o temor, creando la impunidad, cuando los hogares se destruyen, y los padres no cuentan con la autoridad jurídica para disciplinar a los hijos, formamos una generación deformada. Cuando los hijos no respetan a los padres, ¿Cómo podrán respetar a las autoridades?

          El sistema jurídico predominante ha establecido tanta protección al individuo, con un énfasis extremo a los derechos humanos, que hemos ignorado las normas, reglas y leyes que nos deben gobernar, así como las consecuencias que pueden acarrear la desobediencia.  La tolerancia extrema y la impunidad, por falta de temor al castigo, son los dos males que aquejan nuestra sociedad moderna. A ello ha contribuido el liberalismo psicológico y jurídico, prevaleciente en los países llamados industrializados, los cuales han exportado su influencia neoliberal al tercer mundo, rompiendo la estructura tradicional basada en una familiar con reglas rígidas. En realidad, somos más educados intelectualmente, pero menos culto prácticamente.

          Si queremos superar la crisis de inseguridad que vivimos, lo primero que tenemos que hacer es restaurar la disciplina dentro del seno de la familia e imponer los deberes sobre los derechos. No cabe duda que es necesario implementar castigos para infundir temor, y lograr que la disciplina funcione, pero esto sólo se logra cuando podemos inducir el temor a los que viven desordenadamente. La disciplina significa orden, respeto y obediencia a las pautas establecidas. Comienzan en el hogar para terminar dentro de la comunidad en la cual vivimos.

          ¿Queremos superar el caos social que vivimos? Forjemos una sociedad disciplinada, enseñándole a las personas que toda desobediencia trae consecuencias. Sólo así podremos frenar el anarquismo que está viviendo nuestra humanidad.


[1]1 Pedro 3:7 “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”. 

[2] Efesios 5:23 “Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia; y él es el que da la salud al cuerpo”.

[3]– Efesios 5:25 “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”.

Acerca de unidoscontralaapostasia

Este es un espacio para compartir temas relacionados con la apostasia en la cual la Iglesia del Señor esta cayendo estrepitosamente y queremos que los interesados en unirse a este esfuerzo lo manifiesten y asi poder intercambiar por medio de esa pagina temas relación con las tendencias apostatas existentes en nuestro mundo cristiano.
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