Mario E. Fumero
Venezuela ha vivido momentos críticos en estos últimos 20 años, pero como ahora, jamás. Hugo Chávez, de forma democrática, estableció la doctrina conocida como el chavismo, o lo que él denominó “el socialismo del siglo XXI” siguiendo las reglas del juego democrático y creó una izquierda moderada que lentamente se fue radicalizando. Con su muerte heredó el movimiento Nicolas Maduro, sin experiencia y con un bajo nivel intelectual.
¿Qué está ocurriendo en Venezuela? Simplemente el sucesor de Chávez, Nicolás Maduro y sus aliados, después de haber acudido a unas elecciones libres, no han aceptado la derrota, la cual se ha hecho evidente a través de todos los medios de comunicación, originando que incluso sus aliados de izquierda como el presidente de Brasil, Colombia, Chile, y México hayan puesto en tela los dudosos resultados que proclaman la victoria de Nicolás Maduro en vista a que no se han publicado las actas de los colegios electorales, que contienen los detallados de las elecciones que supuestamente le dio el triunfo a la oposición.
Es lógico pensar que el presidente Maduro trate por todos los medios de retener el poder porque al salir de la presidencia, le espera un triste camino, ya que es acusado en la corte internacional de violación a los derechos humanos, y por los Estados Unidos de ser líder de un cartel del narcotráfico, lo cual le ofrece un panorama muy sombrío una vez que él, y su séquito dejen el poder, por lo cual trata por todos los medios de retener la presidencia.
Todo el mundo reclama la publicación de las actas electorales, y aún sus aliados más cercanos apoyan tal solicitud, colocando a Maduro entre la espada y la pared.
El panorama se complica cuando las Naciones Unidas, la OEA, y la comunidad Económica Europea rechaza su proclamación como presidente, y los Estados Unidos, junto a otras naciones, le dan un ultimátum para que entregue el poder al verdadero ganador de las elecciones.
No cabe la menor duda que si Maduro y su séquito abandonen el poder, les espera la cárcel, o el destierro, aunque sí cuentan con muchos recursos económicos para vivir felizmente un cualquier paraíso fiscal toda la vida, pero lograrán sus objetivos.
La situación de Venezuela es crítica y su solución muy peligrosa. A los dirigentes del gobierno no les queda otra salida que reconocer su derrota, o enfrentarse a una situación calamitosa que afectará tristemente a la población de Venezuela. De manera que solo hay una salida, dejar el poder, reconocer la derrota y buscar un refugio seguro, pues de lo contrario, enfrentarían los tribunales internacionales o la amenaza del imperio norteamericano de sacar a Maduro por la fuerza, algo que no sería prudente.
Necesitamos orar para que los cambios que se originen en Venezuela no lleven a un baño de sangre, y la represión del gobierno no siga extendiéndose por todo el país. Es necesario que prevalezca el diálogo y la coherencia para evitar una mayor catástrofe en uno de los países más ricos de América Latina, pero que actualmente tiene la pobreza más grande del continente latinoamericano.


