Mario E. Fumero
No nos enfrentamos a un panorama bélico en el Medio Oriente que posiblemente nos lleve a una guerra regional de dimensiones incalculables, ya que Israel está luchando por su supervivencia en tres frentes de conflictos de los enemigos que le atacan violentamente y pone en peligro su estabilidad social.
Analicemos detenidamente su lucha con grupos terroristas Hamas, del grupo palestino que en Gaza atacaron primero al territorio de Israel, matando indiscriminadamente a cientos de ciudadanos. Por otro lado, en la frontera del Líbano se enfrenta al grupo terrorista Hezbolá, qué opera el territorio libanés lanzando cohetes contra poblaciones civiles de Israel, para complicar más el panorama, se enfrenta a los ataques de Irán, un enemigo histórico desde épocas bíblicas, conocido bíblicamente como los países pérsicos.
Todo este panorama que hoy estamos viendo tiene una larga historia, pues tanto Hamás como Hezbolá vienen luchando contra Israel desde la década de 1980, sus aspiraciones es destruir el estado judío. Estos hechos están bien reflejados en las profecías bíblicas. Es por ello por lo que debemos estudiar los capítulos 37 y 38 del profeta Ezequiel, en donde se describe la restauración de Israel como nación (37) y su posterior lucha con todos los países vecinos, mencionando incluso a Irán y Moscú como los países del norte (38).
Indudablemente que Israel será atacada por todos los países árabes que le rodean, lo que desencadenará el preámbulo de lo que en profecía bíblica llamar la gran tribulación, por lo que estos acontecimientos crearan las bases para de un gobierno mundial presidido por el anticristo.
¿Qué puede ocurrir con estas guerras? Puede desencadenar un ataque nuclear, o un ataque que destruya la mezquita de la Doma de oro, lo cual se encuentra en la explanada donde estuvo el antiguo templo de Salomón, y es 1 de los lugares más sagrados para el islamismo dentro del territorio de Israel en Jerusalén. Esto produciría una reacción en cadena de todos los pueblos islámicos que son los que rodean a Israel. No podemos impedir que lo establecido en las Sagradas Escrituras se cumpla, sólo podemos prepararnos para lo que viene, porque el panorama es cada vez se complicado y aunque en América Latina está muy lejos de lo que pase en el Medio Oriente, indudablemente recibiremos la repercusiones colaterales que se manifestará en la escasez de combustible, y por ende, en una parálisis de las industrias lo cual irá acompañadas de un escasez de alimento, que generará una gran hambruna, la cual está pronosticada en Apocalipsis 6:8.
No sabemos en qué momento estos hechos desencadenar una guerra regional, algo que será inevitable, y lo cual se encuentra ya planificado en los planes del nuevo un reordenamiento de las Naciones Unidas, en dónde buscarán una solución a través de un gobierno mundial, propuesto por el nuevo orden, y que ya se está trabajando para lograr esto.
Recientemente publiqué un libro que analiza el programa profético de lo que se aproxima, intitúlalo “Cristianismo: en caos y decadencia” en donde analizo todos estos fenómenos, y creo que los países pobres y del tercer mundo, que aparentemente no estarán involucrados en estos conflictos, sufrirán indudablemente graves consecuencias, razón por la cual tenemos que irnos preparando, porque lo que viene es inevitable, y sólo nos queda la opción de adaptarnos a las circunstancias y prepararnos para los tiempos difíciles que se avecina. Es necesaria la prudencia, y tomar las medidas adecuadas para poder sobrevivir a un mundo, en dónde todo indica que vamos hacia un caos generalizado.
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