Mario E. Fumero
Es importante definir el término convicción desde una perspectiva cristiana, ya que ésta revela con hechos el verdadero sentido de la conversión. En teología radica en el hecho de pensar y actuar sobre una verdad que, en nuestro caso, gira en entorno a Dios y su revelación en las Sagradas Escrituras. Procede del griego “elegchos”[1] (ἔλεγχος), término que indica una prueba que da veracidad de algo, y según el diccionario de la Real Academia Española es “una idea religiosa, ética o política a la que se está fuertemente adherido o fundamentado”.
Mientras las emociones tienen que ver con factores hormonales, que están fuera de nuestro alcance, y que muchas veces no podemos controlar, la convicción entra en el plano de lo intelectual o conocimiento, madurez y dominio propio. Tiene que ver con la formación que recibimos, la cual nos capacita para poder hacer que lo negativo pueda ser positivo, y esto envuelve una actitud que en cierto sentido es filosófica e ideológica. Mientras todas las emociones son pasajeras, la convicción es algo permanente ¿Cómo podemos ejemplificar mejor el sentido de la convicción en la vida cristiana?
EL SALMO DE LA CONVICCIÓN
Existen salmos en la Biblia que reflejan el principio de la convicción en el diario quehacer y bajo circunstancias adversas. El salmista David, en su Salmo 23, expresa unas palabras que reflejan una plena convicción en la confianza en Dios, mismo que está en todas las situaciones adversas, cuando dijo; “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Salmo 23:4).
¿Qué es el “valle de sombra de muerte”? Es un momento tenebroso, de oscuridad, desesperación y angustia. La muerte no inspira alegría, y menos al estar en lugares oscuros, rodeado de peligros, sin poderlo controlar, pero pese a esa situación, se puede ver la luz. El salmista clama a quien, en esa situación adversa, le acompañaba, afirmando que “Tu vara y tu cayado me infundirán aliento”. No cabe duda, la convicción va más allá de la emoción, es un sentimiento que nace de la confianza en las promesas del Señor cuando estamos en momentos difíciles.
Los grandes hombres de Dios en la Biblia estaban impregnados de convicción. Tenemos un Abraham, que sin saber a dónde iba, y que le esperaba en el camino, emprendió a ciegas un viaje a una tierra prometida, con la convicción de que, el que lo llamó, sabía a donde lo iba a llevar[2]. Esto refleja que la confianza nace de la convicción, y la convicción produce certeza. De igual forma, cuando Dios probó la fe de Abrahán, le pidió sacrificara a su hijo Isaac[3], y la convicción de Abraham lo llevó a obedecer, sabiendo que, aunque matara a su hijo, del polvo de la tierra Dios lo podría levantar, y fue a cumplir el mandato.
Convicción fue la actitud de Job, cuando lo perdió todo, y al quedarse enfermo, su esposa le pidió que maldijera a Dios, pero el reafirmó su confianza en su Creador y no peco[4], lo que reflejó una convicción en la providencia divina. Después fue censurado por sus amigos señalando su condición crítica cuando estaba pudriéndose en vida, con una terrible lepra[5], pero Job con una férrea convicción, y en medio de su desesperación, les replicó a sus amigos unas palabras que afirmaban su confianza en su creador, afirmando que aun del polvo de la tierra lo levantaría[6].
Tenemos un apóstol, Pablo, perseguido, azotado, flagelado, encarcelado, calumniado, humillado, angustiado, abandonado, pero pese a todo esto, escribió; “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?”, Afirmando que “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” Romanos 8:35-39.
¿Tendremos en la iglesia este tipo de creyentes? O más bien tenemos en las iglesias religiosos que van a entretenerse a un culto lleno de actividades y distracciones, donde la música y el arte ocupa el primer lugar, y el mensaje confrontativo es rechazado. La calidad de la convicción cristiana no se demuestra en los momentos emocionales, cuando el culto es bendecido, sino en los momentos de prueba y dificultades, que nos hacen permanecer fieles a lo que hemos creído, aunque el ambiente sea hostil y negativo. La convicción nos da paz en la tormenta, porque como dice el salmista “Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás” Salmos 32:7.
Pero ¿Cómo podemos alcanzar una madurez emocional que nos lleve a vivir una vida plena de convicción? Como he dicho a lo largo de este libro, las emociones son fáciles de expresar y muchas veces son inducidas por manipulación, pero siempre serán pasajeras, y cuando vivimos de emociones, tendremos que estar buscando sustitutos continuos para seguir produciendo el mismo efecto, pero de esta forma, no lograremos alcanzar la madurez que nos lleve a la convicción.
DE QUE DEPENDE LA CONVICCIÓN
La convicción depende de la inteligencia y el conocimiento, mientras las emociones nacen de ciertas hormonas e influencias del medio, es por ello que se hace necesario trabajar en la formación el carácter del cristiano mediante el conocimiento de la Palabra y la disciplina, para alcanzar una madurez que nos mantenga confiados y tranquilos en los momentos de angustia y desesperación. Es cuando todo sale mal; cuando nos enfermamos, o nos traicionan y abandonan, cuando parece que todo se derrumba a nuestro alrededor, y no encontramos una salida, es ahí cuando lo único que me nos va mantener firmes es la fe en que “habito bajo el abrigo del altísimo”[7], para no claudicar del Señor. Eso es “convicción”, ya que creo firmemente de qué todo lo que me ocurra “obra para bien, si amo al Señor”[8].
Indudablemente un creyente con convicciones no es fácilmente engañado, y, por lo tanto, no toma decisiones ligeramente. El no lucha tanto con la tentación como con las adversidades, porque tiene convicciones en contra de la inmoralidad y nada ni nadie lo separará del amor de Cristo[9].
BIBLIOGRAFÍA
[1]– Expresa demostración, redargüir, una prueba. (sustantivo masculino) –una convicción interna que se centra en Dios y confirma la fe («persuasión interna» que proviene de Él, ver 4102/ pístis) que Él ha engendrado dentro de uno
[2]– Genesis 12:1-3 “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”
[3]– Génesis 22:1-2 “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”.
[4]– Job 2:9-10 “Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios”.
[5] -La enfermedad produce hinchazón en las extremidades, picazón, descamación de la piel, cambio de color de la piel y dolor intenso. Aquellos que lo tienen son descritos como elefantes o leones; de ahí que otro nombre para la enfermedad de Job sea Elefantiasis o Leontiasis. Sabemos que esta enfermedad cambió la apariencia física de Job porque sus amigos no pudieron reconocerlo (Job 2:12).
[6] –Job 19:25-27 “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo;y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios; Al cual veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro,
[7]– Salmos 91:1 “El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente”.
[8]– Romanos 8:28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.
[9]-Romanos 8:35-36 “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero.


