(Relato cristiano)
© Eddy Mejía
¡Maravilloso!, no sé cómo vine; creo que hace unos segundos ocurrió el rapto de la Iglesia Cristiana universal, estamos en el Tercer Cielo, delante de la ciudad del gran Rey del Universo; la Nueva Jerusalén, resplandeciente como el sol, hay luz de día; pero no veo sol, luna, ni estrellas, solo un espacio infinito de cielo con hermosos colores, como aurora boreal, y un piso plano de mar de cristal.
No hay obra alguna que se compare con la belleza de la ciudad de Dios, es grande en extremo, cúbica, y muy alta, toda construida de oro puro. Tiene un muro cuadrado que rodea toda la ciudad,con tres puertas en cada lado, cada puerta es una gran esfera de perla blanca, con un orificio en el centro para entrada de los seres celestiales. Todo es sorprendente y exactamente igual como la describió Juan en el libro de Apocalipsis.
Toda la multitud de millones de salvos, procedente de todas las naciones de la Tierra, estamos delante de la ciudad, es bellísima, el fulgor es deslumbrante, las puertas están cerradas y no se escucha nada. Nuestros cuerpos ya no son de carne y hueso, sino celestiales, como el de los ángeles, para que dure toda la Eternidad, pues ahora somos inmortales. No necesitamos aprender nada, pues el Espíritu de nuestro Dios, nos llenó de todo conocimiento, por eso puedo describir esto.En la multitud hay una euforia total, seres sonrientes y felices, vestidos de lino blanco y fino, con acabados de oro, y adornos de piedras preciosas, todos tienen una corona de oro sobre sus cabezas, pero no todas son iguales, y en sus frentes escrito el nombre de Dios. No hay distinción de sexo: macho y hembra, pues sus cuerpos son semejantes, aunque conservan rasgos distintivos de varón y mujer, como el cabello. Tampoco veo niños, ni ancianos, sino que todos son adultos, rejuvenecidos, con gran vigor y fortaleza física, increíbles.
De pronto, veo que sobre el muro flota un ángel principal, de gran belleza, algo nunca visto, resplandeciendo con alas abiertas, y su cuerpo cubierto con una poderosa armadura. Y dijo con voz fuerte, como trueno: Soy Miguel, vuestro consiervo del Dios viviente, ha llegado el gran día de júbilo que hemos esperado, día profetizado sobre la Tierra: el Día de las Bodas del Cordero, bendito ustedes pueblo santo que fueron invitados por la predicación del Evangelio y creísteis a vuestro Dios Creador.
Ahora, abrid paso, porque recibiréis al Rey de Gloria: JESUCRISTO, nuestro Señor. Entrará el Gran Rey con todo su séquito celestial. Después, serán abiertas todas las puertas de la ciudad y ustedes, que ahora también tienen el poder de flotar buscarán las puertas, nadie subirá por el muro santo. Adentro, serán recibidos por ángeles que los guiarán a las mesas preparadas. El Rey dará un discurso cuando se siente en su Trono Blanco. Amén.
Entonces, fue revelada la vía triunfal, que había sido preparada por los ángeles, una calle especial apareció de la nada sobre el piso de cristal; se abrió el piso, y vimos que surgió una maravillosa calle de oro, adornada a ambos lados con jarrones blancos, como de marfil; como de un metro de altura, incrustados de piedras preciosas de todos los colores, y tenían manzanas de oro que colgaban con cadenas de perlas por sus bordes. Dentro de los jarrones blancos; había pequeños animales terrestres hechos de cristal, con una luz violeta en el centro que hacía brillar toda la escultura. Eran muchos jarrones, con toda clase de animales de la Tierra, incluso vi dinosaurios, y en sus bases estaban decorados con pequeñas esferas; que parecían todos los planetas del Universo.
A ambos lados de la calle de oro, también había una línea de pequeñas plantas de todo tipo de frutos comestibles, que colgaban sobre sus pequeñas ramas a modo de adornos. Todas las plantas estaban dentro de jarrones de plata, con tierra y césped, y cada una tenía una pequeña nube encima de donde caía una lluvia brillante, y las gotas se deshacían al tocar las hojas o frutos. Y en laspequeñas nubes, de vez en cuando se veían relámpagos que alumbraban; y se veía un pequeño y hermoso arcoíris.
De pronto, del extremo opuesto a la ciudad; en la calle nueva se abrió un portal celestial en forma de un gran corazón; decorado en sus bordes con el arcoíris, que brillaba. Salieron del portal dos ángeles, que llevaban por los extremos, una enorme manta blanca con un escrito de letras rojas; que todos podíamos leer y ver en pantallas enormes reflejadas sobre el muro de la ciudad, el escrito decía: ENTRADA TRIUNFAL A LA NUEVA JERUSALÉN. Y de repente en el cielo de colores, apareció un grupo de ángeles, flotando, con todo tipo de instrumentos musicales; de oro, era la Orquesta Angelical, y empezaron a tocar una música de victoria jamás oída, y cuando los ángeles empezaron a tocar aquella melodía; la multitud del pueblo explotó de júbilo, porque comenzaron a salir del portal celestial todo el séquito del Gran Rey, eran los grandes personajes de la Biblia, vestidos de ropas blancas, con el nombre de cada uno sobre su pecho y el nombre de Dios sobre sus frentes, todos llevaban coronas de oro y flotaban cerca del piso; sobre la calle de oro, iban en fila, de dos en dos. Así pues, desfilaron Adán y Eva, los profetas, reyes, escribas, jueces, los doce apóstoles y las mujeres del Evangelio de Jesús, muy felices, el rey David danzaba y las mujeres también.
De pronto, comenzó a brillar un gran resplandor del pórtico celestial, y el arcángel Miguel dijo:Pueblo santo, y ahora con ustedes, la maravilla número uno del Universo, reciban con aplausos a Rey victorioso Jesucristo. Y vimos que salió un ser celestial único, brillante, muy hermoso, con forma de Hombre; montado sobre un caballo de fuego, el Ser Divino era una completa maravilla, algo fantástico y en verdad impresionante, no tengo palabras para describirlo, por unos tres segundos se hizo silencio por la gran impresión de la visión, y después todos alabaron: ¡eeehhh!, y comenzaron aplaudir con júbilo exaltado, mientras el Rey desfilaba por la entrada triunfal. El Rey Eterno estaba vestido de un largo vestido blanco, con cinto y bordados de oro, y una gran corono de oro con toda clase de piedras preciosas. Su cabeza y sus cabellos eran blancos, sus ojos rojos; como llama de fuego, y su rostro como el sol cuando resplandece en su fuerza.
Los millones de seres celestiales salvos comenzaron a adorarlo y alabarlo en gran manera; agitando pequeñas hojas de palmeras en sus manos, mientras él saludaba sonriente a todos con la mano izquierda y levantaba su cetro espectacular en la mano derecha. De vez en cuando; salían de su Cetro hacia el cielo pequeños discos giratorios, como galaxias, que explotaban radialmente en millones de pequeñas estrellas fugaces, era espectacular. Se escuchaban, a grandes gritos, frases como:
1. Te amo mi Salvador Jesucristo.
2. Muchas gracias por salvarnos nuestro gran Dios.
3. Te adoro por la Eternidad mi Rey.
4. ¡Gracias, gracias, gracias!…por tu sacrificio en la Cruz.
5. Te adoro mi Dios Omnipotente.
6. Te alabo mi Dios Creador.
7. Aquí está tu siervo mi Rey amado.
Y así, se escuchaban muchas frases más, mientras el Rey se acercaba a la puerta principal de la ciudad, y la Orquesta Angelical seguía tocando música de júbilo. En aquel ambiente se sentía una alegría y profundo gozo indescriptibles, pues la enfermedad, el dolor y la muerte ya no existían.
Por fin el Rey entró a la ciudad, y la multitud, que ya flotaba en forma de gradas de estadio a los costados de la calle, empezó a moverse para buscar las doce puertas. Entonces, también empecé a moverme, era increíble flotar, se sentía como ir en motocicleta, ya me acercaba a la puerta, y yo estaba muy curioso por saber lo que había adentro de la ciudad de Dios. Pero, de repente sentí que alguien me haló rápidamente por la espalda y comencé a viajar veloz hacia atrás en un túnel de luz blanca, mientras escuchaba una voz que dijo: Ángel J. Bielski Cohen, todavía no es tu tiempo, regresa a la Tierra y escribe la visión; para testimonio a las naciones. Y entonces, sentí que caí acostado de gran altura, y un dolor en mi pecho. Estaba con los ojos cerrados y sentí que la cama se movía, y comencé a escuchar a mi hermano John; que llorando decía: Ángel, por favor despierta hermanito, aún no te lo lleves Dios mío.
Yo abrí los ojos, y vi que estaba en una ambulancia, entonces, le dije: Aquí estoy John, Dios escuchó tu oración, ya no llores, y él sonrió, me abrazó y se puso muy alegre, sonriente, junto al paramédico; quien también se alegró. Comenzamos a conversar: —Ángel: ¿Qué fue lo que pasó John? v—John: Tuvimos un accidente, en la motocicleta que me regalaste, y que me gané cuando te acompañé en el viaje, en el tiempo, al mundo de Noé; para ver el Diluvio bíblico.
—Ángel: ¿No te lastimaste?
—John: No, gracias a Dios, pero tú sí, te golpeaste contra la valla metálica, y quedaste inconsciente, como muerto. Alguien llamó a la ambulancia, y llegó al rescate, pero no despertabas, hasta que el paramédico decidió que era necesario darte un shock eléctrico en el pecho.
—Ángel: Con razón, sentí que me dolió John (Ángel sonríe).
—John: Y tú que sentiste Ángel, por qué no despertabas.
—Ángel: Hermano, tuve el sueño más hermoso de toda mi vida, y cuando tenga tiempo de lo contaré, por el momento vamos a chequearme al Hospital que todo esté bien. Como cristianos, le doy gracias a Dios por estar de regreso contigo y terminar mi misión. Te puedo adelantar que tuve lo que se llama técnicamente una experiencia cercana a la muerte.
—John: Así es hermano, gracias a nuestro Dios; estás vivo. Solo por eso, cuando lleguemos a casa, te voy a preparar tu postre favorito: una torta de chocolate y una taza de café con leche.
—Ángel: Gracias hermano, ¡que rico!, pero mejor que sean dos tazas (ambos ríen).
—John: La vida es la bendición de Dios más grande que tenemos; hermano.
—Ángel: Amén, bendito sea nuestro Dios y Salvador Jesucristo, que nos da la promesa de la vida eterna.
—John: Me alegra que por la Eternidad seguiremos siendo hermanos, y veremos a nuestros padres cristianos fallecidos.
—Ángel: Para todos los que mueran con la fe en el Evangelio de Jesucristo, así será John, soy testigo.
—John: Ya llegamos al Hospital, seguimos hablando en la casa, estoy curioso que me cuentes tu sueño. Fin.
Nota: Estimado lector, recuerde que un relato es un “cuento” que puede contener algunos hechos reales, para un estudio teológico o doctrinal; recomiendo exclusivamente la Biblia de 66 libros.
ACERCA DEL AUTOR
Eddy Mejía, es escritor nicaragüense de temas cristianos. Ing. Agrónomo, egresado de la Universidad EARTH (Costa Rica). Autor del libro EL CAMINO A LA ETERNIDAD (2023); donde plantea la nueva teoría Regeneración Natural Parcial Planificada (RNPP) que explica cómo se repobló la vegetación del Planeta después del Diluvio bíblico universal. También es autor de frases, artículos, poemas y ebooks. Está casado con Arelys Medina, con quien tienen una hija. Vive en Nicaragua.


