Mario E. Fumero

            De forma inexplicable teológicamente, la gran mayoría de iglesias evangélicas, principalmente las carismáticas y pentecostales, han introducido métodos de adoración o devocionales completamente desvirtuado, a tal grado, que se han perdidos algunos principios originales dentro del movimiento pentecostal, para dar paso a formulas no compatible con el sentido bíblico de adorar, alabar o expresar como humanos un mensaje edificativo y de culto a Dios. Pero antes de entrar al tema, debemos hacernos una pregunta: ¿Sabemos qué significa el término ADORAR? El diccionario ilustrado de la Biblia define “ADORACIÓN” de la siguiente forma; “Culto o reverencia que se rinde a Dios por sus obras (Sal 92.1–5) y por ser quien es (Sal 100.1–4). Se expresa mediante → Oración (Gn 12.8; Neh 9), → Sacrificio (Gn 8.20), → Ofrenda (Gn 4.3, 4; 1 S 1.3; Dt 26.10; 1 Cr 16.29); → Alabanza (2 Cr 7.3; Sal 29.1, 2; 86.9; 138.1, 2), → Canto (Sal 66.4), ritos (Éx 12.26, 27), meditación (Sal 63.5, 6), → TEMOR (Sal 96.9), → Ayuno (Neh 9.1–3; Lc 2.37), → Fiesta y → Acción de gracias (2 Cr 30.21, 22), y sobre todo inclinación (Sal 95.6; 1 Cr 29.20) y servicio (Dt 11.13; Jos 22.27). Estos dos últimos conceptos se expresan en hebreo y en griego con palabras que también significan «adoración» (Dt 6.13; 10.12, 13; 2 R 5.18; cf. Mt 4.10; Ro 12.1), de modo que no se distingue entre «servir» y «adorar» ni entre «inclinarse» y «adorar»^[1]”. Así que la adoración es un “todo”, pues lo mismo adoramos cantando, que orando, que escuchando la Palabra o leyendo la Biblia o dando una ofrenda.

CANTAR

Partiendo de la definición de “adorar”, podemos revisar los elementos que son Bíblicos y los que son anti bíblicos. En la adoración, los patriarcas adoraban al Señor sin música, pero invocando el nombre de Jehová  con el rostro en tierra (Gn 13.4), y de esta forma  celebraban el pacto de Dios con ellos (Gn 15.7–21). En algunos casos les demando, como prueba, el ofrecimiento de sacrificios, como forma de adoración. Es por ello que en A.T  enseñaba dos cosas importante en la adoración,  la expiación por los pecados y la importancia de la vida que se hacía presente en la sangre (Gn 22; cf. Lv 17.11). Pero ¿Cuándo aparece el cantico como forma de adoración?  En el Éxodo. A lo largo de la historia de Israel se cantaban salmos como forma de adoración, y para ello, en el culto del templo, había cantores e instrumentos, de lo cual hablan  los Salmos 149 y 150. David le gustaba tocar el arpa y cantarle al Señor, pero lo hacían según los principios de la Palabra, expresando así las maravillas que él veía en su vida.  Sin embargo en esta época el cantar no era un medio mercantil, ni tampoco era en sí la escancia del culto, pues lo principal en esta etapa del templo era el sacrificio y la expiación hecha por  el sumo sacerdote. Dios exalto más en el A.T. al profeta que a los cantores.

En el Nuevo Testamento (NT) poco se dice de la música en la adoración. Parece que en los evangelios se menciona una sola vez, y fue cuando Jesús y sus discípulos cantaron un himno  al salir de la  Última Cena, posiblemente fue un  Salmo relacionado con la celebración de la fiestas de las pascuas (Mt 26:30). Después  en la Sinagoga solo se cantaban algunos salmos, pero la parte más importante de la adoración era la lectura y discusión de la Palabra (Lc 4:16-20), lo cual hizo Jesús al asistir a la Sinagoga.  Al nacer la Iglesia (después de pentecostés)  se menciona como elementos del culto la alabanzas, los salmos y los cánticos espirituales (Ef 5.19, 20), pero se exalta la importancia de la lectura bíblica acompañada de la enseñanza y la exhortación (Col 3.16; 4.16; 1 Tim 4.13) junto con la oración, ayuno y santa cena (Hch 2.46; 13.1–3; 1 Co 11.18–34), habiendo también manifestaciones de dones espirituales, como el de la profecía, interpretación de lenguas y palabras de edificación (1 Cor 14). La adoración podía hacerse en privado, en familia, o en grupo de forma pública (Hch 20.7, Gn 24.26, 27; Dn 6.10; Mt 6.5, 6, Gn 35.1–3; Hch 16.30–34).

La música no era el centro principal de culto, ni tampoco era un espectáculo y mucho menos una formula mercantil de conciertos. Si la música hubiera sido esencial para la adoración, Jesús hubiera tenido un discípulo músico, pero ¡NO! La música era un complemento, no una formula de adoración. La Palabra de Dios era la parte esencial del culto, enseñar y predicar eran el espíritu existente en la Iglesia de los Hechos.

En la actualidad, y de ellos todos somos conscientes, la música, los conciertos, los grupos artísticos y el espectáculo ha marginado la base de la enseñanza en la Palabra. ¿Cuánto tiempo empleamos en cantar?  ¿Y cuánto tiempo empleamos para orar y escuchar la enseñanza de la Biblia? En la gran mayoría de las Iglesia no adoran, sino los entretienen, escuchando canciones y cantantes, y para colmo muchos de esos canticos carecen de contenido doctrinal. ¿Reconocemos que se ha marginado la enseñanza y la doctrina para dar paso a un sistema musical que no tiene fundamento en el N.T.?

ALABAR

Su expresión más común es eulogia (εὐλογία, 22129), similar al verbo eulogeo, lit.: de donde se desprende “elogio” que consiste en hablar bien de alguien. Se da a entender como variante de alabar están bendecir o lisonjear, etc. Se traduce como alabanza en Ap 5.12,13. Véanse tal expresión como GENEROSIDAD, LISONJA.^[2]  Sin embargo hay muchas terminologías griegas y hebreas para referirse a “alabanza”, pero en sí, todas ellas significan proclamar el reconocimiento de alguien por sus virtudes, apariencia o presencia. Por ejemplo el decir: “que lindo te vez” “Que rica te quedo la comida”  “Eres muy bueno” expresa alabanza. No obstante toda alabanza tiene que ser coherente a una cualidad. Es similar a decir “aleluyas”   “gloria a Dios” “Que  lindo eres Señor” expresiones que han quedado abolidos para dar paso al llamado “grito de guerra o de júbilo”, como por ejemplo decir  “huyyy”, lo cual es una  expresiones que no tienen sentido, además del chiflar o emitir aullidos como animales. Todo esto se ejecuta en base a un manual de una supuesta “guerra espiritual”, en donde con un grito se espantan a los demonios o se ata al hombre fuerte (supuestamente Satanás), algo absurdo de acuerdo a la enseñanza bíblica, pues el único que va atar a Satanás es Jesús, cuando venga por segunda vez según Apocalipsis 19 y 20.

 ¿De dónde viene todas estas formas incoherente de expresión?, pues de las enseñanzas dadas por Marcos Witt y los innovadores de la adoración y la llamada  “guerra espiritual”, los cuales han introducido costumbres del mundo en el quehacer de la Iglesia. El gozo o jubillo no es una manipulación, ni un grito, sino una actitud de alegría o bienestar que debe manifestarse también con hechos, y de acuerdo a nuestro temperamento emocional. No puede haber un júbilo que proceda de una orden, porque en tal caso estamos frente a un “júbilo manipulativo”.

¿Cómo debe de ser nuestras expresiones dentro del culto a Dios?  Bien lo enseña la Palabra cuando dice en Romanos 12:1 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”. La expresión “culto racional” establece el principio de entender lo que hago, porque lo hago y para quien lo hago. A Dios debemos de ir con coherencia y respeto, dándole una expresión lógica y con sentido. El grito o chiflido no dice nada, es una forma absurda de adorar, procedente del mundo profano. ¿Qué pensaría tu esposa si ella te pregunta “qué te parece mi vestido”  y tú le gritas “huuyy”?  De seguro pensarías que te volviste loco.

Tristemente en muchos cultos se experimenta más una bendición electrónica (de muchos decibelios) que una verdadera adoración de sentimientos y espontaneidad. Hay muchas formas de adorar, y muchas formas de alabar, pero todas ellas no pueden, ni deben desplazar  la Palabra de Dios, ni la lógica más elemental del culto. No debemos pervertir o mercantilizar la alabanza, ni confundir la adoración con el simple hecho de cantar. No debemos dar lugar a manipulaciones realizadas desde un pulpito que anulen los sentimientos, lógica y expresiones espontaneas.  Restauremos el verdadero sentido de adoración, y despojémosla de todos los vestigios aberrantes de expresiones y conceptos mundanos e incoherentes. Restauremos el sentido bíblico del culto y no hagamos del adorar un espectáculo más.
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^[1]Nelson, W. M., & Mayo, J. R. 2000, c1998. Nelson nuevo diccionario ilustrado de la Biblia (electronic ed.). Editorial Caribe: Nashville

• ^[2]Vine, W. 2000, c1999. Vine diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Neuvo Testamento exhaustivo (electronic ed.). Editorial Caribe: Nashville