Mario E. Fumero
La decisión del presidente Biden de autorizar a Ucrania el uso de misiles de largo alcance contra Rusia es una maniobra muy peligrosa, que tiene como propósito hacerle la vida imposible al electo presidente Trump cuando tome el poder de la nación en enero, y provocar un desenlace que puede ser catastrófico, no solamente para Europa occidental, sino para los Estados Unidos de Norteamérica.
La Biblia habla de guerra y rumores de guerra (Mateo 24:6-7). Cada vez nos acercamos más a tiempos peligrosos, en donde actos violentos pueden encender el polvorín de una guerra nuclear en donde todos seremos perdedores.
En estos momentos críticos que vive la humanidad, estamos sufriendo grandes estragos debido al cambio climático, que está afectando la economía de muchos países pobres, pero el panorama se complica más si se desencadena una guerra de dimensiones mundial, lo cuál hará que nuestros países, que, aunque no participarán en la misma, recibirán los rebotes de ella en muchas áreas, principalmente en la económica y política.
Es tiempo de seguir la filosofía de prepararnos para lo peor, aunque ocurra lo mejor. Tenemos que ir pensando en una economía de guerra y desastre, aunque estemos en paz, porque nada perdemos si tomamos las medidas necesarias y radicales para enfrentar la peor consecuencia de una guerra mundial. ¿Cuál sería la repercusión que sufriremos si estallara una Guerra Mundial? Indudablemente que el hambre y la paralización de la economía, y esto sería como consecuencia de la falta de combustibles para generar la energía necesaria para hacer funcionar el sistema productivo del país.
Ya en los países escandinavos están haciendo preparativo para que sus habitantes se preparen para lo peor, recomendando tener reservas de medicamentos, medios para alumbrarse en caso de qué falle el sistema eléctrico, y alimentos de larga duración, así como la búsqueda de lugares seguro en caso de que haya un fenómeno nuclear. Aunque parece remoto una explosión nuclear, pues sería una locura, es bueno tomar medidas, aunque el daño para América Latina sería remoto, sin embargo, la repercusión de la escasez y la hambruna, así como ciertos tipos de contaminación ambiental sería factible.
Tomemos precaución, tengamos una reserva no sólo de alimentos de larga duración, sino de medicamentos básicos, principalmente para aquellas personas que están bajo tratamiento médico por enfermedades crónicas. Es bueno estar preparado para poder subsistir, en un caso extremo, por más de tres veces, con los recursos necesarios si ocurriera un caos mundial, que incluso podría ser climático.
No cabe duda de que algo trascendental va a ocurrir. No sólo porque lo dice la profecía bíblica, sino por la realidad del panorama mundial del cual somos partícipes. Esperamos que Rusia no se lance a un contraataque nuclear contra Ucrania, porque involucraría a los países europeos y obliga a los Estados Unidos a tomar posición antes de qué tome la presidencia Donald Trump, porque tal parece que lo que quiere el gobierno de Biden es dejarle al pobre Trump un país caótico en donde no pueda realizar sus planes de buscar la paz y terminar con las guerras.
Como cristianos tenemos que orar para que haya paz, aunque no cabe duda de que lo que va a ocurrir nadie lo puede detener, porque cielo y tierra pasarán, pero mis Palabras no pasarán, digo JESÚS en Mateo 24:35.


