Mario E. Fumero
El aborto se ha convertido en uno de los más horrendos crímenes de nuestra “civilización”, y pongo “civilización en paréntesis porque son los humanos los únicos que destruyen a sus crías, pues los animales las protegen.
Las leyes aprobadas por los gobiernos liberales en Estados Unidos han permitido incluso que las mujeres puedan realizar abortos parciales mediante un procedimiento monstruoso, El aborto por nacimiento parcial es un tipo de aborto que se practica entre los seis y nueve meses de gestación. Durante el procedimiento de este, el médico induce un parto y extrae al bebé de los pies y antes de que el cuerpo sea expulsado, al bebé se le tritura el cráneo y se le succiona el cerebro. Esto ha producido que los grupos cristianos fundamentalistas condenen tal practica y actualmente la nueva administración del presidente George W. Bus considera prohibir tal practica inhumana.
Sin embargo, en estudios hechos dentro de la sociedad norteamericana, entre católicos y evangélicos, se descubrió que los que más acuden a esta practica son los mismos cristianos, lo que produce una contradicción incongruente con la doctrina de la iglesia cristiana. En un informe de la revista “Charisma News y Religion today” fechado en NEW YORK el 29 enero 2001 se dice que «Muchos cristianos recurren al aborto sólo para ‘mantener la buena imagen’ y esconder que han actuado en contra de la moral cristiana» declaró Pruett, que añadió que la mitad de las 150 mujeres que abortaron en contra de sus consejos, durante 13 años de trabajo en esta área, eran cristianas. En una encuesta con aproximadamente 10,000 mujeres que deseaban abortar, conducida por el Instituto Alan Guttmacher en 1994-5. El estudio establecía que las católicas eran las que más posibilidad tenían de llegar a decidir abortar, pese a la férrea posición del Vaticano contra todo tipo de aborto. Las mujeres de educación protestante tenían algo menos, un porcentaje del 69 por ciento, y en aquellas con una experiencia personal de conversión profunda bajaba a un 39 por ciento. Pruett dijo que los abortos entre cristianas debería ser un punto urgente de reflexión para las iglesias. En el proceso, tras el aborto es tan importante recibir el perdón de Dios, como «la necesidad de reconocer que lo que ha ocurrido es la muerte de un niño.» Muchas mujeres, tras abortar, viven en las iglesias un tormento silencioso, dijo Pruett. «Van autodestruyéndose lenta y progresivamente y a sus familias con ellas».
Esta es la realidad de un cristianismo debilitado en la practicas, pero llego de teoría. No podemos negar que la verdadera fé tiene que ver con un quehacer, y no tan solo con un creer, porque como dice la Palabra, los demonios también creen y tiemblan. Los crímenes institucionalizados por leyes hacen una afrenta a la vida y al mandamiento debido de “NO MATARAS”, sin embargo, podemos aceptar que hay situaciones puntuales en que ciertos tipos de aborto se pueden justificar clínicamente, principalmente en aquellos casos de deformación, violación o peligro de muerte, pero estos no llegan ni al 1% del total de los abortos que se practican.
No debemos ser radicales, ni aspirar en una “abolición total del aborto”, pero la menos debo luchar para que no sea tan permisivo, y se cometan actos tan brutales como los aquí señalado. Consideramos que la liberalidad lleva al abuso y al crimen legalizado. Y es que, en ciertos marcos, como en España, médicos cristianos que se han opuesto a practicar abortos han sido llevado a los tribunales, por negarse a prestar un servicio en los centros del estado con los cuales no están de acuerdo. ¿No es acaso el medico un luchador por dar o alargar la vida? Obligarles a matar es ir contra su juramento Hipocrático.
Si una cristiana peca, y cae en fornicación, y como consecuencia queda embarazada, el deber de la iglesia es ayudarle a salir adelante para no complicar su pecado con otros peores. Si para encubrir el error se acude al aborto se comete un triple pecado, el primero seria “fornicar o adulterar, el segundo “matar” y el tercero engañar, aparentando algo que no es cierto. Los últimos dos pecados “matar y engañar” son peores que el primero “fornicar” porque con el primero atento contra mi cuerpo, pero con los dos últimos atento contra terceros, y estos pecados pueden ser mas graves.
Eduquemos a nuestros jóvenes a que se guarden sin pecar, y si pecaran, que reconozca a Jesús como su abogado, y afrontan las consecuencias. No hagamos que, por la presión eclesial o social, los cristianos acudan al aborto. Es triste que la mayoría de las mujeres abortistas sean cristianas, e incluso, a veces, los incrédulos tienen masa temor de abortar que los mismos cristianos, lo que nos lleva a reflexionar, y pensar que muchas veces las iglesias alientan la hipocresía, y no tratamos de enseñarle a nuestros jóvenes como afrontar sus errores sin causar un daño mayor. que aquel primero que cometimos.


