Mario E. Fumero

Esta pregunta requiere una amplia reflexión, junto a un análisis comparativo entre el sentido bíblico y apostólico, con el sentido teológico moderno. Pero vamos a contestar primero la pregunta ¿Qué ocurre cuando aceptamos a Cristo? Entonces aparece una palabra clave que explica lo que ocurre, es “conversión”.

El término “conversión”[1] tiene muchas connotaciones, pues indica transformación, mutación, cambio, evolución, mudanza, metamorfosis. En conclusión, se define teológicamente como un cambio de dirección. Es dejar atrás el pasado, para comenzar a vivir una vida nueva[2]. En el concepto militar, es dar media vuelta. Es olvidar lo que queda atrás para extenderme a lo que está adelante[3].

¿QUÉ TENGO QUE HACER PARA SER SALVO? 

Esa pregunta se la hizo el carcelero de Filipo a Pablo[4], cuando Dios lo liberó de la cárcel, y la respuesta fue sencilla, “creer que el Señor Jesucristo y será salvo tú y tu casa”. Aceptar al Señor Jesús no es solamente levantar la mano y pasar al frente, como ocurre en nuestros tiempos, porque muchas veces esta acción la hacemos emocional o inconscientemente, sin entender el significado profundo de lo que es confesar a Jesús como el Señor.

No encontramos en ninguna parte de la biblia una oferta de salvación que obedezca a un simple movimiento de mano, o por el simple hecho de pasar al frente, pero sí define los principios necesarios para ser salvo. Jesús estableció las pautas de la salvación, para alcanzarla tenemos que aceptarlo a él y a sus demandas. ¿Pero cuál es la demanda de Jesús para ser salvo? Él estableció que el que quiera ser su discípulo, tiene que aceptar las tres condiciones del reino;

La primera; negarse a sí mismo, que consiste en quitar tu “yo” para que viva él.

La segunda; estar dispuesto a llevar su cruz, que es equivalente a sufrir.

La tercera; es seguirle, que equivale a obedecerle. Esto es lo que expresa Mateo 16:24[5].

               Así que para ser salvo es imprescindible reconocer que tenemos que matar nuestro “yo” y poner en su lugar el Señorío de Cristo. El apóstol Pablo enseña que para alcanzar la salvación se necesita creer en el corazón, confesar con la boca, y reconocer a Cristo como Señor y dueño de tu vida[6]. 

Hay un mandato imperativo, que “toda lengua confiese que Jesús es el Señor”[7]. La salvación no es una oferta barata, sino una demanda absoluta. La causa de la mala calidad de vida en muchos cristianos radica en el hecho de que sólo se convencieron, y tomaron el cristianismo como una religión, pero no se convirtieron, porque nunca dejaron atrás su vana manera de vivir[8].

EL PROCESO DE LA SALVACIÓN

               Pero para que la salvación tenga un efecto transformador, es necesario primero oír la Palabra de Dios, para que nazca la fe[9], y a través de ella, el Espíritu Santo nos pueda redargüir de pecado[10]. Es la Palabra la que evidencia nuestra condición espiritual, y es por el conocimiento de está la que nos lleva a dar el primer paso, para tener un cambio profundo mediante el arrepentimiento[11]. Por eso tenemos que predicar, para que la gente escuche, y sea confrontado con la verdad[12]. No todos los que reciben la Palabra están obligados a convertirse[13], sino aquellos que abren su corazón y están dispuesto a reconocer su condición, ya que lo que Dios va hacer en nosotros no es con fuerza ni con Ejército, sino por medio de su Espíritu[14], y Él va a obrar de acuerdo con la actitud que tengamos hacia su Palabra.

BIBLIOGRAFÍA

[1]-Conversión es un término con origen en el latín “conversio” que hace referencia a la acción y efecto de convertir o convertirse (hacer que una persona o una cosa se transforme en algo distinto de lo que es en primer lugar).

[2]–2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”

[3]– Filipenses 3:13 “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante”

[4]-Hechos 16:28-30 “Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. Él entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas;y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? 

[5]–“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”.

[6]–Romanos 10:9 “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”.

[7]–Filipenses 2:11 “y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”

[8]–1 Pedro 1:18 “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata”

[9]–Romanos 10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”.

[10]–2 Timoteo 3:16 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”

[11]–Hechos 3:19 “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”

[12]-Romanos 10:14-15 “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”

[13]–Marcos 16:16 “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”

[14]–Zacarías 4:6 “Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.