José Lorenzo Moreno López
¿Verdad que hay algo increíblemente gratificante en escuchar que eres una buena persona? Pues te diré algo, los demás también lo saben.
Por eso mismo, ¿qué pasa cuando te lo dicen muy a menudo? ¿Has pensado en ello alguna vez? ¿Podría haber algo más detrás de estos cumplidos? Hoy, con mi chaladura creativa habitual, voy a decirte por qué recibir halagos constantes sobre tu bondad puede ser una señal para que levantes una ceja y comiences a sospechar un poco.
Y es que llevar colgando la etiqueta de «buena persona» puede atraparte en el «síndrome del buenismo», algo tan de moda actualmente como mediocremente ineficaz, ya que justo aquí es donde empiezas a sentir la presión de mantener esa imagen, incluso a costa de tu bienestar personal. Te vuelves el solucionador de problemas de todos, el que nunca dice «no», algo que además de ser agotador, también es peligroso para tu salud mental y emocional.
Primero, hay que entender por qué alguien querría halagarte constantemente. Al fin y al cambo, la adulación es una de las más antiguas formas de manipulación. Al elogiarte repetidamente, las personas pueden estar tratando de ganarse tu favor o confianza para obtener algo a cambio. Es una táctica sutil, aunque efectiva, ya que cuando te hacen sentir bien contigo mismo, es más probable que quieras complacerlos.
Cuando te dicen con frecuencia que eres una buena persona, pueden estar creándote una expectativa implícita de que siempre debes actuar de acuerdo a esa imagen. Esto puede llevarte a sentir presión por complacer a todos y, en el proceso, olvidar tus propios límites y necesidades. Por eso mismo es esencial recordar que ser buena persona no significa ser complaciente o dejar que otros se aprovechen de ti. Es saludable recibir elogios, aunque también es prudente cuestionar las intenciones detrás de ellos. ¿Quién te está diciendo que eres buena persona? ¿Qué quiere o espera de ti? A veces, las personas usan elogios para encubrir sus verdaderas intenciones o para suavizar peticiones que podrían no ser del todo justas.
Ser una buena persona no significa que tengas que decir que sí a todo. Es importante establecer límites claros y aprender a decir no cuando sea necesario. La verdadera bondad incluye cuidarte a ti mismo para poder cuidar de los demás de manera genuina y efectiva. No permitas que los elogios te empujen a sacrificar tu bienestar.
Los elogios son maravillosos, aunque la opinión que más importa es la tuya. Evalúa tus acciones y decisiones basándote en tus propios valores y principios. Si sabes en tu corazón que estás actuando con integridad y generosidad, eso es lo que realmente cuenta. No dejes que los cumplidos te desvíen de tu verdadero camino.
Recibir elogios sobre tu calidad humana es agradable y puede ser un reflejo de tus buenas acciones. Sin embargo, es importante mantener un equilibrio y no dejar que estos halagos definan quién eres o te lleven a actuar en contra de tus propios intereses. La autenticidad y el autoconocimiento son tus mejores aliados para andar por la vida con confianza y claridad.
Así que, la próxima vez que alguien te diga que eres una buena persona, agradece el cumplido, aunque también cógelo como un simple un simple grano de arena, y sigue tomando las decisiones que creas más oportunas en cada momento, y siempre acordes a tus valores y a tu persona. Al final, saber que puedes ser gente buena, en lugar de buena gente, sin pensar que te están manipulando, es algo extremadamente liberador.


