Mario E. Fumero
La conspiración de los organismos internacionales para imponer antivalores e ideologías contrarias a los principios cristianos está en pura efervescencia. Tenemos informes fidedignos de personas que se mueven dentro de las Naciones Unidas sobre lo que allí se está tejiendo. En estos momentos los globalistas en la ONU están utilizando nuevas tácticas deshonestas para impulsar su agenda radical contra la familia de forma solapada. Su plan es destruir la familia tradicional imponiendo un nuevo orden antimoral para forjar una nueva moral basada en ideología, y no en biología y lógica científica. Según la propuesta de estos organismos será obligatoriedad que todos los países acaten lo que este organismo disponga. Pero ¿Qué es lo que propone este movimiento globalista?
En este momento, cualquier país que defienda la vida y los valores familiares tradicionales estará en la mirilla de la ONU para sufrir ataques directos de los promotores del Nuevo Orden Mundial, los cualese impondrán, por la fuerza, el aborto, la ideología de género y la eutanasia. Todo esto se está fraguando bajo el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, donde se está redactando, ahora mismo, un nuevo plan de adoctrinamiento sexual radical para los niños y las sociedades tradicionales de todo el mundo. Este Pacto de la ONU se cobija bajo el supuesto “Derecho al Desarrollo” donde con el cuento de promover el crecimiento social y económico de los países en desarrollo, están imponiendo a los mismos las condiciones para recibir la ayuda internacional, siempre y cuando estén dispuesto a aceptar esta agenda e imponer dentro de su sociedad como norma de conducta.
¿Qué está en juego si se aprueba este pacto de desarrollo sostenible? Pues junto con el tratado de la pandemia, los países perderán su soberanía, y se verán obligados a implementar todas aquellas políticas y leyes que respalden el aborto, la eutanasia y la ideología de género, apoyando abiertamente los movimientos LGTBQ, con la lógica de la percepción, la cual tiene como premisa el hecho de que cada cual puede sentirse como quiera, o sea, siendo hombre, se puede sentir mujer o viceversa, o sentirse que es un animal o cualquier otra cosa que él percibe en su mente. Si tienen éxito, los bastiones de la vida, la familia y la fe se derrumbará.
Las naciones tradicionales en las que confiamos, y de la cual formamos parte, se verán debilitadas en sus voces, y cada lucha para combatir estas ideologías causarán persecución, marginación y encarcelamiento, usando para ello el supuesto ataque de discriminación, por lo que seremos acusado de que estamos haciendo “apología al odio”.
Estos entes obligarán a las redes sociales a censurar toda expresión contraria a los lineamientos de la ONU, como ha ocurrido con la pandemia del COVID. Si nos atrevemos a pensar diferente al nuevo esquema de valores impuestos por este Nuevo Orden Mundial seremos señalados como enemigos del “progresó” por el simple hecho de no pensar como ellos, y tal actitud se convertiría un delito, anulando la libre expresión, la libertad de creencia y el derecho de los padres para educar a sus hijos según sus principios.
Este nuevo esquema de pactos o tratados buscará por todos los medios la forma de silenciarnos, para no poder hacer campañas que defiendan nuestras creencias, siendo para estos organismos internacionales como personas radicales a las cuales les será cada vez más difícil expresar sus creencias y convicciones. Podrá llegar el momento en que se ejecute una Santa Inquisición contra la moral, y se prohíba la circulación de la Biblia y otros libros que proclamen el valor de la familia y de los principios constitucionales que le dan derecho de los padres para educar a sus hijos según sus creencias, sin que el Estado pueda intervenir en anular su libertad de paternidad, como hoy ocurre en algunos estados dominado por el partido demócratas de los Estados Unidos, donde les pueden quitarle los hijos a los padres que se oponen a la modificación sexual de sus hijos mediante tratamientos hormonales.


