Mario E. Fumero
Los lectores se preguntarán a que me refiero con “IH” y “IA”. Pues con IH hago alusión a la inteligencia humana, y con el término IA me refiero a inteligencia artificial, un término de moda y que ya se encuentra presente en todas las redes y sistemas digitales. En estos tiempos de avances tecnológicos, vemos cómo la inteligencia artificial (IA) nos ha invadido y, sin darnos cuenta, está anulando la inteligencia humana (IH) o llevándola a depender de lo tecnológico y sofisticado. Esto, sin quererlo, nos vuelve dependientes y esclavos de la tecnología, reduciendo nuestra capacidad de razonar y establecer criterio por nosotros mismos.
Es cierto que la inteligencia artificial puede ayudar al ser humano en muchas áreas, resolviendo ecuaciones, generando textos, realizando análisis y facilitando distintos enfoques. No cabe duda de que puede ser una bendición, pero, al mismo tiempo y sin darnos cuenta, también puede convertirse en una maldición que termine por anular nuestra autonomía en diversas áreas.
Existen muchos riesgos en el uso de la IA, cuyo auge ha generado incluso una guerra solapada por su control, con el objetivo predeterminado de influir en las personas y en la política mundial. Lo que estamos presenciando es una guerra tecnológica entre China y Estados Unidos. Esto se refleja en la proliferación de los teléfonos inteligentes, que han desplazado el teléfono fijo, los libros, los periódicos, la radio y la televisión, y, lo más preocupante, han afectado la comunicación entre los seres humanos. Hoy en día, cuando nos sentamos a la mesa a comer, en lugar de dialogar, sostenemos la cuchara en una mano y el celular en la otra.
No digo que la tecnología sea mala; al contrario, es una gran aliada del hombre. Sin embargo, como dice el apóstol Pablo: “Todas las cosas me son lícitas, pero no todas me convienen”. De la misma forma que la tecnología nos puede ayudar, también puede esclavizarnos y anular nuestra inteligencia humana.
El otro día intenté utilizar la inteligencia artificial para revisar uno de mis libros y descubrí que alteró mi forma de pensar, simplificando tanto el contenido que distorsionó el sentido y el estilo original. Esto me obligó a revisar todo el documento nuevamente y modificarlo por completo.
Debemos tener cuidado con la IA, pues lo artificial podría llegar a dominar sobre lo natural. Esto podría llevar a que muchos jóvenes se gradúen sin conocimientos reales, y que la tecnología invada nuestros espacios laborales, dejándonos completamente anulados. En ese escenario, el mundo tendría que crear mecanismos para reducir la población mundial, ya que un solo robot podría realizar el trabajo de diez personas sin recibir salario, sin poder presentar una demanda y sin reclamar derechos ni prestaciones.
¿Nos dirigimos hacia un mundo dominado por la inteligencia artificial y los robots? ¿Podremos quedar anulados como individuos y convertirnos en zombis vivientes dominados por la tecnología? Todo parece indicar que vamos hacia un futuro en el que nuestra inteligencia humana (IH) será suplantada por una inteligencia artificial (IA) creada por nosotros mismos, que nos convertirá lentamente en esclavos de un nuevo orden mundial.
¿Recuerdan aquella película de Will Smith llamada “I, Robot”? Fue estrenada en 2004 y dirigida por Alex Proyas. En ella, los robots tomaban el control del sistema. Pues bien, al ritmo que avanza la tecnología, la inteligencia artificial y la robótica, no estamos muy lejos de que esto se haga realidad. Estamos viendo cómo la IA aplicada a la robótica desplaza al ser humano de sus tareas habituales, lo que generará una crisis de desempleo que, inevitablemente, conducirá al Nuevo Orden Mundial el cual propone la reducción de la población mundial. Esto no es solo una teoría, sino una realidad palpable y profética a la que tendremos que enfrentarnos.
Según informes obtenidos, para el año 2026 estarán a la venta robots programados para realizar tareas específicas. Los técnicos estipulan que un robot con capacidad creativa en determinada área podría costar $35,000 dólares. Matemáticamente, se calcula que, si un robot puede trabajar ocho horas diarias durante un período determinado, el costo por hora de la labor que realice no llegará ni a $2.00 dólares, considerando su costo inicial y mantenimiento. Así que preparémonos, porque los robots terminarán controlando el mundo.
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