Mario E. Fumero
En el mundo moderno estamos observando cómo una mayoría se encuentra sojuzgada y amenazada por una minoría que quiere imponer su ideología de forma arbitraria y por la fuerza, irrespetando los principios y las creencias de esa mayoría. Estamos viendo como en Honduras hay una polarización entre los que defienden la familia clásica y bíblica, frente a los que quieren imponer la agenda LGTB del género, la cual tiene que ver con los deseos sexuales de ciertos grupos, que luchan por imponer sus deseos sexuales y su forma de pensar por todos los medios, obligando que la mayoría que no sólo les respete en sus tendencias, sino que también respalden y apoyen su intervención en todas las facetas de la vida social.
Las inclinaciones sexuales están dentro de un plano del derecho individual, y nadie tiene porque intervenir en la intimidad de aquellos que han decidido actuar sexualmente como más le plazca, viviendo en promiscuidad, homosexualidad, e incluso tener relación con animales, pues en algunos países hasta se casan con sus mascotas. Cualquier tendencia que tenga un individuo es valedera para él, y debe ser respetado, y no discriminarlo por la vida sexual que tengan, pues es un acto íntimo.
Todos tenemos los mismos derechos, y aunque no comparta los tuyo, debo respetarlo, pero lo que no podemos aceptar es que traten de imponerlo a mí y a mis hijos, de forma impositiva, ya que su ideología no puede anular la nuestra, bajo el supuesto de que los derechos de las minorías deben ser impuestos por ley bajo el lenguaje de inclusión, violentando de esta forma los derechos de la mayoría.
En la problemática de los desfiles patrios, algunos proponen que los movimientos LGTBQ desfile junto con los estudiantes de instituto y escuela, porque según afirman, tiene que ser un evento inclusivo. Debemos establecer el criterio de qué cada gremio, ideología, y creencia tiene derecho a manifestarse de acuerdo a lo establecido. Por ejemplo; el movimiento LGTBQ tiene su celebración del desfile del orgullo gay. Los trabajadores tienen su día para manifestarse y reclamar sus derechos en el día del trabajador. Los evangélicos tienen su desfile y manifestación en la celebración del día de la Biblia. Los católicos tienen sus procesiones en la semana santa, y los estudiantes tienen su desfile para celebrar las fiestas patrias como parte del currículo académico. No es correcto que un grupo socave la celebración de otro grupo.
Los desfiles tienen una motivación determinada y no deben intervenir los que piensan diferente, porque hay que respetar los criterios y la forma de pensar de todos los grupos, porque la inclusión no es confusión, ni tampoco imposición.
El otro aspecto que me asusta, fue la expresión de un viceministro de educación cuando relaciona la palabra patria, con patriarcado, alegando que había que eliminarla en las celebraciones del 15 de septiembre. Si eliminamos la palabra patria tenemos que eliminar parte de la historia, el himno nacional, y los conceptos relacionados con la identidad nacional proclamada por los próceres, y del acto cívico.
Busquemos en el diccionario el sentido de la palabra patria que es: “la tierra a la cual se siente ligada una persona por motivos jurídicos, culturales, históricos o afectivos”, y se vincula por el hecho por haber nacido en ella, mientras que patriarcado es “una forma de organización social en el que el hombre ostenta la autoridad y ejerce su posición dominante sobre la mujer” y aunque se parecen, no son iguales, porque ambas palabras tienen connotaciones diferente. Es triste ver que, para justificar la inclusión de la ideología de género en un evento cívico, se trate de cambiar los conceptos, para dejar un término genérico que altera los 101 años de historia, no sólo el sentido correcto de los conceptos, sino también en las costumbres de la nación.
Yo espero que se respete tanto los derechos de la minoría, como los derechos de la mayoría, y que cada cual tenga la oportunidad de expresarse libremente, sin crear una crisis que nos divida más de lo que estamos, y que, por la imposición de unos sobre otros, radicalizando nuestra convivencia. Es por ello que hago mía la expresión del prócer mexicano Benito Juárez cuando afirmó que “respeto al derecho ajeno es la paz”.
Unidos Contra la Apostasía 