Mario E. Fumero
Muchos valores se han perdido, otros están en decadencia, y entre ellos el de la INTEGRIDAD. ¿Pero qué significa integridad? Es la conjunción de la honradez con la rectitud y responsabilidad. Nuestro mundo, altamente materializado y deshumanizado, no encuentra la esencia de este principio, ya que está poseído de la ambición y la codicia. El engaño, la mentira, la trampa, el fraude, el soborno, etc. nos hacen vivir en una realidad dominada por las potestades del mal, que han forjado una falsa felicidad en base al concepto erróneo “tener” en vez de “ser”, pues creen que, al poseer muchos bienes y riquezas, somos más felices.
En un mundo lleno de mentiras, fraudes y ambiciones, ser “INTEGRO” cuesta trabajo, pues la corrupción reinante nos absorbe como una aspiradora. Todos estamos en peligro, incluso los ministros del evangelio, pues el espíritu de poseer bienes y riquezas, opera en todas las esferas del diario vivir.
A: ESCANDALO FINANCIEROS.
La noticia más frecuente en los periódicos e informativos es la corrupción existente dentro de la política, empresas e incluso movimientos religiosos. Sobornos, chantaje, fraude y malversación de fondos están a la orden del día por doquier. Una compañía multinacional que compra a líderes políticos, la mafia de las drogas que compra a las autoridades, los bancos que financian, a cambio de obtener un beneficio de un partido político, la empresa que soborna a personas, para evadir grandes impuestos, y los predicadores que usan los sermones para trasquilar a las ovejas y construir sus propios intereses.
Esto es el pan de cada día en la prensa. ¿Díganme en qué país no se dan estos fenómenos de deshonestidad? Aquí no se escapa ni la iglesia del Señor en estos tiempos.
Hemos sufrido, como iglesia, los escándalos causados por esos teleevangelistas, que, explotando la buena fe del pueblo, han dado rienda suelta a sus deseos carnales, inmorales y económicos, que hacen afrenta al evangelio de Jesucristo. Son, como dice la palabra, “manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente[1] con vosotros, se apacientan a sí mismos…” (San Judas 12) que aunque “tienen apariencia de piedad, niegan la eficacia de ella…” (2 Timoteo 3:5) y después los sigue describiendo al decir que “éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, “. Estos malos obreros siempre han existido, pero hoy las tentaciones y los peligros son mayores, así como los medios para difundir la información, con el fin de producir descrédito en creyentes, y en todos los siervos del Señor.
¿CÓMO ES POSIBLE QUE EN LA IGLESIA PUEDA EXISTIR FALTA DE INTEGRIDAD?
Hay de todo en la viña del Señor. Recordemos que en la época apostólica Ananías y Safira cometieron un fraude delante de Dios, pues prometieron dar su heredad, y una vez que la vendieron, sustrajeron el precio, entregando sólo una parte, dando cabida a la mentira, (Hechos 5:1-5) y produciéndose la muerte de estos como juicio de Dios, lo cual produjo temor de Dios en toda la iglesia primitiva. Si hoy el Espíritu Santo matara a todos los que engañan o sustraen lo prometido o recibido para la obra del Señor, nos quedaríamos sin muchos pastores o evangelistas, pues la corrupción, que existió siempre, está minando a poderosos ministerios para destruir así el avance de la iglesia en estos últimos tiempos.
Podemos afirmar, sin lugar a duda, que el diablo ha encontrado en la ambición uno de los factores más determinante para detener y destruir a los siervos del Señor en su trabajo de extender el reino de Dios, es por ello por lo que apóstol Pablo afirma que “el amor al dinero” es una raíz de males (1 Timoteo 6:10), que como arma poderosa es usada por el maligno para atacar a ancianos, diáconos, discípulos e incluso al mundo entero. Debemos enfatizar que el único patrón que nos protegerá de este ataque es la determinación de tener una conducta cristiana INTEGRA[2].
Pero ¿Cómo podemos perder la integridad? Cuando como cristianos nos endeudamos. Cuando vivimos más allá de las posibilidades, aparentando lo que no somos. Cuando quedamos mal con préstamos o deudas, escondiéndonos de los acreedores. Cuando usamos el fraude a fin de tener más ganancia. Cuando mercantilizamos el reino de Dios, y a todo lo que hacemos le ponemos un signo de valor $$$. Cuando pensamos más en nuestro propio bienestar que en el de los demás. Cuando no usamos el dinero recibido para el fin contrario al propuesto. Cuando metemos la mano y tomamos lo que no es nuestro, mintiendo. Cuando derrochamos los bienes del Señor injustamente, aprovechándonos de ellos, para nuestro beneficio, como hizo Judas Iscariote, que era un ladrón (Juan 12:6), y otros tantos que sería una lista interminable de ministros ladrones, que roban lo que la gente da para para el Señor.
He vivido realidades que han chocado con mi conciencia, y me ha dolido ver cosa han hecho supuestos “cristianos” que han tomado la piedad para obtener ganancias personales teniendo una falsa apariencia de piedad como dice 2 Timoteo 3:5 “Teniendo apariencia de piedad, mas habiendo negado la eficacia de ella: y á éstos evita”.
Trabajé una vez en una organización cristiana internacional de ayuda al tercer mundo. De afuera todo parecía muy piadoso y humanitario, pero una vez dentro, descubrí cosas que colocaban a esa organización en acciones peores que las que hacían otras de índole secular. Recuerdo que pedían ayudar para los niños hambrientos del tercer mundo; los padrinos daban $25 dólares mensuales, pero ¿Sabe cuánto les llegaba a los niños para darle de comer? Pues tan sólo 7 dólares, el resto era consumido por la burocracia existente. Pero lo que más me frustró era ver a los dirigentes de ese organismo viajar, a veces en aviones privados, y hospedarse en hoteles de 5 estrellas, comiendo, a la carta, platos exquisitos en un país subdesarrollado, costeando todos esos gastos con los $18 dólares restantes de lo que se daba para los niños pobres.
Mi conciencia me decía que eso no podía ser posible, ¿Cómo puedo yo aprovecharme de los donativos consignados para un fin determinado y consumir más del 60% en mi persona o en una burocracia, dándome lujos con ese dinero? Esto es FALTA DE INTEGRIDAD.
En otra ocasión predique en una iglesia de New York. Al terminar, el pastor promovió una ofrenda aludiendo que yo no tenía zapatos buenos, dijo que esa ofrenda sería para apoyar mi trabajo misionero. Después de terminar el culto me entregó un sobre con la ofrenda y era solamente de $10 dólares, cuando en realidad se había recogido mucho más. Ni para comprar unos tenis me alcanzaba. Esto me dolió, no porque buscase una buena ofrenda, sino porque se engañó al pueblo, al pedir para alguien que no lo recibió, esto es FALTA DE INTEGRIDAD.
Una vez me llamaron para invitarme a predicar, el pastor me dijo, “Hermano, deseo que me predique un sermón así, y le daremos una buena ofrenda”. En otras palabras, quería comprar mi mensaje a fin de producir un efecto condicionante dentro de la iglesia para su beneficio, yo no acepté tal oferta, pues la verdad no se vende. Además, el ponerle precio a un sermón o ministerio es un acto de corrupción y de falta de integridad.
En una ocasión, estando en Nicaragua y trabajando con la Iglesia de Dios en evangelismo, llegó un “super-evangelista” muy famoso, de origen dominicano. Celebró una campaña en Managua y comenzó a pedir ofrendas, diciendo que, si no tenían dinero, podrían traer joyas, relojes, y objetos de valor para dárselos al “Señor”. Esto provocó un escándalo y salió en los periódicos, llamándole “el gran estafador”. Él vivía en la casa del misionero en donde yo también yo residía. Le advertí del peligro que envuelve una actitud así. El evangelista, arrogantemente me dijo que “el que le da al siervo de Dios sus bienes, al Señor se lo da”. Sin embargo, él portaba una manilla de oro macizo, una gran cadena y otras muchas cosas suntuosas. Por último, el ministerio de gobernación ordenó su expulsión del país, y el escándalo afectó a toda la iglesia del Señor en Nicaragua.
También recuerdo que una vez llegó un evangelista, y por 15 días celebró una campaña en un estadio, con el apoyo de todas las iglesias de la ciudad. Se hizo mucho énfasis en la ofrenda, y al terminar la campaña el evangelista usó a las iglesias para cambiar, a nombre de la iglesia el dinero recaudado. Era más de $20,000 dólares, y sacarlo del país, sin tan solo dar una ofrenda a las iglesias que apoyaron la campaña, ni a sus pastores. Estas iglesias al no tener culto en 15 días vieron reducidos sus ingresos para cubrir su presupuesto, y algunas se encontraron en grandes apuros, pues hasta los diezmos fueron a parar a ese evangelista.
Todos estos hechos son actos que reflejan la falta de integridad en muchos siervos, que aprovechan el evangelio para sus propios beneficios. A los pocos días, me encontré a uno de estos pastores en el mercado vendiendo frutas, porque la iglesia no tenía recursos para ayudarle en su ministerio.
En una ocasión llego un “misionero” a New York presentando su orfanato y su labor social que supuestamente hacía en Colombia. Todo estaba bien montado, desde las fotos, hasta las historias. Recaudó miles de dólares apelando a la buena fe de los hermanos. Una vez cuando viajé a Colombia, descubrí que sólo tenía unos pocos niños, que algunos eran sus propios hijos, y que todas esas propiedades de la iglesia y orfanato estaban a su nombre. Después se descubrió toda la verdad de su engaño, y el tal misionero terminó en el mundo, disfrutando de los bienes adquiridos con las ofrendas de los hermanos.
Todos estos hechos han matado, en miles de hermanos e iglesias, el espíritu de ayuda misionera, pues por uno, pagan todos. Bien dice la palabra que “por multiplicarse la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mt 24:12). Estos hechos causan escándalos, producen frustraciones, y exterminan la caridad en la vida de los sinceros creyentes, que son víctimas de la deshonestidad de muchos malos siervos, que abusan de la palabra para beneficios propios.
B- COMO PREVENIR LOS ESCANDALOS:
Debemos tomar medidas para prevenir la tentación, el escándalo y detectar a los engañadores, pues hoy más que nunca “debemos probar los espíritus” (1 Juan 4:1). Quizá fue por esa razón por la que los apóstoles en el libro de los Hechos decidieron delegar la administración de los bienes a otros hermanos, para preservar su integridad y no caer en tela de juicio a causa del manejo de los bienes recibidos por los discípulos. Así nació el diaconado, que además de ocuparse de estos menesteres administrativos, compartían la para evitar, por un lado, el monopolio de los bienes por una persona, y para que unos a otros, se protegieran de la tentación al abuso de los recursos, que no eran suyo propio, sino de toda la comunidad. Es bueno entender que lo más saludable para un ministro del Evangelio es no meter sus manos en asuntos de dinero, y dejar que sean otros los que manejen las finanzas, para salvar su credibilidad
En la palabra de Dios se demandan algunas condiciones para los que ocupen función en la iglesia de índole pastoral, como los “ancianos” dentro de la comunidad, entre esas demandas están las siguientes:
“No codicioso de ganancias deshonestas” (1 Timoteo 3:3)[3].
Esto envuelve no desear obtener recursos por medios incorrectos, valiéndose de trampa, robo o engaño. Este versículo se complementa con el verso 4, donde se habla de la honestidad, aunque aparentemente lo vincula con la relación familiar y la educación de los hijos, sin embargo, HONESTIDAD incluye otras muchas cualidades, entre ellas la honradez. En la misma epístola se resalta el consejo de Pablo a Timoteo al referirse al peligro que envuelve la “codicia”, por la cual, en aquellos tiempos muchos se extraviaron muchos de la fe, cayendo en dolores, advirtiendo el peligro del amor al dinero. Este problema no es algo de estos tiempos, siempre han existido y existirán los “perros, y los malos obreros” (Filipenses 3:2) que buscan sus propios beneficios y “viven para su propio vientre” (Romanos 16:18) y estos son los que causan escándalo al evangelio.
2- “Cuidando de la grey, no por fuerza, sino voluntariamente, no por GANANCIAS DESHONESTAS, sino con ánimo pronto” (1 Pedro 5:2).
El apóstol Pedro reafirma el principio de Pablo, pero ampliándolo al servicio en la iglesia. Nuestra obligación como pastores de la congregación debe ser en base al amor y no al sueldo que ésta nos pueda dar. No servimos a los hermanos por un salario, sino como parte de un llamado del Señor, una vocación, un deseo de darnos. Nuestra obligación con la iglesia debe nacer del amor, pero hay muchos que abandonan sus rebaños en busca de” mejoras personales”, ignorando que el buen pastor “su vida da por las ovejas“. Aunque es cierto que el obrero es digno de su salario, y debe ser honrado por los hermanos, máxime cuando se dedica a enseñar la palabra,(1 Tim 5:17), este debe cuidarse de no exigir más de lo que la iglesia pueda hacer, y no condicionar su servicio a ciertas demandas económicas, pues en tal caso, haríamos del ministerio una elite profesional y asalariada, que tiene derecho a demandar a la comunidad, olvidando que es un instrumento de Dios cuyo compromiso es servir a las ovejas como siervo del Señor (que es equivalente a esclavo).
¿TIENEN LOS PASTORES DERECHOS O DEBERES?
Ambas cosas se entrelazan, su deber les da derecho, pero el derecho no se impone como en el mundo, sino surge de la bendición de Dios a través de la prosperidad de su ministerio, y éste depende mucho de su integridad y entrega al llamamiento, el cual no permite que “haya justo desamparado ni su simiente que mendigue pan “Salmo 37:25.
Los ministros y siervos de Dios siempre han estado a expensas de muchos peligros. Su posición les hace fácil blanco de los ataques del diablo, y las armas preferidas de éste es el uso de cosas naturales y carnales a las cuales todos estamos expuestos.
Se ha hablado mucho de “las tres F” de fatal para los siervos del Señor que son:
1-LAS FALDAS: Esto es el sexo y las mujeres, pues a diario tenemos que atender, ministrar, cubrir y resolver problemas del sexo opuesto y, por ahí se cuela el diablo, pues “aunque el espíritu esté presto, la carne es débil “. Muchos cristianos pueden ser víctimas del deseo sexual, si no se cuida y se deja arrastrar por los instintos carnales. Quizás por esta razón muchos ministros deben cuidarse a la hora de tratar con el sexo opuesto, debiendo evitar:
- Manejar muchos problemas de mujeres dentro de la Iglesia. Para ello debe contar con el apoyo de su esposa en todo, o tener hermanas con capacidad, que ministren consejería en estos casos.
- Que cuando visite a una hermana, lo haga con su esposa, o acompañado de algún anciano o líder de la Iglesia, y si tienes secretarias, eviten estar solos con ella, o que en la oficina haya un cristal que se vea todo lo que ocurre dentro, para prevenir calumnia, difamación y escándalos, porque estamos rodeados de una gran nube de testigos (Hechos 12:1).
- LA FAMA: Es creernos algo, cuando en realidad no somos nada. Muchos hermanos exaltan a sus pastores, o a los siervos usados por el Señor, para hacerles creer que valen mucho, que son importantes o superiores a otros. El dar fama y gloria a los hombres hace que muchos se conviertan en víctimas del diablo, y a éste (el diablo) le gusta usar mucho esta arma.
Primero; la esgrimió en el huerto del Edén para inducir la caída, al decirle a Eva que “si comieres, seréis como Dios”.
Segundo: Satanás, también la ambición y la gloria de este siglo para tentar a Jesús, y mostrándole todos los reinos del mundo le dijo, “todo esto te daré si postrado, me adoras “.
El querer ser, o sentirme algo es un medio que el diablo usa como plataforma de lanzamiento, para llevarnos a la exaltación, que después produce la caída. Cuando damos lugar a la vanagloria de los hermanos, cuando tenemos un alto concepto de nosotros mismos, cuando nos creemos necesarios e importantes, cuando buscamos por medio del evangelio posiciones y protagonismo, estamos a expensas de caer víctima de la fama, que nos llega a la soberbia, y produce el quebrantamiento de parte de Dios. Debemos recordar que nosotros no somos nada, pues después que hagamos todo lo que el Señor ordena, e lleguemos incluso al sacrificio, Jesús nos da el título de “SIERVOS INUTILES…pues lo que debíamos hacer, hicimos,”.
- LA FORTUNA: Y, por último, la tercera (F) de fatal es la fortuna. Querer obtener riquezas indebidas por medio del evangelio y usufructuar los bienes del Señor para mi propio beneficio, ignorando los principios de honradez e integridad ministerial. Por esta causa muchos están destruyendo la reputación del evangelio y la seriedad del mensaje de Jesús. De este tema no tendremos mucho más que decir, pues esté estudio ha planteado todo lo relacionado al problema económico.
C. RESOLVIENDO PROBLEMAS ECONÓMICOS EN LOS MINISTERIOS:
No deseo terminar este enfoque sin mencionar algunas situaciones que a veces, por principio de integridad, muchos ministerios no saben cómo afrontar, como, por ejemplo: ¿Cómo plantear las necesidades del ministro en la iglesia?, ¿Quién dictamina el sueldo del pastor?, ¿Quién establece las pautas administrativas dentro de una Iglesia?, ¿Hasta dónde puede un ministerio involucrarse en el manejo de fondos?, ¿Cómo manejar los fondos consignados etc.?
I. LAS NECESIDADES DE LOS MINISTERIOS: Es bíblico que “los que trabajan en cosas sagradas, comen del templo” (1 Cor 9:13,14) y que los que “predican el evangelio, que vivan del evangelio”. Si los hermanos están bien atendidos por pastores o ministerios que usan su tiempo en cuidarles, como dice las escritura “El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye” (Gálatas 6:6) tienen el deber de apoyarlos en su sostén, eso sí, si cumplen sus deberes como tales. Debemos definir que los derechos al sueldo de un pastor dependen de dos factores:
- A la realidad económica de los hermanos a los cuales les ministra, ellos no podrán hacer más de lo que consigo mismo hagan. La prosperidad de los ministerios está íntimamente vinculada a la prosperidad de los hermanos.
- Al trabajo que realice el pastor. Pues hay algunos que no atienden, ni cuidan bien a las ovejas y sin embargo les manda apoyo. Recordemos que del alimento y cuidado depende la salud de una oveja para dar lana y leche, pues la palabra dice al respecto, “los ancianos que gobiernen bien sean tenido por dignos de doble honor, mayormente lo que trabajan en predicar y enseñar…y; “digno es el obrero de su salario” (1 Tim 17,18). Fíjese en el término GOBIERNEN BIEN.
Debemos reconocer a los que se entregan abnegadamente al servicio de la obra, hay que “tenedlos en estima” (Fil 2:29), pues este consejo le dio Pablo a los Filipenses cuando envió a Epafrodito, compañero en su ministerio. Recordemos que honrar, honra.
II. EL DETERMINAR EL SUELDO DEL PASTOR: Sin embargo ¿Si todos los diezmos no son para el pastor, cual es la pauta a seguir para fijarle el sueldo a éste? Lo primero que tenemos que ver es cuales son los ingresos y cuantos los compromisos que tenemos con relación al lugar de culto. Al principio se le debe dar un mayor por ciento, para que pueda vivir decentemente, si es posible, de lo contrario, se tendrá que ayudar a si mismo con sus manos. Si la iglesia cuenta con recursos para un sueldo completo a su pastor, debe estimarlo en base a:
- El costo de vida del lugar. Esto se determina por saber cuánto gana un obrero y como viven los hermanos de la misma comunidad, para equiparar al pastor a las condiciones de estos, como mínimo.
- Cuál es la condición del pastor en su situación personal, por ejemplo, si es casado, si tiene hijos y cuantos, si paga alquiler, o vive en una casa pastoral etc.
- Su dedicación al ministerio, si es a tiempo completo o parcialmente, si recibe algún otro sueldo por otro lado etc.
- Si se le facilita aparte un presupuesto para sus gastos de trabajo, como son beaticos para viajes, gastos de oficina, etc.
Es bueno nombrar cada año, entre los hermanos espirituales y capacitados de la comunidad, una comisión que estudie las necesidades del pastor, y los aumentos a darle, de acuerdo con el progreso de la iglesia, el presupuesto, y demás necesidades de éste, así como de su trabajo y rendimiento.
III- EL CRITERIO ECONÓMICO EN LAS DECISIONES: La proporción consignada al sostén de los ministerios varía en la medida que los fondos aumenten, en un principio los ministerios podrán consumir hasta un 60% del total del presupuesto, pero a medida que suben los recursos, ese por ciento baja, para dar cabida a otras necesidades. Sin embargo, todo tiene un tope, principalmente en una iglesia que produce ministerios, y tiene visión social y misionera de envía obreros. Lo más importante dentro de la comunidad, es distribuir los fondos disponibles de acuerdo con las normas enseñadas en la palabra de Dios y que son:
- Que sea el testimonio y la entrega del obrero el que le haga acreedor a su remuneración, ya que los que trabajan mucho “los tengáis en mucha estima y amor por causa de la obra”, pero a los que no trabajan y quieran vivir del cuento, dice la palabra, que “amonestéis a los ociosos “, (1 Ts 5:13,14). Recordemos siempre que “el que no trabaje, no coma “(2 Tesalonicenses 3:8-10) y aunque seamos ministros del evangelio debemos ser acreedores de este principio, valido para todos los cristianos.
Tratar de distribuir los recursos disponibles de acuerdo a la necesidad global de la obra, reconociendo a los obreros que están en el campo misionero o en áreas más duras y de menos recursos, para que así se cumpla la palabra que dice “Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez, sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra para que haya IGUALDAD”. (2 Cor 8:13-14).
Sería bueno elaborar unas normas internas de administración, que, tomando estos criterios bíblicos, diseñe las bases de un funcionamiento practico para que la prosperidad sea pareja dentro de la iglesia, y en los ministerios, frenando abusos de cualquier índole. Dentro de estos criterios administrativos debemos tomar en cuenta el juicio o aprobación de todos aquellos que participen con sus diezmos y ofrendas a los fondos disponibles.
La democracia dentro de la iglesia debe funcionar más en el área económica que en el área funcional, pues los ministerios ejercen la autoridad en la palabra para guiar al pueblo hacia la gran comisión, pero referente a las finanzas, todos los que aporten, tienen derecho a opinar en las decisiones administrativas que se hagan, pues les implica a ellos.
Existen fondos consignados para un fin determinado, y al respecto que se debe ser estricto con los mismos, de esto ya hablamos anteriormente, pero sobre ello quiero añadir que las normas que regulen estos fondos son de importancia para la credibilidad de los que están al frente. Un ministro debe hacer cumplir esto, pues cualquier manipulación que no respete o considere el criterio de aquellos dieron el dinero para ese fin determinado, puede considerarse deshonestidad.
QUE EL SEÑOR NOS AYUDE A APRENDER SU ECONOMÍA, PA
[1]– Deshonestamente, sin recato. Sdv. m. Con cinismo, descaradamente.
[2]– Entero, completo, intacto, absoluto, pleno, total. decente, honesto, probo, recto, intachable, honorable, honrado, irreprochable, incorruptible, insobornable.
[3]– Habacuc 2:9 “¿Ay del que obtiene ganancias ilícitas para su casa, para poner en alto su nido, para librarse de la mano de la calamidad!”


