EL ESPEJO Y LA MARIPOSA

A manera de alerta sobre las consecuencias perjudiciales de la adicción a los móviles y a las plataformas sociales, publicamos la siguiente historia: Había una vez un pequeño pueblo llamado Technocigalpa, conocido por sus hermosos paisajes y su comunidad unida. Los habitantes de Technocigalpa eran felices y vivían en armonía, disfrutando de la naturaleza y las actividades al aire libre. Un día, un misterioso comerciante llegó al pueblo con un nuevo invento: los móviles inteligentes. Prometió que esos dispositivos harían la vida más fácil y divertida. 

Los habitantes, curiosos, compraron los móviles y pronto comenzaron a usarlos para todo: comunicarse, trabajar, y entretenerse. Al principio, los móviles parecían ser un milagro. La gente podía mantenerse conectada todo el tiempo, compartir fotos y videos, y acceder a una infinidad de información con solo un toque. 

Sin embargo, poco a poco, algo extraño comenzó a suceder en Technocigalpa. 

Los habitantes empezaron a pasar cada vez más tiempo mirando sus pantallas, perdiendo el interés en las actividades que antes disfrutaban. 

Los niños dejaron de jugar en los parques, los adultos ya no conversaban en las plazas, y las reuniones familiares se volvieron silenciosas, con todos absortos en sus móviles. Más temprano que tarde, los habitantes comenzaron a sentir los efectos negativos.

Marta, una joven estudiante, notó que ya no podía concentrarse en sus estudios y que se sentía constantemente ansiosa. Juan, un padre de familia, se dio cuenta que sus hijos preferían pasar tiempo en sus habitaciones con sus móviles en lugar de jugar con él. La abuela Clara, que solía disfrutar de charlas con sus vecinos, se sentía más sola que nunca, ya que todos estaban ocupados con sus dispositivos.

Un día, un sabio anciano del pueblo llamado Abel, que nunca había adoptado el uso de los móviles, decidió hablar con la comunidad. 

Los reunió en la plaza principal y les contó una historia: “Había una vez una mariposa que vivía en un hermoso jardín. Pasaba sus días volando de flor en flor, disfrutando de la belleza de la naturaleza. Un día, la mariposa encontró un espejo mágico que reflejaba una imagen aún más hermosa que el jardín.

Fascinada, la mariposa pasó todo su tiempo frente al espejo, olvidándose del mundo real. Con el tiempo, la mariposa se volvió débil y perdió la capacidad de volar, porque había olvidado lo que realmente importaba: el mundo que la rodeaba».

Los habitantes de Technocigalpa entendieron el mensaje del sabio. Decidieron tomar medidas para cambiar su comportamiento. Establecieron horarios limitados para el uso de los móviles, organizaron actividades comunitarias, y comenzaron a valorar más las interacciones cara a cara. Poco a poco, el pueblo recuperó su espíritu y alegría. 

Marta volvió a disfrutar de sus estudios y de la compañía de sus amigos. Juan redescubrió el placer de jugar con sus hijos al aire libre. La abuela Clara volvió a compartir charlas y risas con sus vecinos. 

Los habitantes de Technocigalpa aprendieron que, aunque los móviles y las redes sociales pueden ser herramientas útiles, es importante usarlos con moderación y no permitir que sustituyan las verdaderas conexiones humanas y la belleza del mundo real. Así fue que el pueblo de Technocigalpa floreció nuevamente, más fuerte y unido que nunca, recordando siempre la lección del sabio: no dejar que la ilusión de una pantalla nos haga olvidar la realidad que nos rodea. ¿Entenderá la gente? 

Diario La Tribuna, Junio 1 de 2024.

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